Por Hugo Porter Aguilar, Juez Penal, Segundo Circuito Judicial San Jos�
En la recta final del proceso de referendo, me permito hacer esta reflexi�n a consecuencia de informaciones populares que se escuchan por todos los medios de comunicaci�n que han tomado una postura negativa al TLC. La amenaza como herramienta partidista en pro de un voto positivo al tratado de tan ingrata existencia.
S� se�ores, se ha recurrido a la amenaza directa a miles de trabajadores, a quienes se les condiciona su estabilidad laboral a cambio de su voto. No es necesario entrar a enumerar la repugnancia que ha causado en la opini�n p�blica, el famoso memorando, escrito por representantes del gobierno y del Partido Liberaci�n Nacional, pero s� hay algo que debe ser analizado con cuidado, es que en aquel documento se enumera la necesidad de utilizar la t�cnica o t�ctica del miedo. Este sentimiento que ofusca el pensamiento, y que nos lleva a tomar en muchas oportunidades decisiones equivocadas.
El miedo que se levanta sobre miles de costarricenses, quienes son v�ctimas de las peores presiones para provocar una necesidad de votar por S�. V�ase que los empresarios, empujan a sus empleados a reuniones, asambleas, cultos y aquelarres, con el prop�sito expl�cito de informales que si se vota por el NO se quedaran sin trabajo. Crean un silogismo entre votar por el NO y quedarse sin empleo, ya sea porque los due�os de sus lugares de labor se ir�n a tierras centroamericanas, sudamericanas, dominicanas, o dos kil�metros al este del coraz�n del Magreb, o bien porque sencillamente ser�n cesados por faltos de solidaridad con sus empleadores. En otras palabras, como se dice popularmente, perder�n el sustento de sus seres queridos por “sacarse el clavo”.
Sobre lo primero se ha discutido hasta la saciedad y se ha demostrado con cifras que los empleos no se ir�n a ning�n lado, pero en cuanto a lo segundo la situaci�n es m�s gravosa. Estas t�cticas anti �ticas, voto por trabajo, solo se recuerdan en nuestra patria, en tiempos previos a la revoluci�n del 48 donde el capataz de la finca llevaba a sus empleados a las juntas receptoras de sufragios y ante su mirada, escrutinio y vigilancia, quien no votara por el candidato de turno, quedaba cesado en el acto, sin derechos y “manos arriba”.
La historia se repite, dicen que es c�clica, pero en esta oportunidad hay una diferencia, a la urna vamos solos, solos con nuestra conciencia, con nuestra raz�n, con nuestros anhelos. Esta vez no tenemos al capataz servil espiando por encima de nuestros hombros para “encaminar” nuestro voto.
No se�ores, los se�ores del S�, estar�n afuera del sacro recinto democr�tico y es all� donde debemos de levantarnos, oponernos a este Tratado Comercial, que no solo regala nuestra soberan�a, sino que hipoteca nuestro futuro, y peor a�n el porvenir de los seres que m�s queremos nuestros hijos, los ni�os que sufrir�n las consecuencia a largo plazo de este negocio comercial.
Se�ores, cuando estemos en los centros de votaci�n y en especial al lugar destinado para emitir el sufragio, en soledad, sin miedo alguno, sin presiones ni intimidaciones, demos de una vez por todas la espalda a los des-gobernantes, a las empresas trasnacionales, a los intereses for�neos que quieren saquear nuestras riquezas, y votemos, por el bien de Costa Rica. Y digamos todos juntos
NO AL MIEDO NO AL TLC.
VALIENTE NO ES AQUEL QUE NO SIENTE MIEDO, SINO EL QUE SINTIENDOLO, LO ENFRENTA…
Columnista huésped | 4 de Octubre 2007
2 Comentarios
Una luz se ha encendido en la penumbra del Potrero de los Gallegos. Gracias Licenciado Porter.
Excelente comentario, el cual demuestra una vez m�s que las campa�as que el gobierno utiliza intentan enlodar la dignidad del costarricense como ser cr�tico y pensante. El resultado es realmente que nosotros los costarricenses reaccionemos, no con el poder econ�mico que se despilfarra en publicidad barata en vez de en solucionar los verdaderos problemas del pa�s, sino que actuamos con el poder de la palabra y la acci�n, ejerciendo nuestro deber y “fusilar” con nuestros votos a los que quieren regalar nuestra patria. No se�ores, no somos “siervos menguados”, muy al contrario somos verdaderos costarricenses de coraz�n que luchamos con la raz�n y no con la palabrer�a.