Por Fernando Durán Ayanegui
Cuando, a principios de la década de 1970, el Rey de España llegó a Costa Rica, el presidente Oduber lo recibió con un “os esperábamos desde hace cuatrocientos años”. Imaginamos que, de haber sido, en su tiempo, Garabito el anfitrión, habría dicho algo más bien en el estilo de “idos y no volváis en otros cuatrocientos años”, a lo que el Rey no habría respondido con un “¿por qué no os calláis?”, sino con la orden de que al cacique lo callaran con una descarga de arcabuz y, de haber existido entonces la televisión y la prensa escrita, habría habido cabal coincidencia informativa entre ambos medios, lo que no parece haberse dado con la noticia sobre el “deschave” chileno entre Chávez, Zapatero y el “señor Rey”.
Vimos, casi “en tiempo real”, la noticia en la televisión, y pudimos observar que, en medio del zipizape oral entre los presidentes Chávez y Zapatero, el monarca ibérico emergió desde esa especie de sopor majestuoso, que usualmente embarga a monarcas y a presidentes ceremoniales y, en el mejor estilo de un hincha del Real Madrid, enojado en el Bernabéu con las hurras de un fanático catalán del Barcelona, le espetó al futuro rey de Venezuela: “¿Por qué no te callas?”. Suponemos que, según el protocolo, Su Majestad debió haber dicho: “Excelencia, ¿por qué no cerráis el pico?”. Pero el nuestro no es tiempo de finezas ni remilgos diplomáticos y, así como cierto primer ministro italiano aprovechó un encuentro oficial con otro mandatario europeo para desmentir el poco difundido rumor de que su propia esposa le ponía los cuernos, don Juan Carlos tenía derecho, no a propinarle un arcabuzazo al gordito bolivariano, pero sí a remangarse y entrarle a pescozones.
Pero la televisión dejó ver que, pese a ello, tras la iracunda conminación del soberano, y justamente porque ya no estamos en los tiempos de Garabito, el gobernante venezolano y el presidente Zapatero siguieron aireando sus lenguas, de modo que nadie podría creerse aquel título de “El Rey calló a Chávez”, que debió haber rezado: “Si bien cayó mal, Chávez no calló”.
Bueno es recordar ahora que cuando el militar celta Francisco Franco designó a don Juan como su sucesor a la cabeza del Estado español, un periodista tico sugirió que la mayor virtud del futuro soberano radicaba en sus destrezas de yudoca.
Sin duda, Chávez ignoraba este rasgo marcial y deportivo del Rey de España y de Ceuta, pues, de lo contrario, le habría respondido al monarca: “Pues si el señor Rey así lo quiere, me callo porque no quiero caer mal”. Y a fe que bien mal le habría sentado a Chávez caer de asentaderas en público.
(La Nación)
Columnista huésped | 18 de Noviembre 2007
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