Desde que las autoridades calderonistas, en el mes de mayo de 1943 apalearon en el patio del Palacio Nacional a los diputados Francisco J. Orlich y Francisco Urbina que se opon�an a un proyecto gubernamental de quitarles a las mesas electorales el derecho de contar los votos y darles esa funci�n a los diputados (proyecto que derrotamos EN LAS CALLES las mujeres y los estudiantes); y desde que el 1� de marzo de 1948 secuestraron al diputado Manuel de Jes�s Quir�s para que no llegara a votar negativamente la anulaci�n de las elecciones presidenciales, en Costa Rica no hab�a ocurrido nada tan grave como lo que sucedi� en Zarcero el s�bado pasado.
Al diputado Joaqu�n Salazar, del PAC y residente en Zarcero, le impidi� la fuerza p�blica, alegando tener instrucciones superiores, acercarse siquiera al sitio donde don Oscar Arias iba a tener una reuni�n, a la que el diputado se propon�a asistir, y fue agredido por un mat�n, que se dijo funcionario de la Casa Presidencial, y lanzado por �ste violentamente contra una persona que estaba tomando fotograf�as de lo que suced�a. Dichosamente las fotograf�as existen. Yo las he visto.
Seg�n se dice (porque ahora s� que no s� si es cierto), las autoridades de polic�a est�n ahora bajo el mando del Tribunal Supremo de Elecciones, de manera que cabr�a preguntarse: UNO, si fue el TSE el que instruy� a las autoridades de Zarcero, y DOS: si el grupo de que forma parte el musculoso y aguerrido mat�n del cuento es una fuerza p�blica l�cita que debe estar bajo la jurisdicci�n del TSE, o un invento o truquito para eludir a �ste.
Agrego que el mismo d�a, la fuerza p�blica de San Ram�n agredi� a unos estudiantes en un contexto parecido (el TLC), pero de ese hecho no he visto fotograf�as como del de Zarcero.
Algunos han hecho un gran esc�ndalo porque en un pleito entre particulares, un dirigente sindical le dio de pu�etazos a alguien que lo insultaba. Advierto, por si alg�n editorialista lo ignora, que los dirigentes sindicales no son autoridades, aunque sean seg�n algunos, hijos de Satan�s (por no decir hijos de otra cosa), pero esa circunstancia les viene floja a la Constituci�n y a las leyes.
El hecho es que autoridades agredieron a un ciudadano que transitaba tranquilamente por las calles de su pueblo, le limitaron arbitrariamente su derecho al libre tr�nsito por ellas, le impidieron participar en un acto que se celebraba en un lugar p�blico o presenciarlo, y que ese ciudadano es un diputado, diputado de oposici�n por m�s se�as, portador de un carnet en que se ordena a las autoridades servirle, protegerle y facilitarle sus actividades.
Tengo suficientes a�os, para haber vivido la d�cada del 40, y sentirme autorizado para proclamar aqu�, a voz en cuello, que as� empezaron en aquel entonces las cosas. En alguna parte escrib�, hace alg�n tiempo, que la agresi�n a los diputados Orlich y Urbina fue el primer disparo de la guerra del 48.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 26 de Agosto 2007
1 Comentarios
Don Alberto: Sugiero que, de alguna forma, despu�s del referendo se expongan fotos, v�deos, art�culos, etc, que nos permitan ver retrospectivamente una y otra vez el espinoso camino de la discusi�n sobre el CAFTA en Costa Rica. Hoy tratamos de tragarnos esta semilla de aguacate, la cual, de alg�n modo, ha de pasar por el ga�ote. Ma�ana hay que digerirla bien; porque debemos aprender y, luego, mantener viva la memoria hist�rica.