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Ernst el profeta y propagandista del libre mercado

Columnista huésped | 21 de Noviembre 2007

Por Luis Emilio Cuenca Botey. doctorante, EHESS, Paris

Los días viernes 5 y sábado 6 de octubre, en horas de alto rating para canal 7, muchos hogares costarricenses fueron sorprendidos con una entrevista hecha por la «prestigiosa» cadena CNN al señor Ricardo Ernst. El periodista Padilla de la CNN, después de comentar acerca del referendo sobre el Tratado de Libre Comercio que se iba a dilucidar en Costa Rica el domingo 7 de octubre y la profunda división al interior de la sociedad, expresó lo siguiente:

« Alguien tiene que tener la razón, vamos a tratar de elucidar quién. Vamos a hablar con Ricardo Ernst, usted lo conoce, colaborador de economía y finanzas, profesor, economista, Doctor de la Universidad de Georgetown, y que no es costarricense…»

Esta fue la introducción, realizada por el periodista Padilla de CNN a todos los costarricenses (y no sólo a los que tienen cable y ven economía y finanzas), además calificó a Ernst como «nuestro querido experto en Costa Rica», «científico neutral», detentor de la verdad.

La puesta en escena no dejó dudas a los televidentes. Un bello paisaje de fondo, un intelectual de saco y corbata, poseedor de los títulos del saber y un marcado acento venezolano, revestido de «experto» se dispuso a realizar un cuasi monólogo. El señor Padilla, periodista que no «posee la verdad», en ese escenario simbólico, expuso en forma de pregunta los puntos de vista de la oposición al TLC.

Padilla preguntó exponiendo los cuestionamientos del NO y nuestro economista «experto en Costa Rica», respondió dando argumentos en favor del SI. Los argumentos del señor Ernst son más que cuestionables, sin embargo, en ese escenario no había alguien con atribuciones de experto, que pudiera rebatir el sin número de proclamas ideológicas de este «amigo» (?) de nuestro país.

El señor Ernst, que en realidad es ingeniero civil de formación, con un MBA y un PhD en «Operations Management», basó sus argumentos en dos falacias cientistas: la primera, que la economía es una esfera que puede funcionar sin la política y la segunda, que las fuerzas libres del mercado conducen a una regulación perfecta de la economía. Es así como nuestro especialista en «management y logística» (y no en economía), profesor en McDonough Business School, elaboró un discurso con pretensión «neutral» donde nos comunicó, entre otras «genialidades», las siguientes: «Hay que tener mucho cuidado con la politización del proceso»; «La teoría económica que ha prevalecido a lo largo de la historia es la que dice que la COMPETENCIA, LA COMPETENCIA (repite) y el LIBRE MERCADO son las que realmente aseguran una baja de los precios»; «Las fuerzas del mercado intervendrán para que todo se haga con la armonía que la globalización exige y requiere».

Este discurso, lleno de reificaciones sin sentido científico social, plagado de hipótesis y postulados que han sido cuestionados durante toda la historia de la economía (la cual el señor Ernst parece ignorar) responde a una posición política. El señor Ernst tiene derecho a tener la posición política que desee, lo que nos parece grave es que el discurso no fue asumido como discurso político.

Muchos integrantes de hogares costarricenses, los días previos de ir a votar, durante la supuesta tregua declarada por el Tribunal Supremo de Eleciones y aceptada por las tendencias contendientes, fueron engañados y manipulados con las peores técnicas de la propaganda, puesto que les presentaron el discurso político del SI como si fuese el discurso «de la verdad científica». Además, sin posibilidad de apelación y sin posibilidad de respuesta.

El periodista Padilla de CNN y los presentadores de canal 7 olvidaron decirnos que el señor Ernst no es economista, sino que se dedica a la investigación en logística y ha trabajado para múltiples empresas multinacionales estadounidenses (http://faculty.msb.edu/ernstr/index.htm).

Nunca vamos a saber qué impacto tuvo esta entrevista y el resto de la propaganda «escondida» y presentada como «información» en los medios de comunicación. Sin embargo, es hora de que el TSE establezca regulaciones mediáticas, en las cuales la definición de propaganda, vaya más allá de una definición procedimental y jurídica. Sólo en los peores regímenes totalitarios los discursos políticos y proféticos se presentan como discursos científicos. Esta es una verdad histórica que el nuevo totalitarismo del libre mercado parece haber olvidado.

Columnista huésped | 21 de Noviembre 2007

2 Comentarios

* #2750 el 21 de Noviembre 2007 a las 10:40 PM Katia Rosales dijo:

Estaba viendo televisión y de repente sintonicé el canal 7 y vi la entrevista y me dije mi Dios faltan pocos minutos para que empiece a programa “Bailando por un sueño”, miles van a ver u oir las estupides de un fulano cargado de tí­tulos. Estoy completamente convencida que esta entrevista, vista por casi 2 millones de personas le dio el gane al Si.

Luego revisé quien era el entrevistado y constaté que a inicios de esta año recibió un premio en la Casa Blanca, por ser uno de los latinos mas importantes de los Estados Unidos. Me pregunto: Qué premio le darían por realizar semejante entrevista ?

* #2752 el 23 de Noviembre 2007 a las 07:45 AM Max Espinoza dijo:

Muy acertado el comentario del señor Luis Emilio. En ese mismo aspecto logré enviarle un correo al “experto” Ernst, indicándole lo poco profesional de su comentario horas antes de un histórico referendo. Sorpresivamente al siguiente dí­a recibí­ una respuesta, pero no de Ernst, sino del mismísimo periodista Padilla en tono burlesco (supongo que recibió copia del primer destinatario), comparándome con un señor que en Estados Unidos parece que se dedica a criticar el sistema.

Si alguien posee la dirección electrónica del señor Luis Emilio, le solicito que me escriba a [email protected] para remitirle copia de lo que les he comentado.

Estoy convencido en que existe todo un sistema de mafias que manipula la información internacional y que en parte co-gobierna los paí­ses en Latinoamérica. Nuestros presidentes son simples tí­teres egocéntricos que se conforman con las migajas que dejan caer de la mesa de sus amos.

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