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Democracia después del referéndum (1 de 3)

Columnista huésped | 23 de Noviembre 2007

Por Ottón Solís

Costa Rica celebró el primer referéndum nacional de su historia y por primera vez en el mundo un tratado de libre comercio fue sometido a referéndum. Fue la mejor salida para una decisión difícil. Desde que se firmó el TLC por el Gobierno de la República, fue evidente que sería un tema controversial, pues introduce cambios significativos sobre numerosos temas trascendentales en el estilo de desarrollo costarricense, con normas de un elevado rango legal.

Una propaganda masiva, aún desde antes de que terminaran las negociaciones, hizo que las encuestas de opinión mostraran un apoyo superior al 80% entre la ciudadanía. En ese contexto, hace tres años y ocho meses el Partido Acción Ciudadana, después de una comparación entre sus contenidos y nuestras propuestas de desarrollo, anunció su rechazo al texto firmado y su solicitud de una renegociación. Sabíamos que nos encaminábamos a un proceso electoral y que se nos lanzarían en contra poderosas fuerzas.

Tanto los diputados PAC 2002-2006 como la actual fracción y algunos diputados de otros partidos, hicieron todo lo posible para que el TLC fuese debidamente conocido por la población. Los defensores del TLC intentaron aprobarlo en la Asamblea Legislativa con poco debate, tal y como había ocurrido en los otros países de Centro América. Así, se mantuvo engavetado por el anterior Presidente de la República por muchos meses, se suspendieron la sesiones durante el período previo a las elecciones nacionales de febrero del 2006, en el trámite de comisión se pusieron límites estrechos tanto para el conocimiento de mociones, como para el uso de la palabra y para el número de comparecencias. Cuando fue dictaminado, de manera abrupta, se retiró del conocimiento del plenario de los diputados con el fin de aprobar una reforma al Reglamento Legislativo, que permitiera una vía rápida sin mucha discusión.

Finalmente, ante varios factores, incluyendo la resistencia legislativa y la presión popular, el Tribunal Supremo de Elecciones aceptó someter el TLC a referéndum [acogiendo la solicitud del ex diputado y ex candidato presidencial Lic. José Miguel Corrales Bolaños]. El proceso de campaña fue tenso y totalmente inequitativo en cuanto al acceso de herramientas para informar.

El TLC es hoy Ley de la República. Debido a ello los sectores que sustentan un pensamiento que no es compatible con algunos extremos del TLC, tenemos una tarea más importante que nunca en el desarrollo nacional. Además de luchar por el perfeccionamiento de nuestra democracia, la cual reveló algunas deficiencias en el proceso del referéndum, nos corresponde concertar una agenda que al menos mitigue las peores consecuencias sociales del TLC.

Pero sobre todo, debemos impulsar una agenda capaz de atraer inversiones, generar exportaciones y hacer crecer la economía, no debido al TLC sino a pesar de él. Tenemos que hacer atractivo nuestro país no por los privilegios que otorga a las corporaciones multinacionales, sino por el prestigio que logremos ante los consumidores mundiales, a partir de nuestras exigencias ambientales, sociales y éticas. Tenemos que aspirar a ser no el Singapur de América Latina, sino la capital mundial de la movilidad social, de la calidad de la educación, de la pequeña y mediana propiedad, del respeto a los derechos humanos de todas las minorías, de la equidad de género, de la ética en la política, de la transparencia en la administración pública, de la seguridad ciudadana, de la eficiencia y la neutralidad del sistema de justicia, de la protección del ambiente, de la democracia, de la paz y de la tolerancia.

El propósito de estas reflexiones no es agotar el tema sobre el proceso del referéndum y las tareas inmediatas y futuras que nos comprometen. Se trata más bien de una primera aproximación. Esta ha sido alimentada por numerosas conversaciones, con gente PAC y de otros sectores que también quieren que Costa Rica progrese en democracia.

