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'Costarrica', nombre indígena

Columnista huésped | 11 de Mayo 2008

Por Dionisio Cabal Antillón - [email protected]

Planteamos aquí una hipótesis: Costa Rica es nombre huetar. Dicho con precisión: Costarrica o Costa Rica son la castellanización de una voz huetar.

En la Universidad de Costa Rica, acuciosos investigadores trabajan en la salvaguarda de nuestras lenguas aborígenes y, esperanzadoramente, en el desciframiento de la etimología huetar. Sin embargo, hoy no se dispone de muchas luces como para saber el significado que podría tener costarrica en caso de ser un huetarismo.

Anhelo casi utópico es hallar el catecismo huetar escrito por fray Agustín de Ceballos a inicios del siglo XVII. Ese catecismo importa por lo siguiente.

La emperatriz rusa Catalina la Grande envió emisarios por el mundo para que recolectasen glosarios, vocabularios y diccionarios de cuantas lenguas fuese posible.

Complaciendo su solicitud, el rey español Carlos III encargó al sabio español José Celestino Mutis compilar las cien palabras más importantes de las lenguas de sus reinos, vale decir, de las lenguas indígenas de América. El gigantesco libro se publicó, pero con el inmenso error de recoger vocablos de cien lenguas diversas, sin precisar a cuáles idiomas correspondían las palabras.

Entre los viejos apuntes del sabio Mutis tal vez estén, diferenciadas, las cien voces huetares y su etimología (su significado). ¿Conoció Mutis el catecismo de Ceballos (entonces tenía casi 150 años de escrito) o acudió a otra fuente? ¿Tomó en cuenta a los indígenas de Costa Rica?

Existe un depósito documental de tiempos coloniales que filólogos e historiadores -parece- han pasado por alto: los archivos provinciales de los franciscanos en La Habana. Hay indicios de que a Cuba fue a dar cierta documentación de los franciscanos de Orosi relativa a las labores de evangelización en Costa Rica.

Eso ocurrió durante la colonia, mucho antes de ser los franciscanos llamados a Guatemala por el obispo García Peláez en 1846. En La Habana existirían pistas de la comprensión de lo huetárico. ¿Por qué no? Tal vez allá esté el original o una copia del catecismo de Ceballos.

Ninguna prueba apoya la leyenda que atribuye el origen del nombre de nuestro país a riquezas que solo fueron imaginarias.

Costarrica se consigna por primera vez en una cédula real de 1543, que relaciona a Diego de Gutiérrez con la posesión de “Veragua y Costarrica”, 41 años después de la visita de Colón a nuestra rica costa del caribe.

Quien cree que el Almirante de la Mar Océano sugirió el nombre, se sustenta en el ‘blanqueamiento” de la historia. Así también se transformó a chamanes huetares de Escasú en brujas irlandesas con escoba, sombrero y gato negro. Años después se sustituyó la ese de Escasú por una zeta, insinuación de que Escazú es nombre vasco.

Leemos en documentos oficiales tanto coloniales como de la época republicana, religiosos y administrativos: Costarrica, Costarica, Costa-rica y sus respectivos gentilicios: costarricense, costaricense, costa-ricense. Tras décadas de independencia, se empezó a escribir Costa Rica oficial y regularmente.

Cierto es que la gramática y la ortografía del español tardaron siglos en fijar normas precisas. En 1628, Góngora escribía en un soneto: “Son de Tolú o de Puertorrico” .

En un documento de 1585 se lee “la cibdad de San Joan de Puertorrico desta ysla de San Joan de las Yndias del mar Océano” (Julio Izquierdo Labrado: La esclavitud en Huelva y Palos, 1570-1587 ). Aún hoy, muchos puertorriqueños escriben Puertorrico.

Sin embargo, el caos ortográfico existente por siglos no nos exime de explorar la posibilidad de que Costa Rica sea nombre aborigen.

Otros atribuyen el nombre de nuestro país a Francisco Hernández de Córdoba y a Gil González Dávila. El primero habría hecho referencia a la riqueza natural de nuestro territorio. Hoy, esta sería la versión que nos acomoda más, a tono con la apuesta de ser un paraíso subtropical sin ingredientes artificiales.

En cuanto a González Dávila, se afirma que habló de Costa Rica en 1522 tras cabalgar, desde Chiriquí hasta el Golfo de Nicoya, “sonsacando” cuanto oro le fue posible a los aborígenes asentados cerca del litoral.

