Quisiera escribir hoy sobre el colapso del capitalismo, pero para eso falta rato, no mucho, al ritmo que nos lleva la absurda globalización. El colapso al que me refiero es al de la capital de Costa Rica: San José.
La “Tacita de Té” como se le llamó a una de las más bellas ciudades del continente, donde el buen gusto se mezclaba con la austeridad, casas de madera y edificios de piedra labrada, ladrillo y concreto, aceras de piedra y precursora del alumbrado eléctrico fueron el orgullo de los costarricenses, hoy venida a menos y convertida en un adefesio hediondo.
El tránsito de autobuses inmensos, que lanzan espesas columnas de humo, transportando pocos pasajeros ya debería haber sido sustituido por busetas o pequeños microbuses, pues cuando estos enormes vehículos intentan virar en las esquinas de 90 grados, simplemente bloquean la vía durante varios cambios de luz del semáforo
A propósito de “semáforos inteligentes” (inteligente quien los vendió, diría yo) no hacen sino complicar aún más el tránsito. En la Avenida Segunda podemos contar 4 semáforos en cada esquina más 2 peatonales en la acera, en buena hora que existan estos últimos, pero por lo menos que los sincronicen y que cambien esa musiquita tan horrible para los no videntes.
El bulevar de la Avenida Central cada día luce más sucio y desagradable de transitar. El camión de la basura pasa dejando los lixiviados (que son los caldos putrefactos que produce la basura) y caen justo por donde transita la gente, de no ser por algunos indigentes que recogen cajas de cartón y materiales reciclables para vender, no habría forma de manejar tanta basura.
Al finalizar el año anterior, el bulevar estaba inundado de vendedores y vendedoras ambulares se paseaban con “cachos rojos” con luz como la gran novedad. Nada más ridículo en la temporada navideña que esos diabólicos artefactos.
Mucha gente teme la inseguridad ciudadana, personalmente me da más miedo la policía municipal, que es incapaz de enfrentar a los maleantes y cuando se le llama siempre responde “no contamos con efectivos”. Para cobrar patentes sí son efectivos.
Mucha gente habla de seguridad ciudadana, yo temo más a la policía municipal porque investidos de autoridad tuvieron el atrevimiento de robar a un cliente, en el interior de mi negocio su mercadería en un supuesto operativo contra los vendedores ambulantes, sin levantar acta de decomiso. La denuncia presentada a la licenciada Ana Gil sigue durmiendo el sueño de los justos.
Atravesar de este a oeste, norte a sur o viceversa pasando por el centro de San José, es la pesadilla de muchos conductores y taxistas que pagan los combustibles cada día más caros. Buena parte de la congestión vial en San José se debe a la construcción de bulevares sin planificación, que son otra razón que hacen colapsar el tránsito. Siempre me pregunto: “¿Quién fabrica y vende los adoquines? ¿Cómo se manejan esas licitaciones?, porque el negocio debe ser buenísimo.
Otra pregunta que me hago, es sobre los impuestos territoriales que pagan los propietarios de los locales comerciales. ¿Existirá algún “cruce” o relación entre lo que tributan y el monto que cobran por concepto de alquiler? ¡Si pagaran impuestos territoriales como cobran alquileres!…
Para rematar, la cantidad de árboles de laurel de la India, que sembraron en la campaña “San José limpio y vender”, terminarán colapsando la ciudad con los daños que causan a las cañerías y cimientos. ¡Ojalá sean esos árboles los que causen el colapso final!
Flora Fernández | 14 de Enero 2008
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