El TLC es ley de la república

El resultado del referéndum convierte en Ley de la República el TLC dictaminado por la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Legislativa. [Así lo comprendí el mismo domingo 7 de octubre cuando al llegar a mi casa alrededor de las 11 p.m. me informé de los resultados exactos. Minutos después ante la solicitud de La Nación declaré: ″Un gran pueblo casi empata el resultado…″]. Sin embargo, este proceso de votación deja profundas secuelas, unas positivas otras negativas, que lejos de pasarse por alto deben servir de lecciones a partir de las cuales definir rumbos.

Como dije antes, no intento aquí referirme a todas las preguntas (aun no han surgido todas), sino hacer algunas valoraciones en relación con las siguientes:

¿Contribuyeron a fortalecer la democracia las instituciones que administran procesos de votación en Costa Rica? ¿Es conveniente discutir sobre esta materia? ¿Mejoró la calidad democrática de la participación ciudadana en procesos de votación? ¿Es correcto intentar impedir la entrada en vigencia del TLC impidiendo la aprobación de la agenda de implementación? Cómo consecuencia del resultado del referéndum ¿debe aceptarse cualquier contenido en los proyectos de esa agenda? ¿El resultado del referéndum resolvió el debate sobre el modelo de desarrollo o únicamente el tema del TLC? ¿Con el TLC se terminan las luchas de quienes queremos una mejor democracia, la verdadera competitividad, un modelo inclusivo y eliminar la corrupción política? ¿Es importante construir y concertar las propuestas que nos permitan administrar el desarrollo en el marco del TLC y mitigar sus peores consecuencias? ¿Cómo debemos concertar y construir la agenda política nacional? ¿Debemos tratar de unir este país respetando la posición de la mayoría de personas que votaron por el SI, las cuales lo hicieron a partir de convicciones y no de intereses, o es correcto asumir que a todos y todas los compraron o los chantajearon? ¿Debemos los que estuvimos con el NO competir de ahora en adelante con una parte de la cúpula del SI en cuanto a su irrespeto a la democracia y a la institucionalidad o nos situamos en una dimensión superior que unifique a Costa Rica y la rescate del maniqueísmo y la polarización?

La administración del proceso debilitó la democracia

La ciudadanía se expresó en las urnas y se debe respetar ese veredicto. Sin embargo, esa constatación no debe estar acompañada por silencio ante las condiciones de clara desventaja comunicativa y absoluto descontrol regulatorio que privaron durante el proceso previo a la realización del Referéndum.

A los pocos días del anuncio sobre el referéndum, elogioso hacia el Tribunal Supremo de Elecciones por su histórica decisión, escribí con optimismo y hasta emoción: “…esperamos que haya equidad en el acceso a las herramientas para informar sobre las dos posiciones. Esto también es necesario para que el Referéndum deje a todos con tranquilidad y paz interna y, por lo tanto, más unidos como costarricenses. Nos aprestamos a dar un paso inédito. Esperamos que el Gobierno, el TSE y la Sala IV, sean sensibles a estos requisitos para culminar con éxito la gran gesta que el país está por emprender. La Historia siempre recordará este momento sublime de afianzamiento de nuestra nacionalidad y la Patria agradecerá que solucionáramos con más democracia un capítulo que la amenazaba” (La Nación, 4 mayo 2007).

Hoy debemos admitir que en este proceso la institucionalidad le falló a la democracia. De acuerdo a los expertos y a diversos convenios internacionales, se transgredió en uno de los requisitos básicos de este sistema: la equidad en las posibilidades de comunicación e información por medio de equidad en el financiamiento. [En La Reforma Político Electoral en América Latina: Evolución, Situación Actual y Tendencias 1978-2006, International IDEA, San José, julio 2007, pág. 33, Daniel Zovatto, director de IDEA Internacional para América Latina, un organización dedicada a promover la democracia, afirma que: ″Existe hoy amplio consenso que toda reforma en materia de financiación política debiera girar en torno a siete objetivos centrales… Y en segundo lugar escribe: Lograr las mejores condiciones de equidad posible en la contienda electoral″. En esa misma publicación (pág. 29) Zovatto cita a otro experto Giovanni Sartori cuando este establece que: “Más que ningún otro factor … es la competencia … con recursos equilibrados … lo que genera democracia”. Véase también el artículo 5 de la Carta Democrática firmada por los países miembros de la OEA (incluyendo por supuesto a Costa Rica): Artículo 5: “…. Se deberá prestar atención especial a la problemática derivada de los altos costos de las campañas electorales y al establecimiento de un régimen equilibrado y transparente de financiación de sus actividades”].

