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6 razones fundamentales y 1 esencial por las que digo NO al TLC

Columnista huésped | 27 de Septiembre 2007

Por Roberto Madrigal Zamora, defensor p�blico en Cartago

El empleo

Aun cuando dej�ramos de lado las cifras contradictorias, cambiantes y carentes de fundamento que el gobierno ha mencionado sobre los empleos que generar�a el TLC (a lo que habr�a que sumar el silencio que ha guardado sobre las acusaciones de la cantidad de empleos que se perder�an o ser�an desplazados), no podr�amos hacernos de la vista gorda ante el tema de la calidad del empleo que se supone ser�a generado y la relaci�n del mismo con el tema de la distancia que toma la riqueza a la hora de ser distribuida con respecto a quienes realmente la produjeron.

Un buen plan de desarrollo nacional tendr�a que preocuparse por la calidad del empleo o sea por su estabilidad, por la movilidad social que produzca, por la promoci�n que permita en una escala de puestos para el trabajador, por la prosperidad econ�mica y cultural que pueda producir a nivel micro y macroecon�mico; lo cual est� muy lejos de ser garantizado por los empleos que t�picamente pueden garantizar las empresas a las que interesa el tratado: estacionarios, temporales, con pocas garant�as laborales, de gran intercambialidad y prescindibilidad humanas como lo son los empleos del tipo t�cnico industrial u operario de maquila.

Similares cosas habr�a que decir del tema de la generaci�n y distribuci�n de riqueza, no es justo ni leg�timo un sistema que se satisface �nicamente con que las personas tengan empleo y un salario y se despreocupa por que las grandes ganancias que genera ese empleo queden en manos de unos pocos y con seguridad fuera de las fronteras nacionales. Tener un salario que se consume en la satisfacci�n de las necesidades b�sicas no es ni con mucho lo que se puede entender por generaci�n y distribuci�n de riqueza.

Telecomunicaciones y seguros

En medio de tanto bombardeo ideol�gico �hemos tenido tiempo de preguntarnos por qu� el estado costarricense se reserv� en car�cter de exclusividad las telecomunicaciones y los seguros?

En primer lugar hay un componente estrat�gico en el ramo de las telecomunicaciones que tiene que ver con la supervivencia de una naci�n democr�tica cuya institucionalidad y funcionamiento, que depende en gran medida y cada d�a m�s de la transmisi�n de datos y el trasiego de la informaci�n, no puede estar supeditada a los intereses econ�micos extranjeros y privados que podr�an paralizar, entorpecer y sabotear el funcionamiento del gobierno. En el mismo sentido una instituci�n aseguradora en manos del estado que garantice la supervivencia y recuperaci�n de los sectores productivos v�ctimas de alguna cat�strofe (como los agricultores en caso de da�os a las cosechas o empresas e industrias en caso de devastaciones naturales) o que garantice por las v�as coactivas del estado la protecci�n de los trabajadores mediante un seguro como el de riesgos del trabajo, cumple una funci�n estrat�gica de mantenimiento del sistema.

De igual manera ambos sectores siendo como son altamente rentables y regidos por un principio de solidaridad, se convierten en fuente de ingresos que subvencionan el servicio p�blico a sectores cuya lejan�a geogr�fica o poca importancia desde el punto de vista de la cantidad de usuarios o clientes excluir�a del inter�s de eventuales empresas privadas.

Propiedad intelectual

La brecha que separa a un pa�s tercermundista como Costa Rica de los grandes centros de acumulaci�n y desarrollo cient�fico y tecnol�gico no es obra de la casualidad ni de la naturaleza. Dicha brecha se consolid� a trav�s de decenios y decenios de una pol�tica mundial que mediante la expoliaci�n de recursos naturales de las zonas ricas y exuberantes como las tropicales; el ocultamiento y la manipulaci�n de la informaci�n; el desplazamiento, compra o fuga de cerebros desde nuestras academias; y la mercantilizaci�n de los hallazgos o avances m�dicos, alimentarios, bot�nicos, zool�gicos, etc. logr� la entronizaci�n de un modelo desigual de producci�n y apoderamiento del conocimiento.

Quienes han propiciado y usufructuado dicho modelo econ�mico pretenden hoy a trav�s de legislaciones como el TLC resguardar tal estado de cosas por la v�a de la penalizaci�n de la utilizaci�n de inventos, hallazgos y adelantos t�cnicos; del eternizamiento de las patentes comerciales; y de un estratosf�rico cobro por el uso y la distribuci�n de productos ocultando que de esas indescriptibles ganancias una parte insignificante es la que llega a los inventores, artistas y creadores y otra no mayor es la que se dedica a la investigaci�n la cual –sobre todo en el caso de medicamentos- es mayormente financiado por gobiernos y entidades p�blicas.

Arbitraje

Aunque superficialmente podr�a parecer un tema que solo tiene que ver con inversionistas e instituciones estatales, el subsistema judicial que consagra el tratado seg�n el cual aquellos tienen el derecho unilateral de someter sus discrepancias a la decisi�n de �rbitros ajenos a los tribunales nacionales implicar� una ola de repercusiones que tienen que ver con todos nosotros.

Los recursos que el estado costarricense tendr� que dedicar para enfrentar los costos procesales de eventuales arbitrajes en cualquier parte del orbe, unidos a los costos generados por el pago de indemnizaciones o de arreglos a los que se llegue para evitar aquellas indemnizaciones tendr� una incidencia directa en los recursos que nuestro estado destina a los servicios p�blicos que se brinda, recursos que adem�s ser�n m�s escasos debido a los ingresos que se dejaran de percibir producto de la reducci�n y desaparici�n de aranceles, salvaguardias e impuestos a la importaci�n.

