• Tras el retiro, un maestro deja su huella en el mundo cinematográfico costarricense
Por Laura Molina Valverde, productora audiovisual
Parafraseando el título de la película que entre 1978-1982 le hiciera el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica a José Figueres Ferrer (Un costarricense llamado don Pepe), escribo estas líneas acerca de un costarricense llamado don Carlos Freer Valle, ilustre habitante de la muy noble y leal ciudad de Cartago, contador de historias y hacedor de imágenes en movimiento.
Cine e Historia, dos de sus pasiones, han conformado un recurso inagotable de exploración en los temas que trasladó a la producción audiovisual. De un vasto conocimiento en el quehacer humano, a Carlos lo distingue su conversación amena y enriquecedora, un manejo envidiable del idioma y una gran profundidad en el abordaje de cualquier tema, sea este de cine, política o fútbol -de este último deporte, mi papá, hincha del Saprissa, solía decir que Carlos, fiel al Cartaginés, no sabía tanto-.
Estos ingredientes forjaron a uno de los mejores documentalistas del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica. Obras como Desnutrición (1974), El enemigo oculto (1974), La cultura del guaro (1975), forman parte de su prolífica filmografía, la que develó en los años 70 una realidad nacional que muy pocos querían ver y que, con una vigencia desgarradora, se convirtieron en hitos del cine documental costarricense.
Me tocó en suerte conocerlo en 1983, cuando era director general del Centro de Cine. Yo, muchacha veinteañera, enamorada del teatro, de la danza, del cine, de la vida, buscaba con ilusión un espacio donde proyectar todas aquellas inquietudes efervescentes de mi mocedad.
Don Carlos me extendió la mano para entrar de lleno al mundo de la comunicación por imágenes, en una época en la que Centro de Cine se consolidó como la única institución en su género en todo Centroamérica. Durante los ocho años que ejerció la dirección del Centro, se realizaron aproximadamente 30 películas. Como jefe fue cálido y cortés, siempre atento a las necesidades profesionales y humanas de su personal. Con el devenir de los años, amigo leal y solidario.
El Canal 15 de la Universidad de Costa Rica se benefició de esta experiencia y, como su director, lo puso en la pantalla costarricense. Dejó de ser un canal de circuito cerrado y se convirtió en un medio de comunicación nacional, siempre rodeado de universitarios a quienes les transmitió conocimientos con generosidad, y de quienes él se nutre con entusiasmo.
Hoy, la buena semilla da su cosecha. Carlos parte del Canal 15 a disfrutar de un merecido retiro con su querida esposa, Marielos, sus hijos, Juan Carlos y Rodolfo y su dulce Eugenia. En esta nueva etapa, su nieta, María Jesús, y los nietos que seguro estarán por venir, podrán gozar más de la compañía del abuelo. Pero no crean, no tanto, porque seguro él emprenderá otros proyectos con renovada ilusión. El camino se abonó con lo mejor de un costarricense llamado… don Carlos.
(La Nación)
Columnista huésped | 1 de Junio 2008
3 Comentarios
Gracias por este primer reconocimiento, parcial pero muy hermoso, a don Carlos. Seguramente recibirá muchos cuando se transmita la miniserie “La Gesta del 56”, anunciada ya en el programa “Lunes de cinemateca”.
Su Canal 15 TV, suyo porque él lo ha liderado hacia etapas de excelencia, es una obra impresionante.
Pero todavía, este ciudadano llamado don Carlos tiene mucho que dar a Costa Rica.
Cuando don Teodoro Picado M. asumió la presidencia de Costa Rica, en 1944, mi padre, el General Jorge Volio, le envió un telegrama en el que le decía que,a pesar de la admiración que sentía por el amigo, esperaría hasta el final de su mandato para saber si merecía o no que le felicitara. La discípula de don Carlos Freer ha parafraseado a don Pepe. La hija del General recuerda el sabio telegrama de su padre al recién electo presidente.
Ha llegado el momento del jubileo para don Carlos y por tanto puedo decirle con alegría y satisfacción que lo FELICITO muy sinceramente por la admirable labor que realizó durante todos estos años como Director del Centro de Producciones Cinematográficas. FELICITACIONES Y AGRADECIMIENTO.
Como Ministra de Cultura del cuatrienio 1978-1982- compartí con Carlos Freer, el compañero de trabajo y con la cámara cinematográfica en mano, momentos extraordinarios y por lo cual también me considero su discípula. No solo era capturar la imagen fugaz que pasa, el momento vivido, el paisaje que invadía nuestra mirada. Era compartir los momentos de aplauso y alegría cuando veíamos proyectarse las imágenes que habíamos perseguido.
Era estar ahí en las oficinas del Centro dialogando sobre las angustias económicas para realizar una obra que para Costa Rica era demasiado ambiciosa y en la que no se podía claudicar. Los recursos presupuestarios eran escasos pero la voluntad de trabajo abundamente para salir airosos en semejante empresa.
Es recordar la tragedia de nuestros compañeros en el Lago Arenal. Los minutos pasaban. En un teléfono don Rodrigo Carazo como presidente, nos demandaba todos los detalles de los sucedido a los compañeros Dengo, Sáenz, Trigueros, y a todos los
que los acompañaban. Como la información era confusa me trasladé inmediatamente a las oficinas centrales del ICE de manera que no hubiese intermediarios en la información. Confusa en el primer momento y luego bastante dolorosa para comunicarselo a las familias. El Señor Presidente lo haría directamente. La Ministra tendría que esperar las eternas horas del tunel del tiempo que se había tragado a nuestro compañero Sáenz, para tener noticias para sus padres, nuestros queridos amigos don Carlos Sáenz y su señora. Minutos de una espera eterna que nos trajo al fin el milagro: Carlos su hijo, herido, estaba vivo. Dolor, sufrimiento, sorpresas, alegrías, preocupaciones, lágrimas y satisfaccion por el trabajo cumplido.
En otras ocasiones trasladándome a la tierra de mis ancestros para conversar más pausadamente con don Carlos Freer sobre los problemas que se vivían en el Centro. Había que mirar la película no desde la butaca sino desde su interior. Era compartir el frío de la vieja metrópoli, su neblina y el café, con esa amabilidad características de un bien nacido,como decimos los cartagos, como Carlos y su señora y en aquella época sus pequeños hijos, a quienes había que robarles tiempo,cumplir con la labor encomendada
Vino luego el nombramiento de don Carlos Freer como Director del Centro por mandato del Presidente. No sin cierta rebeldía de la Ministra, no por la enorme valía de Carlos, sino por la invasion al ámbito de sus competencias. Es por ello que hoy le digo que me he esperado hasta el final de su mandato para ver si podía o no felicitarlo. Y, después de haber seguido,de cerca pero calladamente, su labor ya como colegas en la Universidad de Costa Rica, tengo que decir, nuevamente, con gran satisfacción: FELICITACIONES DON CARLOS Y ADELANTE. El país está en deuda con Ud. y Ud. con Costa Rica. Esperamos, si la vida nos lo permite, volver a Felicitarlo en sus nuevos proyectos e ilusiones.
Coincido con don Armando en el sentido de que todavía don Carlos tiene mucho que aportarle al país. Eso si, agrego que es bueno cuando a la gente buena y productiva se le hacen reconocimientos en cada etapa de su vida. Es que si se dejan pasar los años, y ya uno está en el hueco, ya-pa-qué?! Salud don Carlos. Gracias por tanto. Y a ver en qué nueva travesura se va a meter usted para beneficio, como siempre, de Costa Rica!