Por el Frente Socialdemócrata Costarricense
El mundo de hoy muestra una amenazante crisis en el campo ambiental, energético, alimentario, financiero y político. Los pronósticos y los análisis hablan de situaciones verdaderamente apocalípticas. Aparte del encarecimiento, empezaron a escasear los alimentos, se anuncian hambrunas. Organismos responsables de haber ayudado a crear estas situaciones, como el FMI y el Banco Mundial, recogen velas al ver la gravedad de la situación, y en contradicción con todo lo que impusieron, recomiendan subsidios a la agricultura para evitar que la debacle sea mayor. El Gobierno de nuestro país justamente en manos de las mismas personas que le impusieron a Costa Rica la idea de importar los alimentos hace veinte años, en lugar de reconocer su error y actuar acorde con la gravedad de la situación, anuncian medidas insuficientes.
Desde hace años, muchos costarricenses, especialmente los agricultores mismos, lo denunciamos y en la lucha contra el TLC advertimos que esas políticas causarían aumentos en las tarifas eléctricas, telefónicas y en los alimentos. Y esto está ocurriendo. Lo que vemos es el resultado del tremendo error del fundamentalismo de mercado, componente esencial de la ideología de los tratados comerciales como el impuesto en Costa Rica. La crisis mundial, según los analistas, es la más grave desde la Segunda Guerra Mundial, es una falla estructural del sistema económico global y es causada esencialmente en las ideas neoliberales y la borrachera capitalista de las grandes corporaciones.
Las potencias mundiales responsables de los organismos internacionales que impusieron este orden absurdo, poniendo la economía por encima de cualquier otro valor, ahora generan una gran crisis política, guerras y terrorismo, pues ya no son capaces de liderar al mundo, como consecuencia del desvarío. Esas ideas han impuesto a su nuevo dios de codicia en la Bolsa y en el mercado, se fundamentan en una peligrosa irresponsabilidad social y ambiental, pues viven en un desenfreno alrededor de las ganancias y la acumulación.
Los costarricenses ya estamos empezando a vivir momentos dramáticos. Y el pueblo tiene derecho a saber que todo esto es producto de las mismas ideas que impusieron con el TLC. A ello se suma una imparable criminalidad. El Gobierno ya no es capaz de garantizar la tranquilidad de los habitantes. Estamos en el umbral de violencia que llevó a otros pueblos de América a sufrir crímenes horrendos. Esto es producto también de la incapacidad, de haberse concentrado solo en buscar crecimiento económico, facilidades para los negocios y de haberse olvidado de la gente, del pueblo, de la educación, de la seguridad ciudadana y de haber entregado los servicios públicos en manos privadas. La prensa que ha venido alabando los supuestos logros del Gobierno, calla ahora hasta en denunciar de la corrupción que ha llegado a penetrar en todos los ámbitos del quehacer nacional.
El resultado del referendo, con todo y los atropellos, reveló que Costa Rica ha cambiado. Lo que sigue ahora es cambiar el Gobierno. Este país prefiere políticas basadas en crear mayor cohesión social, en fortalecer la sociedad y derivar de ello, mejoramiento económico. Y no al revés, pues de esa manera, no se logra el avance económico, pero sí el retroceso social. El Gobierno no se preocupa por mejorar a los empresarios nacionales, mucho menos a los pobres o a la clase media. Sus intereses están ligados a los grandes oligarcas de Centroamérica y a empresas transnacionales. Ha llegado el momento de reactivar la defensa de Costa Rica.
Los liberacionistas deben admitir que su partido, gestor de las grandes reformas que trajeron prosperidad general, se ha convertido en cómplice de sórdidos propósitos por entregar el país. Los liberacionistas que conviven con estas políticas no pueden reclamar el mérito histórico del Partido pues las acciones de su gobierno son una negación de su propia obra. Los socialcristianos, por su lado, deben comprender que mantenerse al lado de sus dirigentes es una traición a la figura del Doctor Calderón Guardia, inspirado en la reforma social, en el bienestar de los pobres y no en los espurios propósitos de su actual dirigencia.
Costa Rica ha entrado en una crisis grave. Y la experiencia mundial demuestra la ineficacia de las ideas que nos han impuesto. Debemos actuar ante la emergencia para evitar males mayores y aprestarnos a construir una gran alianza que vuelva a situar los intereses del pueblo en primer lugar, y desde ahí, iniciar una gran transformación acorde con el espíritu de los nuevos tiempos, inspirados en la búsqueda del bienestar general, la paz, el equilibrio ecológico, la igualdad y la solidaridad, como la única forma de alcanzar los valores supremos de la libertad y la felicidad.
Columnista huésped | 6 de Junio 2008
2 Comentarios
Realmente la avaricia y el deseo de poder han convertido a los grandes dominadores del mundo, sean estos economicos o politicos ,en los propios destructores de si mismos,las implantaciones de politicas uniformes e igualitarias para cada uno de los paises subdesarrollados, el extremismo ideologico, politicas absolutaristas,neoliberalismo extemo, etc son los responsables de todas las calamidadesa a nivel mundia, las guerras, las ambrunas, la pobreza y demas.Parece que todo ello ocurre porque nosotros mismos lo permitimos, hemos dejado que quienes llegaron al poder por nuestra voluntad se olviden de quienes los poseyeron de ella y por consiguiente nos hemos olividado de notros mismos, ¿tenran culpa estos entonces? ¿quienes somos los que debemos actuar contra esta catastrofe mundial? debemos anlizarlo y actur,aun somos caopaces de cambiar el mundo, para nuestro bien o para nuestro mal cada uno de nosotros decide lo que considere conveniente para si mismo y para el mundo.
Comparto en sus extremos lo expresado por el Frente Social Demócrata Costarricense, Liberación Nacional que otrora enarbolara las banderas de la justicia social y la lucha contra la corrupción ha dado un giro de 180 grados y caído en manos de grupos neoliberales, que más bien hace daño a los grupos de menos ingresos, hay que tratar de revertir eso con el apoyo de los sectores populares.-