Por Juan José Sobrado Ch., abogado
La elección del presidente determina el destino del país. En un sistema como el nuestro, donde maneja como fichas a los diputados -supuestos depositarios de la soberanía popular-, por debilidad o por complicidad con intereses enmascarados de públicos, es quien queda para darle aunque sea bandazos a la nave del Estado, cuando el caos de la mediocridad y de las ocurrencias se apodera de la Asamblea Legislativa. En el primer caso, si se equivoca, arrastra en su equivocación a todo el país; en el segundo, es el capitán del caos,
Porque la Asamblea Legislativa, centro fundamental de una democracia sana - y la nuestra está sumamente enferma - oscila desde hace tiempo entre ambos extremos patológicos y no desempeña su función esencial como centro de la democracia. Pero este es otro gran tema para otro comentario.
De ahí que la elección de presidente debiera fundamentarse en capacidades probadas de pensamiento y de conducción, y demostrarse en una campaña en la que existan posibilidades de debate que lo confirmen.
Sin embargo, no es así, y la discusión pública se sustituye por apariencias creadas publicitariamente, que amplifican pequeños actos en la función pública, mediante la aparición continua en las cámaras de la TV o en los titulares de los periódicos. Un nombre que se oye y se oye, y que el eco de la publicidad acrecienta, sustituye los verdaderos logros producto de toda una gestión y de la exposición a la crítica sin tapujos. O, en otros casos, palabras bonitas y sonoras ruedan y ruedan, como la bola de la foca en el circo, lugares comunes vacíos de contenido. O la repetición ya cansina de ideologías fracasadas, tanto de derecha como de izquierda. Tal es el caso de todo lo que se oye, de uno y de otro lado.
De ahí que despierte esperanzas la digna y patriótica actitud de Berrrocal, al rebelarse como ministro contra mordazas políticas, frente al gran peligro que para el país significan las FARC y el narcotráfico, y al anunciar una rebelión en el partido que hizo grande a Costa Rica mientras se mantuvo en sus principios.
Por otra parte, despierta esperanzas también el interesante fenómeno de los “Comités Patrióticos”, nacidos de la rebelión contra el TLC, y que se mantienen con gran fuerza. Al igual que en la España de l812 frente a la invasión napoleónica y su rey títere, el pueblo no se deja manipular por las poses oficiales, ni acepta el secuestro de la oposición por Ottón Solís.
Alienta ver que algunos valientes diputados del PAC se rebelen también contra el ovejuno conformismo gremial de los demás diputados, como si la Asamblea Legislativa fuese un club de amigos, y no el sitio establecido para que las corrientes imperantes en Costa Rica discutan a fondo y sin pelos en la lengua sus posiciones .
¿Será esto el principio de una renovación o seguiremos en manos del marketing?
(Página Abierta - Diario Extra)
Columnista huésped | 1 de Junio 2008
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