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Don Florencio y nuestro pensamiento propio

Columnista huésped | 27 de Marzo 2008

Por Marina Volio, abogada e historiadora, ex ministra de Cultura

Felicitaciones al Pbro. Miguel Picado al recordarnos sus estudios de doctorado en España, precisamente sobre la Constitución de 1812, con especial énfasis en la importancia que jugaron en el proceso constitucional los sacerdotes liberales, entre ellos, nuestro representante don Florencio del Castillo. [www.tribunademocratica.com/2008/03/elevangeliodedonflorencio.html]

Por designios de la Divina Providencia, sin saber que nos encontrábamos en el mismo lugar y hurgando en el tiempo de la Historia, en los mismos corrillos, estantes y documentos de la Cortes Españoles, en aquellos sofocantes veranos madrileños, otra costarricense, estudiaba la participación de nuestros diputados centroamericanos en las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz.

Mi primera inquietud era buscar quién había sido y cuál su importancia, para que el ilustrísimo benemérito de la Patria y uno de los más extraordinarios representantes del liberalismo costarricense, don Ricardo Jiménez Oreamuno, en el año 1926, siendo Presidente, le hubiese prohibido a la Imprenta Nacional publicar los discursos del que luego fuera Secretario, Vice Presidente y Presidente de la Cortes Españolas, don Florencio del Castillo. En criterio del expresidente Jiménez Oreamuno, tan liberal y tan católico al mismo tiempo, aún cuando a algunos les cueste entender ese pensamiento, consideraba que publicar los discurso de don Florencio era perder el tiempo y el papel, porque en Costa Rica nadie se interesaría en leer sus discursos. Así que en su propio país, en el siglo XX, don Florencio fue silenciado por el mismo presidente de la Republica.

Muy joven aún y con deudas pendientes con don Ricardo, para la joven estudiante costarricense, la posición política de aquel me indignaba. Hoy, con el transcurrir de los años y de andar muchos caminos en la academia y en la política, he comprendido que don Ricardo fue sabio en semejante decisión y que tanto me molestó. Fue sabio porque hasta el día de hoy los discursos de don Florencio no son objeto de análisis ni en escuelas ni en colegios. Y la mayoría de los costarricenses, lo único que saben de él es que existe una autopista que va a Cartago, la Muy Noble y Leal Ciudad de Cartago, título que para ella conquistó don Florencio.

Pero bueno, por suerte, para eso es la juventud, fui terca y constante en la búsqueda de lo que uno ansia. Estudie minuciosamente el pensamiento de don Florencio y de lo que llamé la fracción centroamericana en las Cortes Gaditanas. Guiada en mi tesis doctoral por el gran historiador español-americano de corazón, Dr. Mario Hernández Sánchez Barba, tesis doctoral que luego publicó la librería Juricentro. [Costa Rica en las cortes de Cádiz. Prólogo del doctor Mario Hernández Sánchez-Barba. San José: Editorial Juricentro, 1980].

Mi enfoque fue analizar el pensamiento de don Florencio desde el punto de vista de lo que en derecho llamamos el derecho civil y, desde otro, los derechos políticos que a partir del decreto de convocatoria a Cortes, como ciudadanos de la Monarquía española y no ya como colonias, tendríamos que analizar y defender como parte consustancial con la Defensa de los Derechos Humanos y la liberación de toda forma de esclavitud para los pueblos o sectores de la población que eran oprimidos, es decir, las castas, los que tuvieran la piel no blanca sino pintada…

No contenta con los archivos madrileños, me trasladé, con la ayuda de mis amigos gaditanos, a estudiar a la ciudad de Cádiz, a la Iglesia de San Felipe Neri, en las angostas calles gaditanas, en sus balcones, en la amistad y el cariño de los gaditanos del siglo XX, el recrear el ambiente en el que vivieron y soñaron nuestros diputados.

Ahí encontré también, en las aguas de sus ríos, de donde procedía su pensamiento constitucionalista. Conocí los lugares secretos de las tertulias españolas, francesas y en especial, de los comerciantes ingleses. De la prensa inglesa llegaba el pensamiento moderno que no podía pasar por territorio español al estar dominado por las tropas napoleónicas. Con el comercio viajaban las nuevas ideas.