No podr�amos adem�s perder de vista que en nuestra calidad de vecinos, de integrantes de asociaciones de desarrollo comunal, de individuos pertenecientes a organizaciones ecologistas o de simples administrados amparados a los servicios p�blicos de seguridad social o de educaci�n podr�amos vernos directamente involucrados en demandas de corporaciones inversionistas a las que las normas estatales en cualquiera de esos campos les produzca una afectaci�n de sus ganancias.

Corrupci�n

El reino de la iniciativa privada en el manejo de la realidad econ�mica y social como lo promueve el TLC lejos de conjurar el fantasma de la corrupci�n viene a crear un nuevo escenario de incalculables riesgos. Caigamos en la cuenta de que los escandalosos casos que se investigan actualmente en nuestro pa�s y que involucren a personalidades pol�ticas p�blicas tienen como contraparte a consorcios privados nada m�s y nada menos que del ramo de la farmac�utica y de las telecomunicaciones (Fischel y ALCATEL), casos en los que incluso se ha llegado a sostener que el soborno, la compra de voluntades y el tr�fico de influencias no son una perversi�n del giro comercial de las empresas sino que de hecho se encuentra debidamente presupuestado dentro del c�lculo de costos y beneficios.

Lo anterior sin dejar de ver los no menos famosos casos tambi�n locales relacionados con la subfacturaci�n de empresas privadas, la omisi�n de pago de las cargas sociales, el abuso con beneficios como los c�lebres Certificados de Ahorro Tributario; o los casos que a nivel mundial hacen enmudecer a cualquiera como el caso de Enron.

El ascenso del sector privado transnacional y su entronizaci�n en sectores claves y sensibles como telecomunicaciones y seguros es la puerta por donde ingresar�n a la escena pol�tica nacional las pr�cticas del financiamiento oculto y la compra de voluntades de diputados, mun�cipes, presidentes y cuanto funcionario tenga que ver con legislar, autorizar y supervisar el funcionamiento de la iniciativa privada.

Libre competencia

El slogan de los promotores del TLC es que la libre competencia beneficia a todos los consumidores; a�n dejando de lado que tal motivaci�n responde a un modo monetarista de pensar las relaciones colectivas es lo cierto que en el mundo del libre comercio como lo entienden los sectores que est�n detr�s del tratado tal libre competencia es solo un mito.

El mercado de las grandes operaciones mercantiles y de las transacciones de los negocios m�s importantes y lucrativos est� controlado por unas muy pocas grand�simas corporaciones que incluso llegan a ser un solo monstruo de varias cabezas cuando uno logra escalar al interior de sus organigramas. Cuando se logra encontrar un sector de la econom�a en la que los “competidores” no sean en realidad uno solo con distintos nombres y filiales, se descubre que ellos se han repartido segmentos o sectores geogr�ficos del mercado de los consumidores para no perjudicarse entre si o que a�n cuando formalmente compiten, sus pol�ticas y estrategias de venta y obtenci�n de ganancias han sido de antemano coordinadas desapareciendo cualquier posibilidad de que el enfrentamiento entre empresas redunde en una mejora del servicio o de los precios a la ciudadan�a.

El NO es un humanismo

Frente a los emblemas del TLC (competencia, acumulaci�n individual, eficientismo, selectividad) el Movimiento del NO erige los m�s altos valores de una cultura altruista: la solidaridad, la preocupaci�n por el otro, la construcci�n en comunidad, la prevalencia del crecimiento compartido, la importancia del compa�erismo, etc.

Desde cualquier vertiente espiritual desde cuya lente observemos la realidad tenemos que darnos cuenta de que si hay un futuro posible, el mismo transita por el abandono de la ruta marcada por la depredaci�n de los recursos naturales, el culto al materialismo, la carrera por dejar atr�s a los dem�s, la rapi�a y la desconsideraci�n como normas de conducta que nos tienen a un solo paso del despe�adero.

Columnista huésped | 27 de Septiembre 2007

3 Comentarios

* #2515 el 28 de Septiembre 2007 a las 11:23 AM German Brenes Montero dijo:

�Podr�a ser dicho de mejor manera lo que pensamos y sentimos quienes estamos preocupados por la Costa Rica que daremos en herencia?

* #2519 el 28 de Septiembre 2007 a las 06:54 PM David Fallas dijo:

Ten�s raz�n, German, el mensaje de Roberto es claro, directo y muy bien sustentado. Votar NO es propio de quienes defienden el humanismo y luchan contra el materialismo … y tambi�n contra el determinismo que seg�n algunos nos obliga a aceptar las condiciones de los Estados Unidos. El 7 de octubre el pueblo puede recuperar su soberan�a, que no est� tan amenazada por las transnacionales estadounidenses como lo est� por los se�orones locales que utilizan el Gobierno costarricense y el nombre de los Estados Unidos para promover sus negocios y sus ambiciones. Me alegro mucho de ver tus comentarios y los de Roberto en este foro cr�tico. Saludos. David

* #2523 el 28 de Septiembre 2007 a las 10:51 PM carlos J. Soley dijo:

Excelente exposici�n. Estas son indudablemente las razones por las que hay que oponerse decididamente a ese TLC.

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