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Los sentires del coraz�n y las razones de la fe

Columnista huésped | 25 de Agosto 2007

Por Carlos Bonilla Avenda�o, abogado

Resulta curioso que un presb�tero de la Iglesia Cat�lica nos venga a hablar de “precisiones cerebrales” como criterio �nico y absoluto para decidir nuestra posici�n de cara al TLC. Y resulta curioso porque las voces que nos llegan desde la Religi�n, desde hace siglos, vienen insistiendo y forjando una conciencia de fe fundamentada sobre todo en el coraz�n, en el sentir, en las “intuiciones ciegas” acerca de un Dios cuyo conocimiento, aceptaci�n y acci�n se viven, como dec�a San Juan de la Cruz, en la experiencia de la noche oscura de la fe. Ciertamente, los te�logos insisten en que “Fides quaerent intellectur” (La fe busca ser entendida - por la raz�n), pero la vida cotidiana de fe, la vivencia religiosa, especialmente la que se enmarca en la religiosidad popular, nada tiene que ver con “precisiones cerebrales” y mucho con los sentires del coraz�n.

Evidentemente, el tema del coraz�n es un tema del NO, usurpado por el S�. Cuando don Mauricio menciona la frase “Mi coraz�n dice S�”, y luego cita a “los del otro bando” que dicen NO, equipara los dos decires y legitima la usurpaci�n. El art�culo del se�or V�quez es un ataque al coraz�n del NO, aunque procure disimular esa intencionalidad al meter en un mismo saco al coraz�n que dice S� y al coraz�n que dice NO.

El problema fundamental del TLC, como muy bien lo dijo la se�ora Defensora de las y los Habitantes, es que es un Tratado SIN ALMA. Al TLC no le interesan las personas, sino el lucro de las empresas, no le importan las consideraciones �ticas, ni los derechos humanos ni la integralidad de la Naturaleza. En ese sentido las y los costarricenses, sobre todo quienes nos consideramos creyentes en el Dios de Jes�s, no podemos acercarnos al TLC �nicamente con “precisiones cerebrales”, pues lo que est� en juego no son simplemente datos sobre importaciones y exportaciones, sino la calidad de vida de cientos de miles de costarricenses que con el TLC ver�n afectado su derecho a la salud, a la vivienda, al trabajo digno, a ser due�as y due�os del destino de este pa�s.

Las y los creyentes de las diversas Iglesias cristianas, y de manera especial aquellas personas a quienes el Pueblo de Dios les ha delegado el ejercicio del ministerio pastoral, no podemos ver, juzgar y actuar en relaci�n con el TLC con el exclusivo criterio de “precisiones cerebrales”. Nuestro voto el 7 de octubre va a definir el destino de cientos de miles de costarricenses: votar S� es hacernos c�mplices del aumento de la pobreza, de la injusticia, de la corrupci�n y de la insolidaridad. Es hacernos c�mplices de los Mercaderes del Templo a los que nuestro Se�or y Maestro dijo: NO. Tenemos la responsabilidad de tratar de conocer y entender racionalmente el TLC y el debate del 23 de agosto fue una muestra de la rigurosidad anal�tica y de la “precisi�n cerebral” con que lo abordamos quienes decimos NO. Pero afirmar que las razones del coraz�n son meras “intuiciones sensibleras ciegas” y “pensamientos vac�os” muestra poca cordialidad (del lat�n cordis: coraz�n) y no deja de sorprender al venir de un ministro de la Iglesia. Aunque, claro, lo de “Presb�tero” solo aparece como cr�dito del articulista, quiz�s en busca de un argumento de autoridad adicional, pero su contenido bien pudo firmarlo como Fil�sofo. �O como Pol�tico?

MI CORAZ�N… �DICE?

Por Mauricio V�quez Lizano, presb�tero

A estas alturas del siglo XXI y como muestra clara de que es falso que el sentido com�n sea el m�s com�n de los sentidos, venimos escuchando y viendo, a prop�sito de la campa�a que tirios y troyanos llevan adelante con motivo del refer�ndum acerca del TLC, una frase llamativa por lo absurda: “Mi coraz�n dice S�”, o bien, seg�n se trate del otro bando, “dice NO”.

Sentir es una realidad innecesaria de cara al problema que aqu� hemos de enfrentar. Pascal hab�a dicho aquello de que “el coraz�n tiene sus razones que la raz�n no conoce”. Pero �l se refer�a a otro orden de cosas que pasaba de las certezas. Se refer�a, desde su criterio, al tema de la fe. Una realidad que se dirime no necesariamente en el campo de la fr�a l�gica racional.

