Por Julieta Pinto, escritora
Uno de los grandes logros sociales de este país fue el haber obtenido los recursos económicos necesarios para el mantenimiento de las Asignaciones Familiares. Por ley, el Estado y los patrones, conjuntamente, sufragan su costo que va incluido en las planillas de la Caja Costarricense de Seguro Social. De esa manera se hizo posible la creación de los Centros de Nutrición (CEN y CINAI), donde mujeres embarazadas e infantes de escasos recursos reciben alimentación.
Lo que jamás nos pudimos imaginar fue que llegaría un día en que estos centros de salud no iban a contar con el dinero que legalmente les corresponde para la compra de alimentos, tal como lo informó La Nación en días pasados. Si el país ha disfrutado de un crecimiento económico, los recursos con que cuentan las Asignaciones deberían haberse multiplicado también. ¿Qué sucede con ese dinero? ¿Por qué no se cumplen las leyes, especialmente cuando se trata de una ayuda a los más necesitados?
Los niños requieren una alimentación adecuada para poder desarrollarse en forma normal. He visitado varias escuelas y en todas ellas me encuentro con niños atrasados por causa de la desnutrición, y que apenas son capaces de aprender a leer y a escribir, a sumar y a restar, durante los seis años de educación primaria. A causa de la escasa alimentación, los niños van a desarrollar cuerpos y cerebros defectuosos. ¿Qué futuro les espera? No es difícil adivinar: estarán condenados a la miseria.
La mayor parte de las madres de estos niños son solteras que, con salarios exiguos, apenas logran engañar el hambre de sus hijos. ¿Y los CEN y los CINAI? No los conocen. Se encuentran muy lejos de los tugurios.
El Ministerio de Educación envía alimentos a varias escuelas, pero sabemos que son muchas las que no reciben ese sustento. Y desgraciadamente se han suprimido los almuerzos escolares que aliviaban el hambre por lo menos cinco días a la semana.
No nos olvidemos de estos niños, prestemos atención a lo que está sucediendo con los CEN y CINAI, y terminemos con la pobreza extrema para no ver tantas caras de niños desnutridos en este país.
(La Nación)
Columnista huésped | 24 de Abril 2008
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