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Conciencia ciudadana

Columnista huésped | 16 de Abril 2008

Por Víctor Ramírez Z.

La historia del poder está plagada de silencios, evasiones y disimulos. Dentro de sus círculos se habla en voz baja; lo elegante y lo decente, para ese código ético, es guardar la compostura, cuidarse las espaldas; evitar toda palabra o gesto altisonante que ponga los puntos sobre las íes. Pasión y prudencia son las cualidades psicológicas del estadista. Sin embargo, la mayoría de los políticos solo hacen gala de la prudencia. Es una prudencia timorata y egotista que sobre todo privilegia el beneficio personal y de la secta.

Esta común conducta del poder inevitablemente confabula contra la posibilidad de enfrentar con éxito los más graves problemas de la sociedad. ¿Por qué? Porque la primera condición para enfrentar un problema público de gran envergadura es identificarlo y diagnosticarlo, con todas sus palabras, frente a la opinión pública, y hacer partícipe a la ciudadanía de sus causas y sus posibles soluciones. Las soluciones sostenibles de los problemas de orden público requieren inexorablemente el apoyo, el control y el impulso ciudadano. Por eso, las reservas morales de la ciudadanía son el factor más determinante en el curso de cualquier sociedad democrática. Cuando segmentos importantes de la sociedad se dejan arrastrar por el cinismo, la impunidad y la impotencia, quedan abiertas las puertas para el desastre; por el contrario, cuando la mayoría es capaz de reaccionar con indignación e independencia de criterio frente a hechos de clara naturaleza ilegítima, es muestra contundente que existen fuertes reservas ciudadanas para evitar el desplome.

El periódico Al Día publicó una encuesta realizada por la empresa Demoscopía que midió, en caliente, el pulso ciudadano sobre el tema de la abrupta salida del ex ministro Fernando Berrocal. Los datos que arroja esa encuesta son contundentes: un alto porcentaje de la población (al menos un 75%) repudió la actuación del Gobierno sobre este delicado y espinoso tema y, por el contrario, una amplia mayoría respaldó al ex ministro (solo el 15% de la muestra otorgó apoyo al Gobierno). Buen olfato ciudadano.

Probablemente ningún tema posee tanta importancia sobre el futuro cercano de la vida de nuestra pequeña nación, que el del narcotráfico. Los resultados de esta encuesta son una nueva demostración que el país continúa teniendo una sólida reserva ciudadana capaz de reaccionar con independencia y lucidez, por encima de colores políticos, sobre lo más cruciales problemas nacionales.

El desacertado manejo del gobierno en este asunto le ha abierto, en la opinión pública, una honda grieta a su confianza y credibilidad. Las decisiones gubernamentales, en vez de aplacar las aguas, han dejado una espesa estela de dudas e interrogantes. La visita del ex ministro Ramos a los salones presidenciales horas antes de la reunión en la que se acordó la separación del ministro Berrocal, fue un acto surrealista que, si no ha levantado mayor roncha, es porque, en algunos campos, nuestra cultura política continúa siendo rudimentaria.

Costa Rica fue la única nación latinoamericana que logró evadir la ola de dictaduras, cuartelazos, sublevaciones populares y guerrillas que azotó la región durante varias décadas del siglo pasado. No fue un acto fortuito. Nuestra nación fue construida, a partir de 1948, con valores e instituciones que fueron adecuadas salvaguardas contra esas tempestades. Hoy, por el contrario, circunstancias geográficas, políticas, legales, policiales y culturales nos convierten en una presa relativamente fácil para ser devorados por este monstruo de mil cabezas. Fernando Berrocal alzó la voz y nos invitó a todos a rastrear el pasado y el presente, a hurgar acciones y omisiones, a sentar responsabilidades legales y políticas. La guerra contra el narcotráfico y la criminalidad que Costa Rica tiene planteada no se puede emprender con prudente lenguaje de salón. Fernando Berrocal tuvo el coraje para enfrentar el problema, y la capacidad de buen comunicador para colocarlo en letras grandes en la conciencia nacional. Y la conciencia nacional respondió a la altura.

Los “boconazos” del ex ministro Berrocal, que hoy, con la poca información que se ha dado a conocer, sabemos que no fueron tales, sacaron a la sociedad costarricense de un peligroso letargo sobre un problema que ha penetrado algunas fibras del poder, cada barrio y miles de familias costarricenses. Y la conciencia ciudadana vigilará, como nunca antes, la actuación de unos y otros en esta batalla nacional.

(Página Abierta - Diario Extra)

Columnista huésped | 16 de Abril 2008

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