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Enfoque

Jorge Vargas Cullel | 3 de Enero 2008

Esta es una columna aperezada. Escrita durante ese extraño limbo que va de la Navidad al Año Nuevo, cuando nada se mueve, estas líneas son más un estado de ánimo que una toma de posición. Ritualmente, he sacrificado el 2007 (por fin solté amarras), pero el 2008 es todavía una pura sensación. De los deseos ni hablo porque siempre se me olvidan, especialmente los buenos.

En tan raro estado de ánimo, caigo en cuenta de que el 2008 es el año intermedio de la administración Arias Sánchez.

Estos años suelen ser fregados. En el 2000 el gobierno de Miguel Rodríguez naufragó luego de las protestas masivas contra el “combo ICE”; en el 2004, el del presidente Pacheco quedó desarmado luego del “one-two” que fueron las protestas contra Riteve y la renuncia de su gabinete económico. Me pregunto si esta vez será diferente.

Supongo que en eso mucho tendrán que ver los contenidos y los modales con que se tramiten las leyes de la agenda de implementación del TLC. Errores tácticos pueden atizar las brasas de una polarización política que está latente, pero no extinguida.

Cierto es que, a diferencia de sus predecesores, el Gobierno actual tiene a su haber resultados económicos y sociales favorables, un activo nada despreciable, pero, ¡ojo!, ello no es ningún seguro contra incendios. La política costarricense aún camina al filo de la navaja.

2008 será decisivo para saber de qué están hechos los protagonistas políticos. Veremos si al Gobierno se le acaba o no la gasolina con la agenda de implementación.

En el primer caso será recordado como aquel que aprobó un TLC y poco más (¡Qué socialdemocracia más rara!). Si tiene más ambición que esa, en materia de política interna tendrá que escoger muy bien la prioridad sobre la que cimentará su legado: ¿será la reforma fiscal?, ¿el aumento al 8% del PIB en educación?

Liberación Nacional tendrá la difícil tarea de mostrar que posee vida propia más allá del balón de oxígeno que significó la reelección del presidente Arias. Al PAC le urge no solo demostrar que es un partido con vocación de poder, sino posicionarse como contendor para el 2010. ¿El PUSC y los libertarios? Linterna en mano tendrán que encontrar un nicho propio dentro del escenario político: así como están, sobran.

Termino esta morosa columna contradiciéndome (faltaba más). La verdad es que sí tengo un deseo de Año Nuevo: ojalá que no reedituemos el despliegue de intolerancia, sospechosismo, intemperancia y torpeza que caracterizó el año político que recién acaba. Ojalá el 2008 sea diferente.

(La Nación)

Jorge Vargas Cullel | 3 de Enero 2008

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