El grupo que impulsó el SI contó a lo largo de los años en que se discutió el TLC y especialmente durante el período de campaña, con tres formidables fuentes financieras tanto directas como indirectas: el activismo de buena parte de la prensa, el capital privado nacional y extranjero y los recursos del Estado.

En cuanto al sesgo noticioso y editorial de buena parte de la prensa escrita, radiofónica y televisiva, no se puede culpar a las autoridades electorales. Nosotros habríamos repudiado cualquier intento de censura aun cuando hubiese beneficiado nuestra causa. Lo que sí se espera es que los medios de información honren la libertad que les otorga la democracia y que muchos defendemos, con mayor objetividad y con un esfuerzo, al menos en el componente noticioso, para reflejar la diversidad de visiones y propuestas. Pero este es un asunto ético que, como en muchos otros campos en Costa Rica, estamos lejos de los estándares óptimos. Lo cierto es que algunos medios informativos comerciales dejaron de informar para dedicarse durante cuatro años (incluyendo la tregua de tres días previa al día del referéndum, exigida por nuestro ordenamiento legal), directa e indirectamente, a hacer propaganda a favor del TLC. [Debe reconocerse el esfuerzo especial del Diario Extra por informar objetivamente y por dar oportunidades a las dos posiciones de expresar en entrevistas amplias sus razones. También es necesario resaltar que en el mes previo al referéndum, en los canales comerciales prevaleció la equidad al menos en cuanto a las oportunidades de debatir y, en Canal 7, también en cuanto al balance y oportunidad de participación].

Noticias relevantes a la discusión en vista de las razones esgrimidas por un sector importante del NO, fueron engavetadas en los escritorios de los jefes periodísticos. Por ejemplo, con tal de no darnos la razón sobre la propuesta de renegociación y con el fin de proteger la afirmación del liderazgo del SI de que “era más difícil renegociar el TLC que modificar los diez mandamientos”, este país nunca se enteró de que el TLC de Colombia y Perú fueron renegociados y precisamente en la dirección que le interesaba al NO en relación con nuestro TLC. Peor aun, y probablemente por la misma razón, nunca fue noticia que nuestro TLC fue renegociado y en asuntos sustantivos, tanto en materia de acceso a mercados como en relación con los requisitos para que entrara en vigencia.

Tampoco fue noticia en Costa Rica, que Bolivia y Ecuador rechazaron sus TLC y sin embargo el Congreso de Estados Unidos aprobó la extensión de sus preferencias comerciales unilaterales. Esto a pesar de las permanentes afirmaciones de la cúpula del SI de que si rechazábamos el TLC Estados Unidos nos quitaría los beneficios de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe y de nuestras documentadas aclaraciones en sentido contrario.

Como un ejemplo más de la parcialidad de un sector de la prensa y su ilimitada disposición a hacer propaganda a favor del TLC y de los argumentos del Gobierno, no debemos pasar por alto su violenta reacción ante la visita del Senador Bernie Sanders y del Congresista Michael Michaud. Estos dos prestigiosos líderes norteamericanos vinieron a contestar preguntas sobre los temas mencionados antes. La cúpula del SI, dentro de su estrategia de crear miedo en los votantes, reiteradamente afirmó que Costa Rica perdería los beneficios de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe si rechazaba el TLC y que era imposible renegociarlo.

