Por María Eugenia Bozzoli Vargas
Vargas Araya, Armando. 2007. El evangelio de Don Florencio: palabra, pensamiento y peregrinación de don Florencio del Castillo (1778-1834). Editorial Juricentro. San José, Costa Rica.
Este libro representa la preparación erudita y profunda de su autor don Armando Vargas Araya para tratar el mismo tema del título, en su discurso de incorporación a la Academia Costarricense de la Lengua, en diciembre de 2007. El significado de evangelio aplicado a la vida y obra de don Florencio del Castillo Villagra, es explicado en la obra como “género particular de narración validada con la autoridad que surte la realidad a la palabra; no es un texto informativo, sino que penetra y transforma hacia el bien”. En el sentido figurativo se podría interpretar como que lo consignado por don Florencio en sus escritos son verdades indiscutibles, que sus palabras fueron y son el evangelio. Esta es la causa de que tantos costarricenses, centroamericanos y demás latinoamericanos, así como los estudiosos españoles del legado de don Florencio, hayan sido atraídos por el personaje, y de que al presente tenga vigencia, por lo que el libro de Vargas Araya rescata enseñanzas apropiadas para este momento. Precisamente el primer capítulo refiere a esta conexión de escritos de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX con la actualidad: “Nuestro contemporáneo del siglo XVIII”.
Solemos identificar a don Florencio por su brillante desempeño en las Cortes de Cádiz. Pero, ¿qué lo llevó hasta esas Cortes? El autor se detiene en aspectos biográficos que, más allá de explicar ese aspecto prominente de la trayectoria del diputado costarricense en España, conducen a meditar cómo un hijo de Ujarras, al presente parte del cantón de Paraíso, y un habitante de Costa Rica, entonces una provincia tan marginada de los centros coloniales, pudo adquirir las cualidades intelectuales para ocupar posteriormente, no solo en España, sino también en México, las influyentes posiciones que distinguieron la vida de don Florencio. Por los datos proporcionados se debe reconocer que este sacerdote tenía capacidades propias extraordinarias que lo hicieron sobresaliente en sus estudios de adolescente en San José, y luego en el Seminario Conciliar de San Ramón Nonato, en León, Nicaragua. Además en ese país tuvo oportunidades para familiarizarse con los avances del conocimiento disponibles en la época colonial. Es ahí donde también se consagra como presbítero. Aunque, como explica el autor del libro: “Su ‘celestial vocación’ prefiere la cátedra al púlpito, el aula al confesionario, el profesorado al curato”. Vuelve a Costa Rica por tiempo breve y regresa como profesor a Nicaragua, asciende a vicerrector del seminario. En 1810 el Ayuntamiento de Cartago lo elige diputado, en representación de Costa Rica y del Partido de Nicoya.
Luego de la experiencia en España, los detalles de la participación de don Florencio en la alta política mexicana de la época, sin renunciar a su apego a los deberes de la religión, en Oaxaca y en la capital, es otro aspecto que hace de la lectura del libro de don Armando Vargas una vía de acceso a una vida y un pensamiento admirables, a una fuente de sabiduría de fines de la colonia y principios de la independencia. Aporta a la vida independiente de diversas maneras, pero sin duda una entre las de interés que se relatan es que fue don Florencio el maestro de don Benito Juárez entre 1832 y 1834.
El libro ilustra el pensamiento del eminente costarricense, consecuente con su formación eclesiástica, pero principalmente con su visión de vanguardia sobre cómo deben ser las relaciones entre seres humanos. La obra incluye una antología con oraciones fúnebres, cartas, además de discursos tales como los extraordinarios “El color de la piel y el derecho a la ciudadanía”, “Los pardos y la igualdad ciudadana de americanos y europeos” y “Hablo por la humanidad”, en los cuales hace la defensa de las castas y los indígenas con impecable lógica, pero sobre todo desde el punto de vista de quien, según el autor, es “experto en humanidad, se adelanta ocho décadas a la proclamación de la justicia social como desarrollo auténtico de la persona y de la sociedad; se anticipa 130 años a la incorporación de este principio cristiano en la Constitución Política de Costa Rica, a fin de procurar una política permanente de solidaridad nacional”. Gran número de escritos publicados dentro y fuera de Costa Rica, citados por Vargas Araya, recuerdan la obra de don Florencio del Castillo, pero este libro revela nuevas facetas que nos acercan aún más a la grandeza de su egregia figura.
NOTA DE LOS EDITORES – El autor de El evangelio de Don Florencio tendrá un diálogo con los lectores en la Librería Internacional de Plaza Atlantis, San Rafael de Escazú, el jueves 31 de enero a las 7pm, luego del cual se ofrecerá un refrigerio. La invitación de la Librería Internacional es para la Plaza Atlantis, no en Multiplaza.
Columnista huésped | 29 de Enero 2008
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