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Dos comentarios de Arnoldo Mora

Columnista huésped | 2 de Octubre 2007

En v�speras del refer�ndum

Vive Costa Rica hoy unas jornadas hist�ricas comparables tan solo a las que escribi� con sangre de h�roes en 1856. Es dentro de esta atm�sfera que los costarricenses estamos escribiendo con nuestro pu�o y letra una bella p�gina de la historia patria al someter a un refer�ndum la aceptaci�n o rechazo del TLC. Porque lo que en realidad est� en juego en el refer�ndum del pr�ximo 7 de octubre es si los costarricenses aceptamos o rechazamos la ideolog�a neoliberal de los grupos olig�rquicos y del capital transnacional que, de imponerse, vendr�a a profundizar la dependencia neocolonial de nuestro pa�s.

La consulta al Soberano constituye una derrota de la clase pol�tica tradicional, que se ha mostrado incapaz de conducir al pueblo por senderos de democracia y equidad, por lo que ahora est� en el banquillo de los acusados. El pueblo busca otro rumbo. Por eso los verdaderos protagonistas de esta jornada hist�rica no han sido los dos partidos pol�ticos tradicionales, que se han mostrado irreconciliablemente divididos. Al sector liberacionista hegemonizado por los Arias se le ha opuesto la figura hist�rica m�s relevante de ese partido, D. Luis Alberto Monge. Por su parte, en el menguado Unidad su actual presidente, Luis Fishman, se manifiesta en contra del TLC. Solo una fuerza emergente como el PAC se muestra compacta en su dirigencia y en sus bases en su oposici�n al TLC.

Por eso, han sido las organizaciones de la sociedad civil las que se han convertido en el protagonista principal en esta campa�a previa al refer�ndum. Pero no lo han hecho de manera an�rquica ni ca�tica, sino a trav�s de las instituciones de mayor significaci�n �tica y c�vica, como son las universidades p�blicas, el clero cat�lico, las fuerzas sociales, los intelectuales y los artistas. Pero lo m�s novedoso ha sido la organizaci�n popular que se extiende en todo el territorio nacional y est� conformada por los m�s variados sectores sociales. Me refiero a los comit�s patri�ticos, que configuran la fuerza emergente m�s significativa que, sin duda, ser� hegem�nica en la configuraci�n de la nueva Costa Rica que ya se gesta.

Al pueblo organizado se suma la gran mayor�a de los sacerdotes y de los intelectuales, 96 sacerdotes hicieron p�blico un documento en la Sede de la Conferencia Episcopal, en que manifiestan que el TLC es inmoral por lo que llaman a rechazarlo. En los d�as siguientes otros 25 sacerdotes se han sumado a los firmantes. Y para corroborar lo dicho por ellos, los tres obispos em�ritos, Ignacio Trejos, H�ctor Morera y Antonio Troyo responden a las preguntas planteadas por sus colegas de la Conferencia Episcopal sobre la moralidad del TLC, diciendo que el memo es inaceptable a la luz de los principios de la �tica cristiana.

El pueblo se ha manifestado a trav�s de los comit�s patri�ticos, la conciencia c�vica se ha expresado a trav�s de las universidades p�blicas, la conciencia �tica ha levantado su voz por medio de la inmensa mayor�a de los sacerdotes, la Patria lo ha hecho gracias a la pluma y el talento de un sinn�mero de intelectuales y artistas. Todo ese torrente incontenible de ideas y sentimientos se une para decir NO el pr�ximo domingo, con lo que Costa Rica, estoy seguro, escribir� una de las m�s bellas p�ginas de nuestra historia, al igual que lo hicieran nuestros antepasados en 1856.

El aislamiento internacional de Arias

No hace mucho hac�a alusi�n en este mismo espacio a la conocida novela “El Oto�o del Patriarca”, de Garc�a M�rquez. En esa obra el popular Gabo considera que la soledad y el aislamiento en que vive envuelto un gobernante latinoamericano autoritario y arrogante constituye, no solo su destino personal, sino su mayor y m�s grave castigo. Este castigo es producto, no tanto de una enfermedad cuanto de sus actitudes pol�ticas. En mi art�culo anterior, hac�a estas consideraciones a prop�sito de la situaci�n que vive G.W. Bush en sus �ltimos a�os de gobierno.

Sin �nimo de provocar forzadas comparaciones, pienso que, cuando apenas lleva a�o y medio de gobierno, a Oscar Arias le podr�a estar ocurriendo algo similar. Para evitarlo en el �mbito interno, lo que hace es asimilar su actividad de Jefe de Estado al de un candidato en campa�a. Va a todas las comunidades a alzar chiquitos y besar viejitas, prometiendo el oro y el moro con el fin de hablar de las supuestas bondades de un TLC que �l se ha encargado de convertir en su �nico programa de gobierno. Pero, no siempre le va bien, como le sucedi� el pasado 15 de Setiembre en Cartago, cuando sus palabras —sospechosamente breves—, tuvieron como fondo musical un sonoro e ininterrumpido torrente de silbidos. No s� qu� truco habr� de inventar para romper su ostracismo dom�stico cuando se acabe la campa�a del TLC.

En donde el aislamiento de nuestro flamante Premio N�bel de la Paz es pat�tico y cada vez m�s grave, no solo para su ego personal, sino y, sobre todo, para la imagen del pa�s que, m�s para mal que para bien, Oscar Arias moment�neamente encarna, es en el �mbito internacional. El incalificable error diplom�tico que acaba de cometer recurriendo a un chiste de mal gusto aplicado al hermano pueblo argentino y que provoc� la inmediata, airada y plenamente justificada reacci�n, no solo de los residentes argentinos, sino de todos los costarricenses sensatos, es una muestra de lo dicho. Pero no es la �nica.

Desde su tortuoso regreso a Zapote, Oscar no ha hecho sino multiplicar palabras y gestos que lo hacen cada d�a m�s insoportable ante sus colegas de la regi�n. En Campeche recibi� un bofet�n de Felipe Calder�n. En sus relaciones con Ortega, luego de agraviarlo, tuvo que humillarse e ir a visitarlo en Managua. Con esa ocasi�n, no solo el mandatario nicarag�ense, con quien tiene diferencias ideol�gicas, sino tambi�n los m�ximos representantes de la Democracia Cristiana de Guatemala y El Salvador tuvieron fuertes discrepancias, pues unos y otros lo acusan de haberse apropiado para beneficio exclusivo individual de un Premio N�bel, que debi� ser compartido con quienes tuvieron los primeros la iniciativa del Plan de Paz de Esquipulas. En consecuencia, el encuentro conmemorativo celebrado en Managua, lejos de unir a la familia centroamericana, reabri� viejas heridas.

Finalmente, el chiste inoportuno y de mal gusto de Arias sobre los argentinos no hace sino producir el mismo efecto de aislamiento en toda Am�rica del Sur. �Es de esta manera como Oscar pretende que voten por Costa Rica y no por Rep�blica Dominicana para elegir pr�ximamente un puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas?

(La Rep�blica)

Columnista huésped | 2 de Octubre 2007

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