A Gadix, encuentro de árabes, argelinos y americanos comerciantes llegaba el debate y la discusión de las ideas de la Ilustración. De si el Derecho era de origen Natural, es decir, divino o si era un derecho positivo, producto de las circunstancias históricas.

Todo aquel debate fue formando una ideología propia para los americanos que muy pronto comprendieron que la nueva Constitución que iban a promulgar, traería consigo el germen de la libertad e Independencia de América.

Por ello, al ser suprimida la Constitución promulgada el 19 de marzo de 1812, como símbolo de la libertad y de los nuevos tiempos, el Rey de España asumiendo de nuevo el trono en 1814, abolió aquella Constitución peligrosa y así gobernar de nuevo con su solemne voluntad y no la del pueblo. Lo que no comprendió el Rey Fernando VII fue que a los territorios peninsulares de España les podía abolir sus derechos fundamentales pero no así a la otra España, la ultramarina, la americana, tal y como se nos llamaba entonces.

Porque en Costa Rica proclamamos la Independencia de España pero dejamos vigente la Constitución de 1812, en sus principios fundamentales hasta la Constitución de 1949 como diría, al promulgarse el 7 de noviembre de 1949, el gran jurisconsulto Mario Alberto Jiménez.

En España, privados de sus derechos y de su libertad, la Constitución se convirtió en el grito de: VIVA LA PEPA. Era la forma ingeniosa de un pueblo de gritar VIVA LA LIBERTAD, sin ser tomado prisionero. Es la manifestación del ingenio popular ante la represión militar. Si se les detenía por los gendarmes, la respuesta de españoles y americanos fue: todas nuestras mujeres las llamamos cariñosamente Pepitas. A ellas las bautizamos con el nombre de Maria José. Y también los hombres eran don José. Basta recordar el amor de don José por Carmen en la plaza de Toros de Sevilla…

Dos costarricenses, llegados de allende los mares, don Miguel y doña Marina, sin encontrarse nunca, buscaban los mismos ideales de aquel humilde, sencillo y brillante diputado de Ujarrás, cuyo nombre esta gravado en el frontispicio de la Iglesia de San Felipe Neri, al lado de los otros grandes: don Antonio Larrazábal, de Guatemala, Mejía Lequerica, del Ecuador y del “divino” Agustín de Argüelles. Todos aquellos que de una forma u otra dieron su vida luchando por sus ideales. Unos en las cátedras, en la política y el extraordinario diputado del Ecuador, muriendo en las cárceles como prisionero político.

Hoy, otro costarricense, valiente escritor y defensor de nuestra democracia, don Armando Vargas, en el discurso de incorporación como miembro de la Academia de la Lengua, le hace el honor a don Florencio hablando de su Evangelio y se ennoblece a sí mismo, al anunciarnos de nuevo el Evangelio de don Florencio. Es decir, de la Buena Nueva. Pero esta vez, anunciando, con gran rigurosidad de investigador de nuestra Historia, como ese evangelio lo llevo también al exilio político, en México. Nos completa en esta forma, don Armando, la Carta de Navegación de la vida de don Florencio.

Loas a don Florencio y felicitaciones a don Armando Vargas y al Pbro. Miguel Picado, defensores de la soberanía, la representación del pueblo, de la libertad de expresión. Dignos representantes de aquel Evangelio proclamado en España y en la América Española por don Florencio del Castillo. Y que hoy, en la Costa Rica del siglo XXI nos recuerdan tener siempre presente el pensamiento propio. Que no necesitamos citar a otros autores. Que tenemos los propios para seguir enarbolando su bandera.

