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Caminando fui lo que fui

Columnista huésped | 20 de Marzo 2008

Por Flora Ovares Ramírez

“No me arrepiento de lo que hice. Y lo volvería a hacer si esto contribuyera al proceso de paz”. Con estas palabras se refirió Francisco Gutiérrez a su actuación de 1996 cuando recibió en su casa a dirigentes de las FARC, en el marco de las negociaciones en las que participaban el gobierno de Costa Rica, Óscar Arias y García Márquez, entre otros.

La actitud del señor Gutiérrez contrasta con las declaraciones de varios políticos que tratan por todos los medios de desvincularse de cualquier nexo con él y su familia, en cuya mesa comieron. Esta posición, si bien comprensible en el actual ambiente de cacería de brujas, no deja de ser descorazonadora.

No podemos renunciar a nuestra biografía política. Muchos apoyamos a los sandinistas antes de que se convirtieran en dirigentes inescrupulosos o sentimos simpatía por la guerrilla colombiana antes de que se aliara con el narco y se dedicara a secuestrar gente. Y, por lo menos yo, volvería a apoyar a algunos de esos grupos si las circunstancias fueran las mismas.

Eso no le da a nadie el derecho de juzgar mis acciones fuera del contexto en que se produjeron, como han hecho algunos medios de comunicación ahora con Gutiérrez y su esposa.

Y sobre todo, esperaría que mis conocidos y amigos no empezaran a lavarse las manos y a pasarse de acera si me niego a olvidar lo que he sido cuando la vida tocaba a creer en un futuro mejor.

De Francisco Gutiérrez sé decir que ha sido una persona firme, solidaria y valiente. Recuerdo que, hace ya muchos años, estando yo en secundaria, fue el único director de colegio que apoyó la iniciativa de algunos jóvenes que queríamos fundar un periódico de acción católica. Y desde entonces sólo he recibido de su parte apoyo y respeto.

Espero que la situación se aclare y que cada uno asuma su papel y su responsabilidad histórica y personal. En lo que a mí respecta, puedo estar desilusionada y llena de escepticismo por haberme equivocado. Pero quisiera que nunca el temor o la ambición me lleven a caer en el juego de negar mi pasado.

Columnista huésped | 20 de Marzo 2008

1 Comentarios

* #3859 el 22 de Marzo 2008 a las 12:58 PM Jiddu Rojas dijo:

En medio de la opacidad de esta cotidianeidad polìtica triste y tenebrosa , el artìculo de la Catedràtica Flora Obando, se nos regala como una briza de transparencia y criticidad. No sin estar excentos de autocrìtica, esta debe ser la tònica justa, que de cuenta de un contexto polìtico complejo. El escàndalo y la falta de sobriedad, se lo regalamos a los Medios, y su desinformaciòn organizada. Dejemos pues de manipular los temores colectivos, de justificar lo injustificable y de ocultar los crìmenes del Gobierno y del Estado Colombiano, tan sòlo exagerados y sistematizados por el autoritarismo conservador de la Administraciòn Uribista. Està claro que en las barriadas populares urbanas y en el gran campo colombiano, no hay Estado de Derecho mìnimo, sino terrorismo de Estado y violencia Paramilitar, y mucha violencia econòmica por parte de los brutales terratenientes y la Oligarquìa Colombiana. No justifica esto , tal vez, otras polìticas de resistencia popular extrema por parte de la Insurreccciòn Colombiana; sin embargo, hay un contexto muy complejo y nunca unidimensional. Esta es la sincera opinión de muchos latinoamericanos, y que tiene fundamento , no en la propaganda de uno y otro lado del conflicto, sino del diagnóstico de cualquier científico social consecuente.
Por lo demàs los honestos esfuerzos polìticos de costarricenses por la paz de los pueblos hermanos, dentro del Principio de Legalidad (Negativo Y Positivo) y de acuerdo al Principio de Soberanìa de cada Naciòn, son perfectamente vàlidos y legìtimos. O al revès, y para explicarme mejor: El respeto en este caso al Pricipio de Autonomía de la Voluntad de ciudadanos costarricenses bien intencionados, define la legalidad absoluta de sus actos de solidaridad con los pueblos hermanos. En ningùn lugar està penalmente tipificado lo contrario, y si lo estuviese, serìa inconstitucional. Bueno y lo màs importante, la claridad polìtica de estas acciones tuvo un marco hisòrico que les diò, ya no sòlo absoluta legalidad, sino ademàs una legitimidad autènticamente democràtica. Finalmente,y para humildemente acompañar la transparencia y la honestidad polìtica de esa Generaciòn ,-representada por Doña Flora Obando y por muchos otros(as) Compañeros(as) Luchadores(as),- recordemos mejor al trovador, y terminemos la canciòn : “…Allà Dios que serà divino…yo me muero como vivì.”(EL NECIO, de Silvio Rodrìguez). ¡Gracias Doña Flora por su decencia cìvica! Jiddu Rojas.

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