Ambas explicaciones son insostenibles. De ser cierto lo de Hernández de Córdoba, el nombre de la “costa” “rica” correspondería, por referencia directa, a Nicoya. En el caso de González Dávila, había más oro en la costa occidental de Nicaragua y zonas aledañas que todo el que “recibió” de nuestros indígenas costeños.

Según documentos, González Dávila recogió 13.000 onzas entre Chiriquí y Nicoya, pero en Nicaragua fueron 200.000, que disputó a muerte con Hernández de Córdoba.

Hernández de Córdoba murió en León (Nicaragua) en 1526 a manos del tiránico Pedrarias Dávila, después de fundar Villa Bruselas (1524) en el golfo de Nicoya, y León y Granada, en Nicaragua. González Dávila también murió en 1526, en España.

Faltaban 40 años para que se iniciara la conquista de la Meseta Central. Es posible que para entonces (se ve en la cédula otorgada al malhadado Diego de Gutiérrez en 1543) se usara el nombre indígena de las tierras interioranas o (supongamos) de algún asentamiento principal de los huetares de nombre similar a Co-querrica, Co-querrique, Co-taque-rrique *o, ya españolizado, *Costarrica. Es decir, a la muerte de ambos conquistadores, aún no se luchaba contra los cacicazgos huetares.

Esa tarea la emprendieron Cavallón, Perafán de Ribera, Estrada Rávago y Vázquez de Coronado. También iban por oro, pero no llegaron a buscarlo en la costa rica, sino muy tierra adentro, en el corazón de la patria huetar: ¿Costarrica?

Las patrias americanas muestran ventaja de voces aborígenes. La conquista no pudo abolirlas. De norte a sur son indígenas (españolizadas en su pronunciación): Canadá, México, Chiapas, Yucatán, Jamaica, Cuba, Haití, Guatemala, Belice, Nicaragua, Panamá, Guayana, Surinam, Perú, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay; a esta lista se sumaría Costa Rica.

Tienen nombres en español: El Salvador, Honduras, República Dominicana (Quisqueya), Puerto Rico (Borinquen), Trinidad y Barbados, Venezuela (pequeña Venecia), Colombia, Ecuador, Bolivia y Argentina.

Lo decimos desde hace 20 años: ¿ha sido mezquindad hispanizante o europeísta no aclararlo? Costarrica (con “erre” o doble ere) es un nombre huetar, simplificado y españolizado. ¿Por qué no partir de que esto sería demostrable por las toponimias huetares?

La primera presunción debe ser la del origen huetar. Es sugestivo contar con Tucu rr ique, Tu rr ubares, Tu rr ialba, Siqui rr es. Cu rr idabat, Ase rr í, Coque rr ique (nombre este de donde podría derivar “costarrica”), Bi rr í, Pu rr al, Pi rr o, Pi rr ís, Ta rr asú, Tu rr úcares, Po rr osatí, y tu rr uja, tu rr a, yigüi rr o, yu rr o, cu rr é, cu rr aré, y tantas voces más.

¿Podría “Co-taque-rrique” nombrar el lugar de un jefe o un cacique principal? Es una posibilidad, pero no fantasiosa.

Lo que está por demostrarse es que el nombre de nuestra patria se refiere a una “costa” “rica” en oro o en biodiversidad. Aceptaríamos el verdadero color de Tiquicia: somos huetares de nombre, como lo somos de sangre en alto porcentaje.

La sangre de los abuelos huetares bien vale restituirles el honor de ostentar la paternidad del nombre patrio. Filólogos e historiadores tienen la palabra.

(Suplemento Áncora - La Nación)

Columnista huésped | 11 de Mayo 2008

2 Comentarios

* #5615 el 13 de Mayo 2008 a las 07:27 AM Edison Valverde Araya dijo:

Excelente Dionisio… el nombre de nuestro país proviene de la palabra huetar coquerrique… hasta que los estudiosos demuestren lo contrario (por honor, respeto y dignidad a nuestros ancestros y nuestras culturas). Creo que NO es que los españoles no encontraran oro en este suelo bendito de Sibö, es que los originarios ya habían corrido la voz y se pusieron “vivos” (recordar caso con Camaquiri y Cocorí ante el tal Diego de Gutiérrez, quien de Turrialba no pasó). Mi abrazo.

* #5642 el 13 de Mayo 2008 a las 09:19 PM Alvaro Sáenz Zúñiga dijo:

Me he quedado perplejo ante semejante posibilidad. La sola idea de que el nombre de nuestro país tenga un contenido que vaya más allá de las simples expresiones apreciativas de los visitantes, es sencillamente conmovedor. Gracias a Dionisio Cabal que siempre anda en estas. Gracias porque nos ha dado unas referencias conmovedoras.

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