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�Nos ladran, Sancho...!

Columnista huésped | 27 de Septiembre 2007

Por Rodrigo Madrigal Montealegre

Como una confirmaci�n a nuestra alerta por el clima de intolerancia, insultos y mordazas que amenaza con arrastrar a este pa�s a una grave confrontaci�n y hasta a una guerra civil, se public� en La Naci�n un libelo visceral de un energ�meno que nos agredi� con tal dosis de odio, veneno y amargura, que me pregunt�: “�Qu� favor le habr� hecho a este cascarrabias?”.

Intent� comunicarme con quien se atribuye el t�tulo de economista y el apellido Alc�ntara, para averiguar qu� alacr�n lo hab�a picado y reconocerle, al menos, su prodigioso talento en el vil y despreciable oficio de adulterar, tergiversar, falsificar, mutilar, distorsionar, amputar, torturar y manipular un documento ajeno, para reproducir su versi�n deformada en una forma tan inescrupulosa, abusiva y temeraria que delata un grado peligroso de perturbaci�n mental.

Pero, como no aparece en el directorio telef�nico, ni lo conocen mis amigos economistas, no cabe duda de que utiliza ese patron�mico como un seud�nimo para ocultar su identidad e irrespetar a don Ott�n Sol�s, a don Jorge Guardia, a don Alberto Ca�as, al Semanario Universidad y a este fraile. Como en lugar de tinta destila aguas negras y ponzo�osas, respetuosamente me permito sugerirle a esa alma de c�ntaro modificar su seud�nimo de Alc�ntara por el de Alcantarilla.

Nuestra preocupaci�n de que ese clima de insultos, agravios, injurias, pasiones sucias y golpes bajos degenere en funestas consecuencias queda confirmado por el repudio un�nime —salvo nuestro detractor— al memorando de los se�ores Casas y S�nchez, aunque ellos mismos admiten acertadamente que “la campa�a sobre el TLC se est� convirtiendo en una lucha entre ricos y pobres, y entre pueblo y gobierno”.

Ese memorando tiene, adem�s, el m�rito de reconocer que “la coalici�n que tenemos en contra es formidable: universidades, iglesia, sindicatos, grupos ambientalistas, etc. Y del otro lado, a favor del TLC solo est�n el gobierno y, a medias, los grandes empresarios (…) Nuestros colegas, nadie le cree una palabra al gobierno ni a los pol�ticos y por eso ser�a una locura delegarles la funci�n de defender el Tratado”.

Aunque mi detractor, obsesionado por su catarsis, me queme vivo en la hoguera de su inquisici�n, no es mi culpa si no ha constatado a�n que en un vasto archipi�lago de fuerzas sociales en todo el pa�s se ha estado gestando un gran movimiento que —asqueado por la corrupci�n obscena, degradante y nauseabunda, engendrada por quienes han lucrado, saqueado y vendido hasta lo m�s sagrado— est� dispuesto a extirpar, con una gran m�stica de civismo, esa gangrena que carcome las entra�as de nuestra democracia.

Aunque el iracundo verdugo me aplique todo lo que aprendi� en el manual de torturas de Torquemada, no lograr� impedir que ese enorme contingente de nobles ciudadanos identifique el TLC como una pieza m�s de ese grave proceso, ya que en su inicio caus� un gran optimismo, pero las graves denuncias formuladas continuamente por expertos y compartidas por una multitud de colegios profesionales, los obispos, honestos ex mandatarios, grandes intelectuales y los consejos universitarios m�s importantes, provocan la certeza de que es demasiado asim�trico, lesivo, humillante, injusto e inmerecido.

Por eso somos legiones los que creemos imperativa la negociaci�n de un TJC (un Tratado Justo de Comercio) que consista en una apertura comercial con un pa�s al que queremos y admiramos, pero que no lesione a sectores vitales de la producci�n y que no le quiebre el espinazo a instituciones veneradas como el ICE, el INS o la CCSS, con la entrega de las telecomunicaciones, los seguros y el sacrificio de la salud colectiva para saciar la codicia de unas corporaciones transnacionales.

Provocan igual indignaci�n las denuncias m�s recientes de peritos, como es el caso de la eventual producci�n y el libre ingreso al pa�s de armamentos de guerra, as� como la legalizaci�n del repugnante tr�fico de �rganos humanos como si fueran longanizas o mondongo de Tapachula, lo que provoca la impresi�n macabra de una mansi�n en ruinas en la que en cada ropero van descubriendo un esqueleto.

Pero mucho m�s grave es la revelaci�n, formulada por el Dr. Guillermo Quir�s, un ocean�grafo formado en la NASA, de que en el TLC renunciamos a un colosal tesoro en riquezas naturales, como un yacimiento de metano congelado valorado en $2 mil billones, un potencial en pesca de $250 millones anuales, adem�s de enormes dep�sitos de minerales como n�quel, cadmio, hierro, titanio y manganeso, al renunciar y ceder, con la ingenuidad de un alma de c�ntaro, el derecho a nuestra zona econ�mica exclusiva.

