Por Fernando Dur�n Ayanegui - [email protected]
La llegada de una temprana “abuelescencia” me permiti� recuperar, gracias a la llegada de mi primer nieto, la raci�n de cine de f�bulas y de funciones de circo que me hab�a perdido a partir de los once a�os, cuando sal� hacia Cuba a jug�rmela solo, como decimos en la calle de la Amargura . Este nieto creci� y, cuando tuvo que ir al colegio, ya no compartimos m�s el cine o el circo, lo que me devolvi� al aburrimiento de la adultez; pero un decenio m�s tarde aprovech� la venida del segundo para volver a la rejuvenecedora costumbre de andar por las v�as de la GAM en un perolito de color verde pepino cele en compa��a de un implacable diosito debidamente entronizado en una silla de seguridad atada a las correas del asiento trasero. Es de esta forma como, en dos temporadas distintas, desde ese sagrado trono port�til me ha llegado cientos de veces una imperiosa vocecilla, que parece surgir desde el olimpo de los olimpos, que me ordena: “�Bul�o, no vaya tan ligero!”, o “�Tito, amarrate el cintur�n!”, o “Esa m�sica es muy fea, apague el radio”, o “Vamos a mad�mal porque tengo hambre”.
Recientemente, el emperadorcito de turno me retorn� parte del perdido optimismo en torno al futuro del planeta al obligarme, con tanto aplomo como autoridad, a recorrer todo Tib�s, que no es el m�s limpio de los cantones de la provincia de San Jos�, hasta no encontrar uno de los muy escasos recipientes municipales destinados a la recolecci�n de desechos, para depositar ah�, ecol�gicamente, los restos insignificantes del helado de paleta que acababa de deglutir. Me hizo, as�, pensar en que una de las desgracias de este mundo consiste en que tipos tan nocivos como Ner�n W. Bush, Iv�n el Terrible Putin y el Capit�n Garfio carecen de nietos o no los escuchan. Cu�nto mejor no andar�a el mundo si a Bush un nieto le diera, dentro de su limusina blindada, la orden de amarrarse la lengua y dejar de enviar a Iraq y a Afganist�n tanta basura mec�nica y humana, o si un rusito de pocos a�os pudiera conminar a Putin a olvidarse de sus ma�as de la KGB y cesar de emporcar el planeta con el env�o de excomunistas mafiosos a traficar armas en el extranjero. Con todo, tal vez no resulte descabellado pedirle a la empresa Disney que prescinda de nietos y contrate a Pluto para que muerda los calca�ares del Capit�n Garfio cada vez que a este siniestro (�o diestro?) manco, que se parece much�simo a Tony Blair envuelto en una gabardina vieja, se le ocurra embromar a Peter Pan o a Campanita. A menos, claro est�, que Garfio sea el abuelo de uno de ellos… o de Pluto.
(La Naci�n)
Columnista huésped | 1 de Septiembre 2007
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