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Dolarizar la economía es nuestra mejor opción

Columnista huésped | 26 de Febrero 2008

Por Luis E. Loría, investigador IICE-UCR - [email protected]

El dólar en Costa Rica, luego de un largo periodo de bonanza, atraviesa una situación muy difícil. Para mayor claridad, dividiremos nuestro análisis en tres etapas. La primera etapa es un largo verano que comprende más de veinte años de minidevaluaciones, durante el cual el valor del dólar con respecto al colón aumentó. Entre enero de 1988 y enero de 2008, el tipo de cambio pasó de 72 a 493 colones por dólar, una devaluación acumulada del 576%. Durante los últimos 10 años, el valor de la moneda nacional frente a la norteamericana cayó en un 100%, de acuerdo con cifras del Banco Central de Costa Rica—BCCR. Para poner en perspectiva la magnitud de las devaluaciones vale la pena recordar que la devaluación del peso mexicano que contribuyó al colapso de la economía mexicana (efecto tequila), en diciembre de 1994, fue de un 110%, la devaluación del sucre ecuatoriano, a finales de 1999 y el inicio del año 2000, que llevó al país a la peor crisis financiera de su historia y a sacar de circulación su moneda fue del orden del 400% y la devaluación del peso argentino, a finales del 2001 y el primer semestre del 2002, al romper con el sistema de convertibilidad e instaurar el famoso “corralito” para evitar la fuga de capitales fue de aproximadamente 260%. La principal diferencia entre las devaluaciones en México, Ecuador y Argentina y el caso de Costa Rica radica en la gradualidad del proceso, no en el resultado que es, en todos los casos, el empobrecimiento de la gran mayoría de la población.

La segunda etapa es un corto otoño que inicia con la entrada al sistema de bandas (del 17 de octubre de 2006 al 22 de noviembre de 2007), durante el cual el tipo de cambio —controlado por el BCCR— se mantuvo relativamente estable. La tercera etapa es un crudo invierno que inicia con una nueva ampliación de las bandas el 23 de noviembre, desde ese momento hasta la fecha (10 de febrero) el tipo de cambio se desplomó en un 4.5%, para ubicarse en 493 colones por dólar, y se esperan caídas adicionales que podrían oscilar entre un 9% y un 19%, que ubicarían al tipo de cambio en niveles cercanos a 450 y 400 colones por dólar, respectivamente. Desde la implantación del sistema de bandas cambiarias, el 17 de octubre de 2006, hasta la mitad de febrero de 2008 el colón se revaluó en un poco más de un 5%. Es la primera vez, en más de dos décadas, en que los tenedores de colones se han beneficiado. Este resultado extraordinario y atípico no responde a un acierto particular en materia de política económica. Por el contrario, responde a la corrección impuesta por el mercado (pero limitada por el BCCR a través de la fijación de los límites de las bandas) a distorsiones en el tipo de cambio acumuladas durante el periodo en que estuvo vigente el sistema de minidevaluaciones. Sin embargo, los encargados de la política monetaria, hasta el momento, han preferido ajustes graduales —al igual que en caso de las minidevaluaciones, a través de ensanchamientos entre las bandas, no anunciados anticipadamente, frente a un ajuste más definitivo, que implicaría una liberación del tipo de cambio y la eliminación de las intervenciones del ente emisor en el mercado para defender el tipo de cambio.

Existe un amplio consenso entre analistas económicos en torno a que el tipo de cambio actual, fijado por el límite inferior de la banda en 493 colones por dólar, no es sostenible en el corto plazo. La intervención del BCCR para comprar dólares en el mercado y poner a circular más colones para que el tipo de cambio se mantenga en el nivel establecido por la banda y no siga cayendo ha dificultado, a su vez, el control de la inflación —que se mantiene en niveles por arriba del 10%, que son muy superiores a los niveles internacionales y latinoamericanos. Esa “defensa” del tipo de cambio durante el periodo de vigencia de las bandas cambiarias contribuyó a que las reservas netas del BCCR crecieran en más de un 50% para ubicarse en su nivel histórico más alto de 4,389 millones de dólares, al 1 de febrero de 2008. Al mismo tiempo, la reciente baja en la tasa de interés —a niveles todavía más negativos en términos reales— desincentivará el ahorro y promoverá el consumo, lo cual introducirá presiones inflacionarias adicionales.

