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Enfoque

Jorge Vargas Cullel | 14 de Febrero 2008

Un día de estos, Varguitas explotó: “Con las tasas de interés por debajo de la inflación y el dólar por el suelo (y con visos de irse al sótano), ¿para qué ahorrar? Si de todos modos quiero ahorrar, solo por necio y porque mis papás decían que era un buen hábito, ¿dónde hacerlo? ¿En qué moneda? ¡Qué va, no entiendo nada! Mejor me echo encima la platilla que tengo, y la consumo en un dos por tres. Ya me compro cuatro licuadoras y tres perros; además, regalaré implantes a la primera jovenaza de profesión mo-de-lo (así, con la boquita en forma de corazón) que pase”.

Un buen y paciente amigo economista replicó: “Ya sabés que el Banco Central bajó las tasas de interés para equipararlas con las del mercado internacional. Si las hubiésemos mantenido altas, capitales especulativos habrían volado hacia aquí y, al inundarnos de dólares, podrían haber desestabilizado el tipo de cambio. Para evitar un mal mayor, alguien tenía que salir rascando; en este caso, vos como ahorrista. No pongás esa cara: si tenés alguna platilla, endeudate. Además, ¿no ves que los préstamos están baratos? Comprate un terreno: la tierra va siempre para arriba. Otra opción es pasar la plata a euros o libras esterlinas”.

Vargas (o sea, Varguitas serio) dijo: “Lo de especular en monedas no es para mí. Mis fondos son el ahorro para cuando viejo, son poca cosa y hay que estar metido en el mundo financiero para saber cuándo entrar y salir. No soy un ahorrador sofisticado. Lo del terreno puede ser, pero miralo en otro sentido: si todo el mundo hace lo mismo, alimentaremos una burbuja inmobiliaria, atizaremos la especulación. Los dueños de los terrenos están haciendo clavos de oro y no pagan ningún impuesto por el platal que ganan. No me hace ninguna gracia la situación en la que me pusieron”.

Y este amigo, de nuevo: “Vos estabas hablando de tu situación y el consejo mío responde a tu problema como ahorrista individual. Para variar, me hiciste un truco: cambiaste el plano y ahora me salís con economía política. Desde ese punto de vista, algunos pierden (gente como vos y los exportadores, después de muchos años tranquilitos) y otros ganan: los dueños de tierras, como dijiste, y también los importadores. Acepto que se crea una distorsión: fomentar el consumo desmedido basado en endeudamiento. Si la situación persiste, generamos un cambio inconveniente de valores: no ahorre, mejor gaste todo. Además, todo esto quizá alimente la inflación”.

Desarmado y desanimado, e igual de temoroso, Vargas solo atinó a mascullar: “Sigo creyendo que no deberíamos desincentivar así el ahorro. Sabés mucho, pero quedé igual”.

(La Nación)

Jorge Vargas Cullel | 14 de Febrero 2008

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