Por Heriberto Valverde Castro - [email protected]
Un merecido y emotivo homenaje a su primer director, Alberto Cañas Escalante, don Beto, y una sensible ausencia, la de alguna representación de la vieja Asociación de Periodistas, marcaron la actividad con que dio inicio oficialmente la celebración del cuarenta aniversario de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Costa Rica, hoy llamada Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva, ECCC.
Haber tenido la representación de la Asociación de Periodistas, antecesora y madre del Colegio de Periodistas, era de justicia, tanto como exaltar la figura del entonces rector, don Carlos Monge Alfaro, figura a la cual, con sobrada propiedad, don Beto le rindió todos los merecidos honores.
Aquella Asociación, compuesta en su gran mayoría por periodistas empíricos, forjados en la brega cotidiana y bajo la inspiración de grandes maestros: escritores, poetas, abogados; esa Asociación vislumbró la necesidad histórica de dar el paso a la profesionalización del periodismo, y en ese propósito, el primer paso era una escuela universitaria que extendiera los títulos profesionales, requisito imprescindible para crear el colegio profesional al que aspiraban. Así surgió aquella semilla académica que encontró en don Carlos al cuidadoso sembrador y en el Alma Mater, el fértil regazo.
Los primeros pasos
Don Beto llenó de añoranzas el auditorio Abelardo Bonilla, de añoranzas por los inicios de una aventura académica liderada por don Carlos Monge en aquel 1968, año de tiempos difíciles en el mundo -París, Praga, Tlatelolco- pero de paz y confraternidad en Costa Rica.
Repasó don Beto con precisión los principios filosóficos, políticos y profesionales que sustentaron la creación de la Escuela, principios definidos por un grupo de universitarios liderados por el rector. La principal de esas orientaciones axiológicas inspiradas por don Carlos a la naciente escuela de periodismo, fue, sin duda, su costarriqueñismo. Se tenía entonces como categoría periodística que el reportero debía conocer muy bien la fuente noticiosa a cubrir: si era el ministerio de Hacienda, conocerlo muy bien, si era la Asamblea Legislativa, conocerla muy bien. ¿Y cuál era la gran fuente, la fuente primaria de todos los periodistas?, Costa Rica, y había que conocerla muy bien. De eso se preocupó la Escuela en aquellos primeros años bajo la inspiración del rector Monge Alfaro; en esa tesitura se formaron muchos de los mejores periodistas que todavía hoy le siguen dando brillo a la profesión. Pero algunas circunstancias históricas hicieron que aquello cambiara y los responsables deberán responder porque las consecuencias son notorias y nefastas, sentencia el homenajeado.
Anécdotas
Dice don Beto que, aparte de las peripecias propias del nacimiento de una instancia académica que tenía como fuente principal el empirismo del reporterismo, de las dificultades para conseguir los recursos humanos y materiales, hubo dos hechos bien curiosos ligados a sus primeros años de director de la Escuela de Periodismo. Uno fue que dos de las estudiantes unieron al entonces extendido movimiento hippie, y desaparecieron para siempre. “Una muy talentosa, la otra común y corriente”, pero ambas se perdieron del mapa, nunca más volvimos a verlas.
El otro hecho curioso tuvo que ver con la costumbre, entonces también en boga, de rapar a los estudiantes de nuevo ingreso a la universidad. Pero resulta que muchos de los estudiantes de la naciente escuela eran ya hombres maduros a quienes no hacía ninguna gracia el que les raparan sus cabezas, y entonces se armaron las trifulcas porque los cabecillas de la peladera no permitían excepciones. Fue tanto el barullo que otra vez el rector debió hacer valer sus buenos oficios a favor de la Escuela, y finalmente logró convencer a los tijereros de que no pelaran a los periodistas, a quienes presentó como estudiantes avanzados, estudiantes de posgrado, lo que para la época resultó muy impresionante y convincente.
Animada por el maestro y siéndole infidente, según lo confesó ella misma, la doctora Sonia de la Cruz, del primer grupos de estudiantes y hoy profesora de la Escuela, relató lo que don Beto les contara una vez, a propósito de los apuros que enfrentó para conseguir profesores para la naciente institución. Resulta que, cuando le habló a don José Marín Cañas para que fuera a dar clases, el célebre escritor y periodista le contestó que no, que él no iría hasta San Pedro por mil colones, que era el sueldo de entonces. Don Beto, convencido de la importancia de contar con los servicios de Marín Cañas, se fue a la rectoría y consiguió que subieran la oferta a mil doscientos. “Y don José aceptó, … así que por doscientos pesos nos dimos el lujo de tener como profesor a semejante maestro”, comentó De la Cruz.
Y para terminar las anécdotas, ahora siendo quien esto escribe el infidente con doña Sonia, nos contó ya en el ambiente informal, que el grupo de mujeres que formaban parte de la primera generación de estudiantes de la escuela, un buen día decidieron ir adonde el director a pedirle que les permitiera ir con pantalones a las lecciones, porque por entonces solo se iba en enaguas a la U. Don Beto las recibió muy amablemente y a su ruego les contestó: “Vean muchachas, yo las prefiero en enaguas, pero pueden venir con pantalones”.
Don Alberto hijo
La solemnidad del acto de inauguración de las celebraciones del XL aniversario de la ECCC, cerró, como corresponde, con una conferencia magistral a cargo del doctor Alberto Cañas Collado, hijo de don Beto, sobre el tema “Pensamiento no lineal, tecnología y mapas conceptuales”.
La excelente exposición del doctor Cañas Collado, subdirector del Instituto para la cognición humana y artificial, de la Florida, versó sobre un tema novedoso que habrá de tener, así confiamos, una gran injerencia en la actualización curricular de la ECCC, porque el tema de la generación de conocimiento a partir de los conceptos y sus relaciones, conduce a una concepción educativa basada en la formación integral, integrada e integradora del educando, en todos los niveles, incluido el universitario.
Es de esperar que esta propuesta del Dr. Cañas motive una participación cuantitativa y cualitativamente rica, de parte de toda la comunidad de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva que se apresta a celebrar en grande esos cuarenta años durante los cuales le ha dado valiosos frutos y aportes al país, desde dos campos fundamentales: la formación de profesionales en comunicación y la investigación sobre temas ligados a esa área de las Ciencias Sociales.
Y también es importante que la Escuela haga propicia esta celebración, y sobre todo las actividades académicas organizadas en ese marco, para ampliar su apertura a otros pensamientos, a otros puntos de vista, sobre todo el de aquellos que, habiendo pasado por sus aulas, pueden enriquecer las tareas docentes y de investigación y las propuestas de actualización curricular, con el acerbo recogido en la experiencia profesional del día a día, en el contacto permanente con la realidad nacional, tan lejana a veces de las aulas universitarias y tan necesaria como ingrediente para la elaboración de las nuevas concepciones teóricas y metodológicas.
(Primera Plana)
Columnista huésped | 20 de Abril 2008
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