Con el esquema de minidevaluaciones el riesgo al que estaban expuestos los actores económicos, tanto individuos, empresas e inversionistas, era muy reducido ya que era fácil predecir el valor futuro del tipo de cambio. Entre las principales críticas al sistema de minidevaluaciones, que sirvieron como argumentos para su abandono, se encuentran, entre otras: a) que introdujo una inercia inflacionaria en el sistema, b) los elevados costos financieros para el BCCR por concepto de esterilización (intervención del BCCR en el mercado cambiario para influir en el tipo de cambio) y, como resultado, c) la pérdida de efectividad de la política monetaria en el mediano y largo plazo. Lamentablemente, la migración hacia el sistema de bandas no contribuyó a eliminar ninguno de los tres males anteriores. Por el contrario, la banda inferior se convirtió virtualmente en un tipo de cambio fijo que es “defendido” mediante la intervención del BCCR en el mercado, la inflación anual continúa en niveles superiores al 10%, el riesgo cambiario y la especulación han aumentado.

El nivel de incertidumbre en el sistema económico relacionado con el manejo de la política cambiaria ha aumentado significativamente. Es importante distinguir entre incertidumbre, el tema que nos ocupa, y simple riesgo. En 1921, Frank H. Knight, en su famosa obra Risk, Uncertainty and Profit, explicó que el “riesgo” es cuantificable y la “incertidumbre” simplemente no se puede cuantificar. En ese sentido, la creciente incertidumbre acerca del valor futuro del colón con respecto al dólar dificulta la toma de decisiones acerca de la moneda en que conviene ahorrar, pedir un préstamo, fijar los precios para bienes y servicios, negociar un contrato, elaborar presupuestos y evaluar alternativas de inversión. Los aciertos o desaciertos que se derivan de las decisiones adoptadas por los actores económicos ex ante, que se traducen en ganancias o pérdidas ex post, no dependen, en este momento, de la rigurosidad y calidad del análisis que pueda hacerse con base en la información disponible, sino de las decisiones en materia cambiaria que adopte y comunique, sin previo aviso, el BCCR.

¿Cuánto durará el invierno del dólar en Costa Rica? El Presidente del BCCR, en entrevista publicada en el diario La Nación el 11 de febrero de 2008, indicó que por ahora no pensaban ampliar los límites de las bandas, reconoció que existe mucha expectativa y especulación acerca del tema y que sería muy riesgoso pasar a un sistema de flotación libre del colón frente al dólar. En su opinión, “…es mejor esperar y aguantar el chaparrón con el esquema que tenemos ahora, que tratar de dar un paso que va a tener más riesgo. Prefiero que estemos bien preparados para hacerlo y no echar a perder esa idea (flotación)”.

Ante la falta de señales claras por parte de las autoridades monetarias, se hace necesario evaluar las alternativas que permitan salir, con el menor costo posible para el sistema económico, de la situación incómoda en que se ha ubicado el manejo de la política cambiaria. Una primera opción sería el regresar a un sistema de minidevaluaciones, opción desprestigiada por sus resultados históricos y que no es capaz de solucionar los problemas que nos ocupan. Una segunda opción sería el mantener la banda cambiaria en su nivel actual y en algún momento, que no conoceremos con anticipación, ampliarla (esa es la que, por el momento, sigue el BCCR). Esta opción, como mencionamos arriba, no es muy atractiva ya que ha demostrado ser incapaz de solucionar los problemas del esquema de minidevaluaciones y ha creado nuevos. Adicionalmente, se ha convertido virtualmente en un sistema de tipo de cambio fijo y, de esa manera, es opuesto a la libre determinación del precio de la moneda a través de las fuerzas del mercado. Una tercera opción sería el saltar a la libre flotación de la moneda, que era la intención inicial del BCCR. Esa opción que hacía mucho sentido cuando se inició el sistema de bandas en octubre de 2006 ha perdido su atractivo y se ha convertido en una opción de alto riesgo bajo las condiciones actuales. Al liberar el tipo de cambio se esperaría inmediatamente una abrupta caída que sería seguida por variaciones significativas en el corto plazo, un mundo ideal para especular con la moneda. Una cuarta opción sería pensar en un esquema del tipo caja de convertibilidad que operó con éxito durante varios años en Argentina. La crisis en ese país suramericano demostró que esquemas de ese tipo son eficientes para reducir la inflación, atraer la inversión y promover el crecimiento económico. Sin embargo, no eliminan el riesgo cambiario ya que en cualquier momento, no anunciado con anticipación, las autoridades económicas pueden salirse del esquema mediante una devaluación de la moneda, con consecuencias terribles para el sistema económico. Una quinta alternativa sería abandonar de manera definitiva nuestro devaluado signo monetario, el colón costarricense, y adoptar una moneda más fuerte y de aceptación internacional como el dólar, lo que se conoce como dolarización. La dolarización de la economía sería, en este momento, la opción más acertada para eliminar de manera permanente el riesgo cambiario y la incertidumbre que se ha generado alrededor del manejo de la política cambiaria. De esa manera, se pondría fin al invierno y se daría un salto a una cuarta etapa: una ansiada y refrescante primavera monetaria, necesaria para sentar las bases para el florecimiento de nuestra economía.