Tanto el Senador Sanders como el Congresista Michaud aclararon que esas afirmaciones no eran correctas. Como resultado se desató una agresiva campaña contra estos dos líderes, orquestada desde el liderazgo del SI y con el apoyo de un pequeño sector de la prensa. Dentro de esa campaña se dijo que votaron en contra de beneficios para Costa Rica, que eran enemigos de nuestro país (don Alberto Trejos, Ex Ministro de Comercio Exterior de Costa Rica y negociador del TLC), que eran comunistas (don Jorge Eduardo Sánchez, Diputado), que la oficina de migración debió haberles negado la visa (don José Manuel Echandi, Diputado), que yo era un traidor de la Patria (don Marco Vinicio Ruiz, Ministro de Comercio Exterior) y que debía pedirle disculpas al país por haberlos invitado (periódico La Nación). Como si hubiese traído a un par de criminales, hasta se me acusó ante el TSE [acusación aún en proceso], supongo que a raíz de lo que algún editorialista (periódico La Nación) denominó mi ″oscura alianza″ con estos líderes norteamericanos.

Quienes orquestaron y ejecutaron esa campaña sabían que Michaud es un hombre de negocios, directivo de cámaras empresariales en Maine y miembro de la Coalición Blue Dog, un grupo de derecha dentro del partido Demócrata. También sabían que Sanders es ″tan comunista″ que en su campaña casa a casa para ser senador fue acompañado numerosas veces por Nancy Pelosi, la actual presidenta de la Cámara de Representantes y Barack Obama, uno de los precandidatos del Partido Demócrata con más posibilidades de llegar a la presidencia.

Al afirmar que Sanders y Michaud eran enemigos de Costa Rica debido a la forma en que han votado en materia de comercio, la cúpula del SI también estaba declarando como enemigos de Costa Rica a decenas de senadores y centenares de congresistas que han votado de manera idéntica a ellos en esa materia. [Recordemos, por ejemplo, que cuando se votó el TLC en la Cámara de Representantes el 27 de julio del 2005, 215 congresistas votaron en contra (a favor votaron 217).] Si aceptáramos el criterio de esa cúpula para definir quién es enemigo de Costa Rica, tendríamos que aceptar que, por ejemplo, el Senador Edward Kennedy es también enemigo de Costa Rica.

De ser cierto que Costa Rica tiene tantos y tan prestigiosos enemigos en los círculos políticos del país más poderoso del planeta y de nuestro primer socio comercial, quienes tendrían que pedir disculpas al país serían este y los anteriores gobiernos por su desastrosa diplomacia.

¿Fue la ignorancia sobre la realidad política en Estados Unidos la que guió a los líderes del SI en su reacción a la visita Sanders-Michaud? ¿Fue su apego preciso al Memorando Casas-Sánchez en lo atinente al miedo y la cizaña? [Nos referimos al memorando enviado por el entonces Vice-presidente de la República y Ministro de Planificación Kevin Casas y por el diputado Fernando Sánchez, al Presidente de la República y a su hermano el Ministro de la Presidencia. En ese memorando describen la campaña que desde el No habíamos ya denunciado de parte del Gobierno como mecanismo para promover el TLC. En ese memorando se describe la importancia de sembrar cizaña contra los dirigentes del NO y mencionan la trascendencia de vincularnos cada vez que se pueda con Fidel Castro, Hugo Chávez y Daniel Ortega, pues, consideran los autores del memorando, que ello “puede tener un impacto considerable en la gente más sencilla”. También reiteran que debe metérsele miedo a la población y describen en detalle la estrategia para lograrlo. Además, describen minuciosamente lo que hace el gobierno para burlar al Tribunal Supremo de Elecciones y para impedirle que supervise sus prácticas ilegales en la promoción del TLC].

Sanders y Michaud no vinieron a decirle a Costa Rica como votar, nunca lo hicieron. Simplemente vinieron a desmentir algunas afirmaciones que habían reiterado los líderes del SI en relación con el TLC, en especial que si ganaba el NO Costa Rica perdería los beneficios de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe (ICC) y que nuestras relaciones con Estados Unidos se deteriorarían.