Felicitamos al TSE por los debates televisados y reproducidos por una multitud de radioemisoras, porque permiten divulgar esas denuncias, apartar muchos velos y arrancar las hojas de parra que cubren tantas verg�enzas, ante un vasto sector de la ciudadan�a que hasta ahora solo hab�a recibido un lavado o, mejor dicho, un ensuciado cerebral con toda la basura que recogen de las alcantarillas.

Al tenebroso maestro de la intriga, al estilo anticuado de los tinterillos de hace un siglo, que inescrupulosamente tritura escritos y muerde la honra ajena, cubri�ndose con el sucio manto del anonimato y que tan f�cilmente olvida que el puesto que ocupa se lo debe a mis gestiones, mi insistencia y mi buena voluntad, le deseamos la pronta recuperaci�n de su estabilidad mental, que Al� le conceda 100 a�os m�s de senectud y que, cuando nos abandone, logre morir en paz con su conciencia.

(V�ctima de ese ataque perverso y demencial en La Naci�n, he tenido que recurrir a otros medios de comunicaci�n para que me concedan lo que La Naci�n me neg�: el derecho elemental a opinar y defenderme.)

(La Prensa Libre)

Columnista huésped | 27 de Septiembre 2007

4 Comentarios

* #2503 el 27 de Septiembre 2007 a las 09:39 AM Gian dijo:

Don Rodrigo, ni se inmute por esa baratija descartable de almac�n chino… Su pobreza espiritual le envenena el alma y lo destruye, tanto as� que ya no puede articular sus ideas en forma consistente a la hora de expresar. Lo que hizo fue un balbuceo esperable en un adolescente enfurecido a punto de darse de mecos… Casualmente le cuento que yo tuve la mala fortuna de conocer otro personaje con ese mismo apellido, por eso me tom� la molestia de perder mi tiempo leyendo esa basofia. Y a la conclusi�n que me apur� a llegar fue que deb�a ser una maldici�n geneal�gica emergida entre las ratas de las alcantarillas… sin el af�n de de insultar a dichos animalitos…

Es obvio que las ratas del YES tienen miedo y por eso fanfarronean, pavonean, patalean. Tienen miedo a la verdad. Tomaron de su propio veneno y est�n desesperados. Son malos perdedores y esto me hace recordar cuando en mi �poca colegial asist� a a un partido de f�tbol entre la flamante selecci�n del Colegio Lincoln y el desgre�ado pero digno colectivo del Liceo de Pavas. Los ni�os lindos del Lincoln no supieron aceptar la paliza deportiva propinada por los aguerridos lice�stas… Qu� feliz me har�a ver repetida esa victoria el d�a del referendum…

* #2505 el 27 de Septiembre 2007 a las 01:17 PM Alfonso Jos� Dur�n Retana dijo:

La persona que ofendi� a don Rodrigo Madrigal, deber�a de estar sumamente avergonzado. Don Rodrigo representa una figura inmortal para quienes nos formamos en la Escuela de Ciencias Pol�ticas de la Universidad de Costa Rica. Siempre tiene que reinar el respeto y la tolerancia, y m�s ante un verdadero intelectual.

Resulta triste ver como un Tratado Comercial, se ha convertido en un Tratado Antagonista de la sociedad costarricense

* #2508 el 27 de Septiembre 2007 a las 03:24 PM Carlos Quesada dijo:

Ese anonimista, no ser� Julio Rodr�guez?

* #2512 el 27 de Septiembre 2007 a las 08:44 PM Pa�l E. Benavides Vilchez dijo:

Plum�fero intrigante, dedicado por muchos a�os a vender insultos disfrazados de periodismo, bien pagados por supuesto; que juega a universal pero que se qued� en prosista de aldea y puebl�n cafetalero, capaz de afirmar que el infierno existe y que el hombre todav�a no es primo del mono al igual que los curas del XIX de Villa Vieja de Cubujuqu� (hoy Heredia) de quienes desciende por ignorancia y afinidad teol�gica: repito la pregunta �ser� acaso Julio Rodr�guez? No se preocupe Don Rodrigo, que todos los que le leemos sabemos la diferencia entre el oro intelectual (usted) y la pasamaner�a verbal, entre el ejercicio del pensamiento y la cacer�a a sueldo de la v�ctima para exhibirla en las columnas desdichadas. Con usted aprendimos de cultura, de pol�tica y de honradez ley�ndolo en sus columnas que tanto extra�amos, con el amanuense a sueldo que usted recomend� para el puesto (�si no es con la luz suya, con qu� otra luz brillar�?) solo el escarnio, el lugar com�n y los insultos; esa pedagog�a del odio que injustamente le dio un premio nacional de periodismo. !Qu� locura!

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