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Enfoque

Jorge Vargas Cullel | 27 de Marzo 2008

Hace poco se cumplieron cinco años de la invasión de Iraq por EE. UU. En el discurso de aniversario, el presidente Bush proclamó victoria -“se ha abierto la puerta a una victoria estratégica en la lucha contra el terrorismo”- y señaló la importancia de la invasión: “El mundo está mejor, Estados Unidos está más seguro”.

La última vez que consulté el diccionario, el 24 de marzo a las 9:04 p. m., la palabra “victoria” tenía dos significados: “vencer al adversario” y “alcanzar el éxito en una lucha o empresa, a pesar de las dificultades” (Consulté el Merriam-Webster online Dictionary por si esta palabra significa algo distinto en inglés). Visto así, la única victoria que puede proclamar Bush es haber destronado a Sadam Hussein. Pero, si su objetivo es tumbar regímenes autoritarios y decir que el mundo mejora, le quedan pocos meses para invadir otros países.

Cantar victoria en Iraq es importante pues las razones que se dieron para invadirlo fueron falsas. No había armas de destrucción masiva ni vínculos con Al-Qaeda, como oficialmente lo confirmó hace poco el Pentágono. Si la justificación política se esfuma, solo queda mostrar una misión cumplida. “Júzguenme por los resultados”, diría el político, “aunque los costos hayan sido altos”.

Los costos han sido enormes. Más de 100 mil iraquíes muertos (cifra conservadora), cerca del 10% de la población iraquí estáasilada en países vecinos, 4.000 norteamericanos muertos. Cada día de guerra cuesta centenares de millones de dólares. Iraq sigue sumido en una guerra civil, su reconstrucción ha sido lenta, con fracasos y corruptelas. La violencia, atenuada como consecuencia del cambio de estrategia militar, está estancada en los niveles del 2005.

En cuanto a objetivos, el panorama es desolador para EE. UU. La invasión fortaleció a Irán, su archienemigo. La pretensión neoconservadora de instaurar en Iraq una democracia occidental de libre mercado se ha esfumado. El país se convirtió en un campo de entrenamiento de terroristas (que no lo era) y la remodelación estratégica del Medio Oriente no arrancó.

En política todo es rematizable. Hasta los perdedores dicen: “Hemos ganado”. Hace cuarenta años, cuando las cosas se complicaron en Vietnam, un senador sugirió al entonces presidente Johnson: “Declare victoria y márchese” (o sea, ponga cara de bravo y jale). El presidente Bush innova la doctrina: “Declare victoria y anuncie que se queda recibiendo tiros”. Es decir, si la realidad no encaja, peor para ella. ¡Qué desastre heredará el próximo presidente de EE. UU.!

(La Nación)

Jorge Vargas Cullel | 27 de Marzo 2008

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