Por Juana Libedinsky
MADRID - Días atrás contesté inmediatamente un mensaje de correo electrónico que me mandaron desde la noche porteña [de Buenos Aires]. “En Europa son las tres de la mañana, ¿qué partido del Apertura están pasando en directo por la tele?”, me burlaron en el e-mail que volvió segundos después.
Efectivamente era San Lorenzo-Gimnasia y Esgrima de Jujuy, pero se quedaban cortos en sus suposiciones. En casa no sólo se sigue el fútbol argentino: ya he aprendido que la selección paraguaya tiene “el juego más abierto, como de europeos”, o que en la copa africana vamos por Costa de Marfil (por Didier Drogba). Vi, por supuesto, los goles del mundial de sacerdotes que ganaron los polacos. Y sé del equipo gallego en el cual el presidente, entrenador, canchero y utilero es una misma persona, que, además, pasados los 60 años, todavía juega medio tiempo.
En nuestra biblioteca, Fontanarrosa y Soriano ocupan un lugar de privilegio, pero siempre hay sitio para nuevos descubrimientos, como Futbolia. Filosofía para la hinchada, de los españoles José Machado y Manuel Valera.
El libro tiene un buen antecedente en el sketch de Monty Python sobre un partido entre filósofos griegos (Aristóteles, Platón…) versus alemanes (Heidegger, Nietzsche…). Lo que se pasan unos a otros son ideas, hasta que a Arquímedes se le ocurre patear la pelota (al grito de “eureka”).
En Futbolia… los autores arman un dream team de jugadores al cual correlacionan con pensadores. Así, la zurda de Roberto Carlos se combina con la de (obviamente) Marx; en el Olimpo están Distéfano, Pelé y Cruyff flanqueando a Sócrates, y el capítulo de los superhombres es para Redondo y Nietzsche. Maradona, llevándoles la contra a todos en su vida privada y profesional, es Diógenes (que no iba ni con la escuela platónica ni con la aristotélica), y los entrenadores son Bilardo y Maquiavelo.
Los autores escribieron el libro preocupados porque los jóvenes cada vez saben más de fútbol y menos de filosofía, y aseguran que un alumno que tenía dificultades con la materia, tras leerlo la aprobó. Después de todo, un arquero argelino ya había señalado: “Aquello de lo cual más seguro estoy respecto de la moral y las obligaciones del hombre se lo debo al fútbol”. Ah, se llamaba Albert Camus y su carrera en el mundo de las ideas realmente sólo despegó tras una enfermedad que lo alejó de las canchas.
(La Nación – Buenos Aires)
Columnista huésped | 16 de Diciembre 2007
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