La verdad es la verdad: no hay “marinas ecológicas”. Una marina es una obra de ingeniería urbana que cambia radicalmente la naturaleza. Tengo ante mí los planos de la que piensan instalar en Puerto Viejo: se movilizarán 1,2 millones de metros cúbicos de arena para rellenar 18 hectáreas en el único arrecife de coral de Costa Rica: el que viene desde Cahuita y llega a Punta Mona. El arrecife morirá entero, pues cesará la transmisión de microorganismos.
Las marinas se hacen en sitios donde no hay mucha riqueza natural, donde a la gente no le importa la destrucción o le gusta nadar en una asquerosa nata de combustibles y basura.
No es el caso de Puerto Viejo, donde los turistas llegan atraídos por su belleza y riqueza natural.
Antes de entrar al pueblo se extiende la pequeña pero magnífica bahía de Playa Negra, con su arena casi azul, enmarcada por un bosque costero enmarañado y único que nos da sensaciones de misterio, de armonía y espiritualidad. Esa maravillosa profundidad será remplazada por aburrido cemento, si se construye la marina.
Y se perderá mucho más. El relleno y el rompeolas -como su nombre lo indica- eliminarán las olas de Playa Negra, las de Cocles, y las olas tubo de Salsa Brava, mundialmente famosas. Ya lo saben, limonenses: adiós al surf. No más campeones caribeños como Nino Medrano y Gilbert Brown.
Terminará de morirse el coral de la orilla y morirá también el coral offshore, sustento de los pescadores. Los motores de los yates chorrearán un combustible venenoso que contamina el agua y mata la vida.
¿Y tanta destrucción para beneficiar a quién? A los hoteleros no, pues los dueños de los yates duermen en ellos. A los restaurantes no, pues los dueños de los yates cocinan en ellos y compran los productos en otros lados.
A la municipalidad sí, que recibe un porcentaje de la inversión. Y tal vez también se beneficiará el negocio de recoger unas extrañas cargas que a veces andan flotando mar adentro. O el de los servicios sexuales y la venta de terrenos a especuladores.
Piensen, limonenses: la franja costera es del estado. El bosque costero del Caribe sur es además patrimonio de los afrolimonenses que lo conservaron desde hace cien años para proteger la flor del cacao de la brisa del mar. Y toda Talamanca es patrimonio indígena.
Gracias a indígenas y afrolimonenses tenemos la maravilla natural que es Puerto Viejo y que todos disfrutamos. ¿Por qué vamos a destruirlo?
(Página Abierta - Diario Extra)
Anacristina Rossi | 22 de Abril 2008
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