Por Yamileth Gonz�lez, rectora de la Universidad de Costa Rica
Aun cuando oficialmente el Tribunal Supremo de Elecciones no ha anunciado el resultado definitivo del refer�ndum, es posible afirmar que la mayor�a ciudadana que acudi� a las urnas electorales tom� una decisi�n: aprobar el Tratado de Libre Comercio de Rep�blica Dominicana, Centroam�rica y los Estados Unidos.
Una gran cantidad de fiscales y de observadores siguieron con atenci�n el proceso de emisi�n del voto y no han se�alado mayores inconvenientes. Por tanto, no es de esperar cambios radicales en el conteo final. Respetamos estos resultados.
Conviene, sin embargo, hacer una lectura pol�tica de ellos. En primer lugar, esos resultados confirman la divisi�n existente en el pa�s en cuanto a visiones sobre el desarrollo social, los caminos a seguir y los instrumentos a emplear para alcanzarlo. El Tratado est� aprobado; pero, para efectos pol�ticos, lo que ocurri� el 7 de octubre se debe analizar como un empate entre fuerzas sociales; un empate, pese a las disparidades en recursos y apoyos recibidos por los grupos que se ocuparon de divulgar enfoques favorables y desfavorables al Tratado. Estas disparidades deben ser objeto de consideraci�n y an�lisis a efectos de sugerir reformas a la Ley de Refer�ndum y al reglamento emitido por el TSE.
En segundo lugar, llama la atenci�n el elevado abstencionismo presentado, sobre todo en algunas regiones del pa�s, que aparentemente no se sintieron incluidas en el proceso de consulta popular. Seguramente, un an�lisis m�s detallado de los datos mostrar� que el elevado abstencionismo no fue s�lo un fen�meno propio de la periferia del pa�s y de la GAM, sino que tambi�n dentro de ella importantes grupos ciudadanos permanecieron ajenos a la discusi�n. El elevado abstencionismo impide lanzar las campanas al vuelo en celebraci�n por la reactivaci�n del inter�s ciudadano en la pol�tica y constituye un cuestionamiento sobre las formas de comunicaci�n empleadas y los contenidos de los mensajes enviados.
La victoria obtenida por el Gobierno y los sectores empresariales y sociales que han apoyado la aprobaci�n del TLC no puede borrar la divisi�n de la sociedad ni las acciones de pol�tica p�blica que est�n demandando quienes se opusieron a dicha aprobaci�n. Es entonces el momento de iniciar un di�logo nacional inclusivo, que abarque no solo a los partidos pol�ticos con representaci�n legislativa, sino tambi�n a los sectores sociales y pol�ticos que se opusieron a la aprobaci�n del Tratado, pero que no est�n organizados pol�ticamente. Hay que tener presente que la crisis de la pol�tica no ha finalizado y que muchos costarricenses siguen mirando con desconfianza a los partidos pol�ticos y sus acciones.
La Universidad de Costa Rica hizo lo que consider� oportuno en el per�odo de discusi�n y aprobaci�n del TLC. Ahora conviene dar vuelta a la p�gina y colocar todos los esfuerzos en la b�squeda de puentes que faciliten la comunicaci�n y la b�squeda de soluciones integrales que aquejan al pa�s; problemas que el Tratado no solucionar� autom�ticamente, sino que requieren pol�ticas p�blicas definidas, de recursos y de voluntad pol�tica.
El Gobierno tiene ahora una magn�fica oportunidad para llamar a un di�logo abierto y constructivo, y en ese cometido puede contar con el apoyo amplio y desinteresado de la Universidad de Costa Rica.
Columnista huésped | 10 de Octubre 2007
1 Comentarios
Si se negocio el territorio mar�timo, como lo expone el Dr. Guillermo Quir�s. No hay nada que hacer.
Pareciera que la �nica salida es una “agenda de mitigaci�n”, creo que propuesta por el se�or Ott�n Sol�s. Es lo m�s que se puede.