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“La loca de Gandoca” en tiempos del TLC

Columnista huésped | 4 de Octubre 2007

Por �scar Castillo Rojas, director ejecutivo de la C�mara del Libro

En negocios y en la guerra, como suelen ense�ar algunas escuelas de administraci�n, se negocia para ganar o, al menos, para no perder. Hace poco, incluso, se hab�a puesto de moda el principio del “win-win”, forma extranjera de significar el “ganar-ganar”, poco probable en las guerras pero ideal en las relaciones de negocios que permitieran beneficios mutuos, compartidos o simult�neos.

Sin embargo, parece que con el TLC esa guerra se pele� a perder, por lo menos por nuestros “negociadores”, que favorecieron a la contraparte m�s que a nuestros intereses en aspectos vitales para la vida cultural del pa�s.

Me refiero a los derechos de autor, que son un derecho humano y no distingue nacionalidades, colores de piel, religiones, filosof�as u otras diferencias.

Entre las leyes que complementan el TLC, se encuentra una modificaci�n a las penas por violaciones a la propiedad intelectual. Desde el a�o 2000, cuando se aprobaron las actuales leyes en el tema, quienes procuramos la defensa de esos derechos hemos propugnado por el incremento de tales sanciones, �nica v�a de lograr una defensa real en los tribunales. Actualmente los jueces suelen desestimar las causas por considerar las penas insignificantes.

Sin embargo, a pesar de las gestiones reiteradas de los organismos nacionales que defienden el Derecho de Autor, no es sino al calor del TLC que se impulsa una reforma semejante. La reforma, en este aspecto, est� bien, aunque es probable que sirva m�s a los autores extranjeros, quienes ven sus derechos violados con m�s frecuencia que los nacionales.

Lo que no est� bien y, por el contrario, est� muy mal, es que no hayamos obtenido un beneficio similar para nuestros autores y editores en tierras extranjeras, particularmente en el interior de las fronteras estadounidenses.

No hace falta explicar mucho sino narrar una situaci�n real, actual y que seguir�a igual con la aprobaci�n del tratado.

Se ha publicado en Estados Unidos un libro con el t�tulo de “The Madwoman of Gandoca” que, aunque reconoce ser una traducci�n de Anacristina Rossi, le otorga al traductor estadounidense todos los derechos de propiedad intelectual, de negociaci�n extranjera e incluso de traducci�n a cualquier otro idioma. Y no le reconoce ning�n derecho a la autora costarricense, creadora y gestora �nica de la obra literaria.

Eso, de acuerdo con las legislaciones nacionales y estadounidenses, es un delito. Pero no hay modo posible de castigarlo ni de defender realmente el derecho de la escritora costarricense. Para hacerlo habr�a que ir a los tribunales norteamericanos, prop�sito imposible para un costarricense normal, por los alt�simos costos de un litigio en aquellas tierras.

Claro ejemplo, el narrado, de las asimetr�as que son parte de las realidades en las guerras y en los negocios. Malos estrategas ser�an en cualquier guerra –y p�simas gentes de negocios, en el comercio– quienes pactan para situaciones ideales y no las reales. O, peor a�n, quienes negocian concediendo toda la ventaja a la contraparte. Y eso hicieron “nuestros” negociadores.

Columnista huésped | 4 de Octubre 2007

2 Comentarios

* #2565 el 5 de Octubre 2007 a las 12:08 PM Daniel Clara Rodr�guez dijo:

As� destruyen al pa�s, a pedazos, poco a poco y sin sonrojo; se roban la identidad, la cultura, destruyen nuestras ra�ces pues tratan de borrar la memoria colectiva de nuestros pueblos, y la mercantilizan con nombre ajeno, cual mejor arma para tratar de que no sepamos ni qui�nes somos, ni a hacia d�nde vamos, porque los pueblos que no saben qui�nes son y de d�nde vienen, no saben hacia d�nde van o hacia d�nde los quieren llevar.

* #2589 el 7 de Octubre 2007 a las 10:03 AM Floriella dijo:

Esta situaci�n, a m� en lo personal, me tiene m�s que indignada. Me parece inconcebible que un acad�mico universitario estadounidense, de esos que uno piensa falazmente que gozan de alto prestigio, haga gala de tal falta de �tica y tal exceso de descaro. Es terrible que esto pase y peor que autores que construyen el patrimonio cultural nacional se vean reducidos a tal grado de impotencia ante estos abusos. Realmente lamentable. Hay que hacer algo.

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