Columnista huésped | 26 de Febrero 2008

2 Comentarios

* #3083 el 27 de Febrero 2008 a las 04:07 PM Luis Paulino Vargas Solís dijo:

No sé si algo de todo esto “haría mucho sentido” (¿make sense?). Lo que yo intetaría ver es si tiene algún sentido. Y, la verdad, no me parece demasiado riguroso sugerir un paso tan fuerte y de implicaciones tan amplias y complejas -cual efectivamente es el caso de la dolarización- con base en un análisis estrictamente de corto plazo.

El caso es que se nos sugiere dolarizar la economía en vista de la evidente inutilidad del Banco Central y su política monetaria y aprovechando, como oportuno pretexto, una situación especulativa que nadie podría garantizar que vaya a tener perdurabilidad en el tiempo. Me refiero a la de la actual abundancia de dólares en la economía costarricense.

Estas son del tipo de recomendaciones que, en su momento, quedaron plasmadas en el TLC. Este impone una suerte de constitución-paralela-de-contrabando, que, a su vez, impone un proyecto de sociedad, el cual resulta ideológicamente saturado. Es la imposición, por vía de un tratado, de la ideología neoliberal como proyecto obligatorio para la sociedad en su conjunto y para todos los tiempos por venir. Y si todavía alguien se atreve a decir que esta es una exageración, yo le recomendaría que examine con cierta objetividad la tal agenda de implementación. Ésta efectivamente implementa, en forma extensiva y sin admitir matiz alguno,una visión ideológicamente rígida e intransigente.

Similar con la cosa de la dolarización. De ahí en más la única política monetaria aplicable es la no-política-monetaria, sujetos, como quedaremos, a las decisiones del banco central estadounidense, o sea, la tristemente célebre y comprobadamente inepta e interesada Reserva Federal estadounidense.

Bien se ve que quienes dirigen hoy el país -igualito que todos quienes lo han hecho en los últimos veinte y tantos años- han decidido actuar dentro de los marcos inamovibles y muy restrictivos que les impone su propia ideología. Justo por ello el Banco Central es hoy un fantoche incapaz de manejar la política monetaria. Pero, en fin, es su decisión: se sobreimponen su propia ideología y de ahí en adelante se amarran las manos.

Pero lo que este artículo pretende es que esa ideología quede escrita en piedra y para todos los tiempos por venir. En adelante, y sin más, nos quedemos sin política monetaria alguna. Es el mismo mecanismo, impositivo y arbitrario, al que se recurrió vía TLC.

El caso es que podría acontecer que gente con una visión más amplia de las cosas y un mayor compromiso con los intereses del pueblo costarricense, llegue a controlar los mecanismos del poder político-institucional, incluido el Banco Central. Esa gente querría -y tendría derecho tras ser elegidos democráticamente- a hacer una política monetaria distinta que, cuanto menos, restablezca espacios de acción no tan ideológicamente sobredeterminados.

La dolarización, decidida así sobre una base estrictamente cortoplacista, impediría que tal cosa fuese factible. Restringiría a priori las opciones disponibles a largo plazo y se impondría incluso a programas de gobierno dispuestos a recuperar y dar algún sentido de realidad a conceptos tan básicos como los de justicia, soberanía y democracia.

* #3093 el 28 de Febrero 2008 a las 11:25 AM luis diego dijo:

estoy en desacuerdo con la proposición de dolarizar la economia, porque al hacer eso se estaría perdiendo la postestad de hacer politicas keynesianas, que serian clave para afrontar la recesion que viene por parte de USA, con lo de argentina, precisamente al hacer una caja de convertibilidad lo que hicieron fue igualar el valor del peso argentino al dolar, osea dolarizaron, y al entrar en recesion no pudieron hacer politicas keynesianas, por lo tanto tuvieron que bajar salarios y el pueblo se tiro a la calle en lo que fue una aguda crisis económica a causa de la dolarización.

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