América eres joven y bella, tu cabeza se posa erguida y racional en la parte superior del continente. Tu cuerpo me parece más hermoso que tu pálido e inexpresivo rostro, llama la atención la belleza que expresas a partir del collar de plata al que llamaron bravo hasta tus pies en la tierra del fuego.
América, tu talle mesoamericano encierra un corazón sabra apasionado y tierno, que vibra entre los cantos de tus hijos y sufre ante la injusticia que padecen. De tu torso moreno estiras un brazo dejando emerger entre el mar y la arena, finos dedos caribeños. Tu estilizada cintura ístmica se torna ancha en las caderas amazónicas.
América altiva y mestiza, donde orgullosamente tus razas se mezclan para ofrecernos gente hermosa y alegre, con ritmo latino y sabor caribe. Eres sensual y en toda tu extensión brota orgullosamente la mezcla inconfundible de la multiculturalidad.
América triste porque hace 500 años fuiste “descubierta” y ultrajada, te explotó un viejo continente y cuando se cansó, vinieron desde el norte a continuar la humillación que otros habían iniciado, ahora te subastan a todos llamando a ese despojo globalización.
Mientras roban tus tesoros, te convierten en deudora y te abren cuentas en la seguridad que nunca vas a poder cancelar para hacer eterna tu esclavitud. Tantos años de explotación han socavado tu dignidad y ahora también escarban entre tus entrañas tesoros que sigilosamente escondías en tus selvas y costas ricas.
América fresca cubierta de verdor cual musgo inagotable de vegetación, bordada de insondables cordilleras y arropada con un reboso calado como una telaraña de ríos fogosos e inquietos, que dejan escapar rocío para cubrir con motas de algodón tus bosques lluviosos. Los más grandes mares bañan tu cuerpo, por la mañana ves salir el sol y por la tarde se acuestas pacífica viendo celajes de interminables colores.
América eres color, música y poesía. Siempre danzarina e inquieta, que vibras al ritmo de los retumbos de volcanes y terremotos. Sobre tu piel silba el viento y los huracanes, que te empapan para sacudirte y recordarte que tu riqueza no está en la depredación de tus bosques sino en conservar lo que Dios te regaló.
América Latina, pequeña como todo cambio que comienza y luego se hace grande. América Latina grande para quienes en tu regazo nos sentimos seguros y te amamos por ser nuestra madre generosa.
América Latina, ha llegado tu hora de cambiar el mundo a uno más humano, cálido y equilibrando. Sibö te entregó la semilla en granos de maíz de diferentes colores como las razas, a nosotros nos corresponde sembrar la semilla, calentarla con la luz de la solidaridad para que germine de nuevo la esperanza.
Flora Fernández | 30 de Marzo 2008
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