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Al Puerto en bus

Flora Fernández | 24 de Marzo 2008

Mi hijo mayor es un legítimo yuyo y cuando se propone cualquier cosa es tan persistente, que nadie logra disuadirlo de lo contrario.

Desde que comenzó la Semana Santa me insistió en ir al Puerto en bus y el Sábado Santo, equipada de un termo de café y sanguchitos, como simples “huevosduros” llevamos una merienda para el camino. Temprano estábamos en la Terminal de buses de Puntarenas en Barrio Los Ángeles comprando los boletos de bus.

Como comentario al margen pero de gran importancia es que encontramos un volante amarillo impreso en letras azules del Comité Patriótico de Esparza urgiendo el aumento de buses directos y no solo por la mañana como está actualmente. De dicha gestión ya tienen un logro concreto: a partir del domingo 23 de marzo saldrá un bus directo a las 5:00 pm del parque de Esparza hacia San José, garantizando un transporte seguro los domingos por la tarde. La importancia de esta gestión es que demuestra que los Comités Patrióticos de todo el país han encontrado nuevas acciones locales que les mantienen activos y con propósitos muy claros. No me queda duda que los comités tendrán una vida larga y fructífera.

Volviendo al viaje, los choferes de esos buses son verdaderos profesionales, hacen sentir seguro al pasajero, están bien entrenados, son corteses, conducen con prudencia y seguridad. En dos horas estábamos llegando a Puntarenas en un calor agradable porque soplaba una brisa deliciosa.

Al llegar al muelle vimos un enorme crucero blanco y la curiosidad de mi hijo lo hizo llegar hasta el portón a preguntarle al guarda si podíamos pasar. La respuesta seca y tajante lógicamente era ¡NO! Cuando yo era niña, la caminata por el muelle era de rigor y a nadie se pedía permiso, porque los puertos eran nuestros.

Recorrimos el paseo de los turistas hasta llegar a la punta. Gran cantidad de “huevosduros” como nosotros disfrutaban de un día de playa, mientras obesos turistas extranjeros miraban con desdén a “los nativos” y esas “horribles” costumbres de llevar comida de la casa. Mi hijo y yo más bien nos identificamos con esa forma frugal y sencilla de pasear sin gastar tanto dinero.

Es curioso, pero durante el recorrido a pie se nos olvidaron los problemas de seguridad ciudadana de la capital, el humo y los constantes pitazos de los carros. Ahí la vida transcurre apacible. Cantidades de vendedores ambulantes ofrecen papalotes, chancletas, lentes y muchas otras cosas todas a mil pesos, no hay una odiosa policía municipal que los persiga y les robe la mercadería mientras los maleantes hacen lo que les da la gana como lo veo a diario en San José.

En la caminata de regreso, nos desviamos al Parque Cañas al lugar donde fueron asesinados el General Cañas y el Presidente Mora a rendir un breve tributo a los héroes que siguen vivos en nuestra memoria. 152 años y 2 días atrás, un Jueves Santo de un año bisiesto habían derrotado a Walker y apenas se recuperaban de la correteada y humillada que les dieron. Ahí, en silencio mi hijo y yo mirábamos el lugar donde en lugar de agradecerles la hazaña los inmolaron. El árbol de jobo ya no existe.

El día transcurrió de manera agradable y pausada. El atardecer lo contemplamos en las afueras de la Terminal de buses donde nos comimos un exquisito vigorón preparado por una mujer empunchada, como muchas más que lo sirven en hojas de almendro y de postre un granizado de hielo raspado que nos vendió un muchacho.

Al rato tomamos el bus de regreso luego de haber pasado un día maravilloso compartiendo mi hijo y yo un poquito de lo que todavía no nos arrebatan las corporaciones transnacionales como sucede en Guanacaste, donde sólo se puede ir con dólares, ropa costosa y a pagar alojamientos exclusivos (mejor dijo excluyentes) fuera del presupuesto de la mayoría de los ticos. En momentos que los combustibles siguen aumentando, esta opción de hacer turismo local es recomendable para muchas familias pues evitan accidentes, congestión vial y desperdicio de combustibles.

La felicidad no es algo perpetuo e inagotable, sino pequeños momentos de la vida, debo decir que el viaje al Puerto en bus, fue un rato feliz que compartimos mi hijo y yo, que recordaré por mucho tiempo. Agradezco tanto me regalara un día tan lindo en la vida, sólo podré corresponderle organizando a otro destino, un viaje similar… y de nuevo en bus.

Flora Fernández | 24 de Marzo 2008

1 Comentarios

* #4013 el 27 de Marzo 2008 a las 08:00 AM Sol Fernandez-Val dijo:

Me encanto el relato, la experiencia, no solo el hecho del compartir con tu hijo, que supiera tan tico, tan tradicional. Me dio envidia de la buena. Imagino que otro dia tomaran el tren a Mata Limon. sino es que Julio y vos ya lo han hecho.

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