Sanders y Michaud descubrieron una Costa Rica sumida en un retrógrado maniqueísmo. Con asombro leyeron antes de llegar a nuestro país el memorando del gobierno, la evidencia sobre su ejecución desde hacía meses y los elogios del Presidente a sus autores. Las reacciones provocadas por su visita hicieron comprender a ellos y a sus colegas en Washington, que desde la Casa Presidencial en Costa Rica se gestó un renacer del macartismo con todas sus simplificaciones y toda su intolerancia. Si no habían creído que dentro de la estrategia polarizadora del gobierno y sus aliados estaba calificar de enemigo de Costa Rica y de comunista a cuanta persona se opusiera al TLC, el haber sido blanco de esos mismos calificativos les quitó cualquier duda. [Tal y como me dijo por teléfono a manera de broma el senador Sanders pocos días después de su regreso a Washington: “Rechazar el TLC no dañaría jamás las relaciones de Estados Unidos con Costa Rica; acusar de enemigos de Costa Rica y de extremistas a dos miembros electos por el pueblo americano al Capitolio, sí podría lograrlo”.]

Este episodio, el cual transcurrió sin que se nos diera oportunidad de hacer las aclaraciones del caso, sirve de ejemplo sobre los extremos a que estuvo dispuesta a llegar un sector de la prensa con el fin de evitar que ganara el NO.

El acceso al financiamiento privado ilimitado por parte de los promotores del TLC, obedeció tanto a deficiencias de la ley del referéndum como a la falta de determinación del Tribunal Supremo de Elecciones para exigir que informaran sobre las fuentes de financiamiento y la apertura de las cuentas. El NO hizo esta propuesta y puso todas sus cuentas a disposición del TSE y de la opinión pública, mientras que los líderes del SI, con la complacencia del TSE, siempre se negó a ello.

Lamentablemente, a los sesgos de algunos medios de información y al acceso a recursos multimillonarios privados por parte del movimiento del SI, se sumó su acceso a fondos públicos también multimillonarios. El Poder Ejecutivo se sirvió, con el aval del TSE, de los recursos públicos y de la plataforma gubernamental para hacer proselitismo a favor del TLC.

En la campaña del referéndum únicamente una parte contó con ″deuda política″ y, además, sin ningún control ni límite. Esta inequidad sí obedece directamente a decisiones del TSE que atentan contra nuestra institucionalidad tal y como está plasmada en nuestra legislación. La Ley sobre Regulación del Referéndum estipula (Artículo 5) que todo lo no normado en ella debe regirse por el Código Electoral. Esa Ley no norma sobre el involucramiento del gobierno ni sobre la utilización de recursos públicos, es decir, sobre lo que en Costa Rica denominamos beligerancia política. Así que en esta materia el TSE debió aplicar el Código Electoral el cual, sin excepciones ni calificativos, prohíbe (Artículo 88) esa beligerancia de manera radical. Sin embargo, el TSE creó derecho sin estar legitimado para ello y produjo una resolución que autorizó al Gobierno a participar y a utilizar recursos públicos para promover el TLC. Esto se agravó en la medida en que tal autorización estuvo seguida de la ausencia de todo control o del establecimiento de cualquier límite.

Este irrespeto a nuestra legislación abrió las puertas para que la institución de la Presidencia de la República fuese utilizada por la estructura del SI para promover el acuerdo comercial, casi siempre engañando, asustando y manipulando a la población. Fue en actividades oficiales, donde el Presidente de la República afirmó, entre otras cosas, que sin TLC “nos llevaría el diablo”, que nos ″convertiríamos en la Albania de América Latina″ y donde presagió “un suicidio colectivo” si no se aprobaba. Al mejor estilo de las campañas que utiliza la política tradicional para ganar votos en zonas donde hay mucha pobreza, en este caso se instrumentó la institución de la Presidencia de la República para prometerle a trabajadores humildes que si se ratificaba el TLC pasarían de “ir a trabajar en bicicleta a hacerlo en motocicleta BMW”.

Ciertamente algunas personas del NO faltaron a la verdad cuando afirmaron, por ejemplo, que si se ratificaba el TLC se perdería la Isla del Coco, pero estas manifestaciones nunca salieron del liderazgo del NO. En el caso del movimiento del SI las afirmaciones más falsas y las promesas más absurdas, salieron nada más y nada menos que de la Presidencia de la República, lo cual se pudo evitar si se hubiese respetado la legislación prevaleciente en el país que prohíbe la beligerancia política del gobierno en estos procesos.

(Continúa)

Columnista huésped | 23 de Noviembre 2007

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