Aunque, como dice Franco Ardusso, “el creyente no puede creer a la ligera, ya que es un sujeto humano dotado de exigencias de honestidad intelectual y de rectitud moral respecto a los actos que realiza”.

Pero aqu� no estamos ante un asunto de fe, ni de pasi�n, tampoco ante un asunto que pueda ser abordado desde sentimientos irracionales. Estamos tras la pista de conocer, de datos objetivos, razonamientos cuidadosos, conclusiones sustentadas. Ni siquiera es un asunto de intuiciones, en cuanto que la intuici�n es una cierta forma de saber que, naciendo desde un razonamiento sin sustento l�gico, no ofrece al ser humano m�s que una percepci�n inmediata y vaga de alguna idea, o bien, de una situaci�n determinada.

Conocer es, en cambio, otra cosa. Se trata de tener idea o captar por medio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y circunstancias de las personas o las cosas. Desde el realismo del siglo XIII, se considera que conocer es una adecuaci�n entre ente e intelecto. Los idealistas del siglo XVIII hablar�an de una s�ntesis de concepto e intuici�n. A este respecto, Kant llegar� a expresar esta idea diciendo que “los pensamientos sin contenido son vac�os; las intuiciones sin conceptos son ciegas”.

A m� me interesa una cosa: la realidad. Y cuando digo realidad, hablo aqu� de una cosa esencial y, para recurrir a Ortega y Gasset, hablo de “lo que verdadera e indubitablemente hay”. Ni m�s ni menos.

De cara al TLC, no estoy ni para “sentires” ni para intuiciones desligadas de conceptos. Estoy para realidades. Me interesa un bledo lo que el coraz�n me diga o deje de “decirme” respecto a este tema. Y, menos a�n, lo que diga o deje de “decir” el coraz�n a otros, m�xime si se trata de exageraciones o suposiciones que, sin ser m�s que eso, esto es, percepciones sensibleras, juegan con el miedo de la gente, lo mismo que con el sentimentalismo propio de la masa, o bien solamente exacerban romanticismos patrioteros que ya nada deber�an decir a nadie.

Niego, pues, por lo dicho antes, que el coraz�n sea un criterio v�lido de cara al pr�ximo refer�ndum. Es tiempo de precisiones cerebrales. Desde ellas hemos de ir a las urnas para dejar constancia de que s� creemos en el futuro y de que queremos, efectivamente, ser parte de �l. Y, para que ello sea verdaderamente as�, estamos seguros de la necesidad de pasar tanto de pensamientos vac�os como de intuiciones sensibleras ciegas.

(La Naci�n)

Columnista huésped | 25 de Agosto 2007

2 Comentarios

* #2333 el 26 de Agosto 2007 a las 10:55 PM Rosy Morales dijo:

En primer lugar ser�a interesante saber qui�n es el Sr. Mauricio V�quez, cu�l es su historia, cu�l, su circunstancia. Ser�a interesante saber por qu� est� enojado. Saber, en �ltima instancia, si tiene alguna relaci�n con los Arias. Si bien es cierto que el an�lisis de la obra literaria hace mucho tiempo dej� de circunscribirse a los avatares de la vida del autor, tambi�n es cierto no estamos frente a una obra literaria, y que la boca (en este caso la mano) habla de “lo que tiene lleno el coraz�n.” No hay duda de que alg�n resentimiento o frustraci�n tiene el Sr. V�quez. De otro modo, no se podr�a explicar su desprecio por los sentimientos y por la colectividad. Pareciera que lo ha desnaturalizado la religi�n misma. Si este fuera el caso, le recomendamos que reflexione, y si es necesario, se aleje de la religi�n para que haga de su paso por este mundo una experiencia m�s placentera. Tambi�n los curas tienes derecho a la felicidad. �Ser� que le robaron el coraz�n al curita? �O ser� que le preocupa tanto coraz�n manifest�ndose apasionadamente y con fervor, en contra de cuatro gatos ricachones y unos cuantos m�s esbirros y serviles?

* #2336 el 27 de Agosto 2007 a las 08:27 AM Roy Jesus dijo:

Creo, Don Carlos que a ud lo veo m�s del lado del pueblo que a este se�or Mauricio Viquez.

La iglesia pide y Jes�s nos pide que cuidemos de los desamparados. Este TLC es un abominable que solo se centra en el comercio y a los pueblos nos ve como n�meros.

Lastima que un preb�tero se exprese as�, esto no me apartara de mi Religi�n cat�lica pues se que la mayoria de los Sacerdotes esta en favor del pueblo y en contra de este TLC. NO AL TLC

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