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Enfoque

Jorge Vargas Cullel | 9 de Abril 2008

Sigo con el tema de seguridad ciudadana. Una de las cosas que más me preocupa es la confusión que se ha creado al meter cosas distintas en un mismo saco. Se hace un solo enjuague con los asuntos de seguridad nacional, de seguridad ciudadana, de corrupción y hasta ideológicos. Es importante poner orden en la discusión.

Costa Rica tiene un problema de seguridad nacional por la penetración del narcotráfico y el impacto del conflicto colombiano. Al igual que el resto de Centroamérica somos parte de una geopolítica que amenaza engullirnos. Ante esto, el país deberá activar los canales diplomáticos y sus órganos de seguridad. Pero, estemos claros, las FARC, los paramilitares o los narcotraficantes no andan robando por allí. Están en lo suyo.

En segundo lugar, tenemos un variopinto conjunto de problemas de seguridad ciudadana: fuerte incremento en las tasas de robo, en la violencia delictiva y una intensa sensación de inseguridad, entre otras cosas. Aquí no hay soluciones fáciles ni únicas. Algunas medidas deberán mejorar la prevención del delito, desde una mayor vigilancia de los espacios públicos hasta programas de reinserción de delincuentes. Otros remedios deberán lograr una mayor eficacia en la acción represiva del Estado, con respeto a los derechos ciudadanos. Es indispensable un amplio acuerdo político para establecer políticas que trasciendan el plazo de una administración de gobierno.

En tercer lugar, en los últimos años se han revelado numerosos actos contra la función pública como los escándalos de corrupción. Aparte del desencanto que han provocado, estos actos han abonado la incertidumbre que vive el país. Pero esto, un problema aparte, se ataca con el fortalecimiento de las capacidades de detección y procesamiento de inculpados.

Algunos han hecho conexiones indebidas entre estos temas. En el enredo hasta meten a los sindicatos y el TLC. De esta confusión se ha ido construyendo un nuevo enemigo, al cual se achaca todos los males, un verdadero monstruo de mil cabezas: el “narcoterrorismo-sindicalista delincuencial”. ¡Cuidado con estas construcciones ideológicas! Crean odios, pero solo confunden.

Una política de seguridad ciudadana de mediano y largo plazo es vital para enfrentar dos peligros gemelos que nos acechan. El primero, en el terreno electoral, es que uno o varios partidos exploten la inseguridad con tal de ganar votos y se embarquen en una competencia de ofertas irresponsables para ver quién es el “más duro”. El segundo, en el terreno ideológico, es la instalación de un discurso de “guerra fría” que crispe el ambiente e impida el diálogo y los acuerdos en seguridad ciudadana.

(La Nación)

Jorge Vargas Cullel | 9 de Abril 2008

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