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Un mundo feliz

Columnista huésped | 9 de Septiembre 2007

Por Fernando Dur�n Ayanegui

Padres y abuelos de Costa Rica: �leyeron ustedes el art�culo “La ni�a, la felicidad y la jueza”, de Carlos Montaner (LN, 2/9/2007)? Comentando el caso de una ni�a cubana puesta al cuidado temporal de una “amorosa y bienintencionada” familia de Florida, y reclamada ahora, con pleno derecho, por su padre, un trabajador cubano a quien el mismo Montaner describe como persona “buena, laboriosa y humilde”, ese columnista compara el retorno de la ni�a al cuidado de su verdadero progenitor (“biol�gico”, enfatiza, para recordarnos que la ni�a fue engendrada en un coito comunista) con el regreso de una infanta a la guerra civil sudanesa, o a Etiop�a a someterse a la ablaci�n genital. Una enfermiza acrobacia mental para sugerir que el padre cubano debe renunciar a su hija y dejarla disfrutando del para�so ofrecido por la pareja floridana que, racistamente, se considera mejor que �l.

�Qu� dir�a Montaner si un juez habanero fallara que un ni�o norteamericano extraviado en Cuba debe quedarse al cuidado de una familia local porque, a juicio de un periodista de la isla, crecer� m�s sanamente en el sistema socialista que expuesto al mundo de las drogas de Miami? �O tal vez le parecer�a bien que misioneros armados recorrieran las poblaciones pobres de Am�rica Latina secuestrando ni�os para llev�rselos a Florida a ponerlos, lejos de sus grasientos y tal vez ateos padres “biol�gicos”, al cuidado de “amorosas y bienintencionadas” familias norteamericanas?

Podr�amos preguntarnos c�mo opin� Montaner cuando periodistas y escritores de todo el mundo exig�an a las autoridades uruguayas que ayudaran a encontrar a la nieta del poeta argentino Juan Gelman y el sitio donde los hoy impunes militares “charr�as” hab�an enterrado a los progenitores de la ni�a, el hijo y la nuera del poeta. Veintitr�s a�os antes, la dictadura argentina hab�a capturado al joven matrimonio y, entreg�ndoselo a la dictadura uruguaya, hab�a condenado a muerte a ambos c�nyuges. La mujer, que estaba embarazada, fue asesinada tras su alumbramiento y la reci�n nacida se la regalaron a la “amorosa” (�y bienintencionada?) familia de un militar amigo de los pol�ticos que m�s tarde colaborar�an para que los cr�menes de la dictadura uruguaya quedaran impunes. Seg�n la l�gica de Montaner, la nietecita de Gelman estuvo mejor bajo la custodia de una extra�a familia castrense montevideana que al cuidado de sus padres biol�gicos, �l argentino y ella uruguaya, infectados por el virus de la oposici�n a las sangrientas dictaduras militares del Cono Sur.

(La Naci�n)

Columnista huésped | 9 de Septiembre 2007

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