Columnista huésped | 27 de Marzo 2008

2 Comentarios

* #4052 el 28 de Marzo 2008 a las 11:40 AM Rogelio Ramos Valverde dijo:

He leído con la mayor complacencia el artículo de Marina, Marinita como la digo yo cariñosamente. Me trae el recuerdo imperecedero de su padre, el general Jorge Volio, por mil títulos partícipe en nuestras aventuras política, no solo mías sino de mis tíos Fernando y Jorge Valverde Chaves. Y las mías cuando siendo yo liceísta, pasaba de tarde en tarde por la casa de don Jorge - a pocos metros de Liceo- para nutrirme de sus esclarecidos conocimientos; de su participación en la vida política de los años veintes del siglo anterior, en lucha por los más necesiados. Marinita todavía una escolar asomaba su figura en el zaguán de la vivienda.

Este escrito rememora su paso por la España peninsular, fijando su meta en la Constitución Española de 1812, y en el anecdotario de don Florencio del Castillo, a quien Armando Vargas ocupa sus afanes para dejarnos con el sabor del más puro linaje costarriqueño. Allí estuvo, durante sus debates el representante nuestro, noble pensamiento liberal enfrentado a los “godos” de la reacción española.

Acude Marinita al exilio de don Florencio cuando en 1813, restablecido en su trono Fernando VII, deja sin efecto la Constitución al grito del conservatimmo peninsular de “Vivan las cadenas”, frase reconocida en la represión franquista de “Muera la Inteligencia”.

Eran momentos donde la independencia latinoamericana estaba en vilo; derrotado Bolívar, deja para la historia dos grandes monumentos políticos: el Manifiesto de Cartagena y la Carta de Jamaica; alarde de mirar el porvenir dentro de la derrota, en un estilo que recuerda en mucho los Comentarios de Julio Cesar. Y ese empecinamiento del Libertador que trajo la victoria donde antes las fuerzas realistas dejaban el campo republicano mutilado.

Bueno es recordar al Papa Pío VII, el mismo que Napoleón tomó como rehén. cuando el 30 de enero de 1816, hizo pública la Encíclica de ese año, donde, refiriéndose implicitamente a Bolívar lo tiño de alborotero, y pidió a los pueblos de estos países que Marinita llama la España ultramarina, seguir sometidos a “Nuestro carísimo Hijo en Jesucristo, Fernando vuestro Rey Católico”, el mismo que restableció la Inquisición en medio de un gobierno despótico.

América Latina siguió su ruta y el diciembre de 1824 terminó en Ayacucho la presencia colonial española en el Continente; quedó Cuba en el naufragio de 1898. De allí España, levanta vuelo con sus pensadores y literatos. La España que todos admiramos y queremos.

* #8580 el 4 de Julio 2008 a las 10:48 AM Alberto Chaves dijo:

He leido con atención el comentario emitido por la Señora exministra de Cultura Lic: Marina Volio en su artículo del 27 de Marzo de 2008 y me parece muy loable su intención de resaltar la figura del Ilustre Benemerito de la Patria Presbitero Florencio Del Castillo del que poco se ha informado a través de nuestros medios y lo más lamentable es que nuestro sistema educativo no se interese en informar a nuestros estudiantes de la Labor que este ilustre hombre nacido en el corazón de nuestra tierra ocupara un cargo de tal envergadura en las Cortes de Cadiz hace dos siglos sus luchas por los más desposeidos lo llevaron a coronar sus sueños y fue electo Presidente de las mismas, años mas tarde se trasladó a Mexico donde en el Estado de Oaxaca terminó su obra y la historia mexicana le recuerda junto al no menos ilustre Benito Juares. Y en esta su tierra la mayoría de los costarricenses por quien este hombre de bien dio su vida no saben que en nuestra patria no solo una autopista como manifiesta Doña Marina Volio lleva su nombre, también el Centro Educativo De Cachí de Paraíso que en el presente año cumple un siglo, lleva el nombre de este ilustre hombre y cada año en el mes de octubre, se celebra la fecha de su natalicio, pero son los representantes de la embajada mexicana los que en algunos ocaciones hacen acto de presencia, para nuestros funcionarios públicos la figura del Presbítero Florencio Del Castillo no está dentro de pensamiento; o sea es uno más, y lo más lamentable es que cuando se hace mención a su nombre se ha creado confusión, y sustento mi comentario en dos artículos en los que usted puede constatar esta aseveración de mi parte, y cito la Pagina de Benemeritos de La Patria en donde se hace mención a los siguiente:

“Florencio DEL CASTILLO SOLANO

Nació en Ujarrás de Cartago el 17 de octubre de 1778. En el año 1802 recibió la ordenación sacerdotal.

