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7 de noviembre de 1889

Columnista huésped | 8 de Noviembre 2007

Por Patricia Fumero, historiadora

La democracia es un proceso. En la pr�ctica, esto significa que la democracia tiene un car�cter perfectible. Sin embargo, en el caso costarricense se asume que la democracia es consustancial a nuestra historia. Craso error, puesto que los miembros de la sociedad costarricense, mujeres y hombres, “blancos”, mestizos, ind�genas, chinos y afrocaribe�os han tenido que luchar para hacer valer sus derechos, tanto pol�ticos como sociales. Ejemplo son las luchas por el voto femenino y por las garant�as sociales.

La democracia tambi�n tiene un complemento cultural que se refleja en la selecci�n que se hace de acontecimientos de la historia patria y que se privilegian en un contexto sociopol�tico espec�fico. Consecuentemente, en 1989 se decidi� celebrar el centenario de una lucha que costarricenses dieran el 7 de noviembre de 1889 y nombrar ese d�a como el d�a en que comenz� la democracia. �Puede surgir un sistema democr�tico un d�a determinado y a partir de un acontecimiento espec�fico? Revisemos los sucesos que acontecieron hace 118 a�os para decidir.

En el �ltimo tercio del siglo XIX, Costa Rica vio el surgimiento de un grupo de profesionales liberales que florecieron al calor de los cambios en el Estado y en la creciente incorporaci�n al mercado mundial. A su vez, tal proceso supuso una creciente diferenciaci�n social. El resultado fue una serie de manifestaciones sociales que se materializaron en 15 conspiraciones y revueltas, la constante protesta campesina y el aumento en la organizaci�n de obreros y artesanos entre 1870 y 1887.

Adem�s, la pol�tica financiera del Estado aliment� la inflaci�n, que fue acompa�ada por dos crisis de precios del caf� (1874-75 y 1884-85). La situaci�n propici� la organizaci�n de un sector fuertemente opuesto a las pol�ticas de los gobiernos liberales de Tom�s Guardia (1870-1882), Pr�spero Fern�ndez (1882-1885) y Bernardo Soto (1885-86, 1886-1889), grupo que al final logr� articular el descontento de diversos sectores sociales como fueron los intereses del sector campesino, obrero-artesanal y eclesi�stico. As�, con el decidido apoyo de la Iglesia Cat�lica, el partido Constitucional Democr�tico entr� en la contienda electoral de 1889, representado por Jos� Joaqu�n Rodr�guez.

Pero cabe recordar que, en 1889, no todos los costarricenses votaban. Solo pod�an hacerlo aquellos que ten�an las calidades requeridas de g�nero, etarias, econ�micas, civiles y profesionales, lo que dejaba sin poder participar en la contienda electoral a la mayor�a de los costarricenses.

Al calor de la lucha y ante el temor al fraude electoral, la contienda de 1889 produjo que se crearan 27 nuevos peri�dicos en los centros urbanos y rurales. Lo anterior significa que la ciudadan�a, al menos un n�mero importante, estaba al tanto de la lucha por el poder, a la vez que estaban informados y motivados por los discursos pronunciados desde los p�lpitos. As�, la tarde del 7 de noviembre, y como respuesta a un desfile no autorizado por el partido Liberal Progresista, en el cual pol�ticos y civiles vitorearon a su candidato Ascensi�n Esquivel, la oposici�n moviliz� a un contingente de ciudadanos que iba armado, organizado y con experiencia militar. Ante este movimiento, el Gobierno decidi� no actuar para evitar p�rdida de vidas, por lo que el presidente Soto decidi� entregar el poder al tercer designado, el doctor Carlos Dur�n, quien gobern� por seis meses antes de entregar el poder a Jos� Joaqu�n Rodr�guez (1890-1894).

De esta forma, con apoyo popular se gest� un golpe de Estado que depuso al presidente Soto y mand� al exilio al candidato oficialista. La iron�a del caso es que esta manifestaci�n popular, que en principio busc� garantizar elecciones competitivas, puso en el poder a un presidente que, a corto plazo, se convirti� en un dictador al clausurar el Congreso y suspender las garant�as individuales.

No obstante, esta visi�n y celebraci�n de la democracia basada en el sistema electoral tiene un car�cter muy limitado. El verdadero car�cter de la democracia se encuentra en otro lado: en su b�squeda de la justicia social, la libertad, la igualdad de oportunidades, la paz social y la estabilidad pol�tica. As�, en vez de celebrar una “centenaria democracia” basada en las elecciones, deber�amos concentrarnos en los desaf�os que la democracia costarricense enfrenta, como son la crisis econ�mica, la corrupci�n, el autoritarismo, la creciente desigualdad e injusticia social, y la inestabilidad de las instituciones sociales y pol�ticas.

(La Naci�n)

Columnista huésped | 8 de Noviembre 2007

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