En octubre de 1810 fue electo diputado por nuestro provincia ante las Cortes de Cádiz. Llegó a Cádiz el 29 de junio de 1811, se destacó su actuación en las Cortes de Cádiz para aliviar la vida de los indios y los negros en América.

Disueltas las Cortes de Cádiz pasó a México, donde fue elevado a Canónigo de la Iglesia de Oaxaca y miembro de la Junta Directiva de estudios para la Cátedra de Derecho Público que había formar el Cuerpo Académico del Instituto de Ciencias y Artes del Estado.

Murió el 26 de noviembre de 1834, en Oaxaca, México.

Declarado por la Asamblea Legislativa BENEMÉRITO DE LA PATRIA, por acuerdo No. 1196 de 23 de marzo de 1972..” Observese que el segundo apellido es Solano común de nuestra tierra y en los artículos publicados recientemente por este medio y cuyo autor es Armando Vargas Araya en su artículo “El evangelio de Don Florencio (2 de 2) Armando Vargas Araya | 6 de Diciembre 2007” y transcribir literalmente: “Nace en 1778, en Ujarrás, tercer hijo de la señora doña María Cecilia del Castillo Villagra. Es bautizado con el nombre de Florencio José, acorde con el santoral que marca el 17 de octubre como día de San Florencio mártir, obispo de Tréveris. Sus hermanos son doña Petronila, la primogénita; don Rafael, el segundo; don Demetrio, que le sigue a él; y don Luis, el benjamín. Le consigna como hijo de María Cecilia Castillo Villagra”, un segundo apellido Villagraque no es común en nuetro pueblo y más bien nos remite a Nicaragua, entonces para Los ilustres Diputados de la Asmblea Legislativa en 1972, Don Florencio es hijo de María Cecilia Castillo Solano apellidos que siempre fueron por los que se le conoce en nuestra comunidad, la misma donde Florencio nació el 17 de octubre de 1778, y para don Armando Vargas Araya, Don Florencio es Hijo de María Cecilia Castillo Villagra, esta incongruencia genera dudas ya que si este fuera el caso estaríamos en presencia de dos personajes diferentes, debido a que en nuestro sistema de Registro Civil una sola letra lo refiere a otro individuo. La Escuela Florencio Del Castillo se llamo así durante 86 años y nuestros certificados rezan Escuela Florencio Del Castillo y la historia trasmitida cada año durante esas casi nueve décadas se le designó al Presbítero Florencio Del Castillo como hijo de María Cecilia Castillo Solano, fue después del año 1996 que el nombre fue cambiado y hoy la Escuala se llama Centro Educativo Florencio del Castillo Villagra, sinó que todavía se le agregó una “s” Villagrás, ante esta confusión sería bueno que se hiciera una investigación y sería la Oficina de Nomenclatura la que viniera a aclarar esta duda, lo más raro es que este cambio de nombre se le hizo solo a la Escuela centenaria y la Autopista y a la UCA se siguieron llamando Florencio del Castillo así no más. Pero por lo menos el consuelo que nos queda es que ahora se habla de Florencio y como dice el Himno de la Escuela:

“Nos reunimos aquí jubilosos en memoria del noble varon que le dió a Costa Rica sus luces y a los hombres les dió el corazón.

Proclamemos alegres el nombre varón que nació en Ujarrás y que supo a traves de la historia ser antoncha de lumbre inmortal.

En estas dos estrofas se plasma parte de la historia del Presbítero Florencio Del Castillo Solano de pura cepa para orgullo nuestro del pueblo de Ujarrás Paraíso. Atentamente su servidor

Alberto Chaves Cordero cédula 3-234-933 Exalumno de la Escuela Florencio Del Castillo a toda honrra

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