Por Franz Ulrich, empresario
Dios ha sido muy bondadoso al dar a cada uno de nosotros dos ojos para ver todo lo lindo de este mundo que �l cre�. Tambi�n podemos usarlos para darnos cuenta de lo desastroso y feo que est� quedando el camino que el hombre enrumb� equivocadamente. Tal vez sea por eso que una gran mayor�a de nosotros solo ve con un ojo y –lo peor– s�lo con aquel que no le permite ver m�s all� de sus propios sue�os. Dios guarde se les ocurra, de repente, abrir el otro ojo –aunque sea s�lo por un instante–, porque les har�a ver la realidad y, qui�n sabe, �que tal susto se pegar�an!
Ver s�lo lo que uno quiere ver ha sido el tema de los �ltimos meses (y hasta a�os) y parece ser el enfoque b�sico del TLC. Aquellos que s�lo ven con el ojo derecho nos hacen saber que con el TLC aprobado, muchos estancamientos del pa�s se resolver�an y hasta nos garantizan que habr� incremento del empleo, mejores salarios, aumento en la exportaci�n de productos, mejoramiento del PIB, menor pobreza, reducci�n de la deuda interna, disminuci�n de los intereses, estabilidad econ�mica, mayor inversi�n extranjera, gran afluencia tur�stica y no se sabe cuantas cosas m�s. Mientras que los que ven con el ojo izquierdo, nos alertan sobre un mayor desempleo, una catastr�fica situaci�n econ�mica, aumento en la pobreza, venta del pa�s a extranjeros, desnivel social, reducci�n en atenci�n m�dica y cultural, y una clara intromisi�n for�nea en las decisiones a tomar por nuestros gobernantes. Ven desaparecer el INS, las telecomunicaciones, el ICE, la soberan�a del pa�s y por ende la idiosincrasia del costarricense.
Hasta ahora, ninguna de las dos partes se ha preocupado en informar correctamente al ciudadano para que �ste abriera sus dos ojos, lograse formar un criterio propio al respecto y llegue a tomar una decisi�n acertada en el momento de hacer uso del Referendo. Insistir en el S� porque s� y en el NO porque no, es poco responsable y se asemeja m�s bien a un partido de f�tbol donde se apoya a uno de los equipos por gusto y parcialidad, y donde el fanatismo prevalece sobre la convicci�n. Al final, el perdedor se limita a tranquilizar a su afici�n con dichos como: esta vez se nos neg� el gol… as� es el f�tbol… y ya nos estamos preparando para el pr�ximo partido. Debe de hablarse bien claro al costarricense para que entienda que no estamos ante un juego de f�tbol, ni ante un apoyo partidista y menos a�n ante una elecci�n presidencial, sino ante un REFERENDO donde se esta decidiendo el DESTINO DE COSTA RICA y, ante todo, que despu�s de este “partido” NO HABRA REVANCHA. Tambi�n debe de aclararse, que no se trata de dar un voto de favoritismo o de rechazo hacia los Estados Unidos de Norteam�rica, ya que el TLC incluye, adem�s de esa naci�n, a todos los pa�ses centroamericanos m�s uno del Caribe por igual, as� que aquel que afirma que Estados Unidos se convertir�a en la gran salvaci�n a nuestros problemas, es tan tuerto como aquel que intenta convencernos de lo contrario.
Es bien sabido que Costa Rica es el consumidor n�mero uno de Centroam�rica, y aunque las exportaciones del pa�s incrementaron en los �ltimos a�os, y las estad�sticas financieras se ven bastante positivas, la realidad es que seguimos siendo una naci�n primordialmente importadora.
Que nuestro nivel cultural es mucho m�s elevado que el de nuestros vecinos no es un secreto y que el bienestar social ha sido nuestro aliado es sobradamente comprobado. Precisamente, esas ventajas sociales pueden convertirse en nuestro principal enemigo comercial, dado que por su alto costo, nuestros vecinos centroamericanos podr�an ofrecer, en perjuicio nuestro, mano de obra muy ventajosa, que garantizar�a al empresario/industrial elaborar, en cualquiera de esos pa�ses, sus productos a muy bajo costo. Al abrirse el libre comercio con ellos, se abrir�n tambi�n las puertas que invitaran a empresarios costarricenses a trasladar sus instalaciones a uno de estos pa�ses para suplirnos desde all� con productos a precios m�s competitivos y libre de impuestos.
Incluso se podr�a dar el caso de que industrias transnacionales cierran, sencillamente, sus empresas aqu� y nos suministraran con productos baratos, pero de su misma marca y calidad, desde alguna de sus filiales ya establecidas en Centroam�rica.
Esas realidades deben abrirnos ambos ojos en busca de soluciones valientes y bien definidas, alejadas de favoritismos pol�ticos, interpretaciones personalistas y proteccionismos parcializados. Debe de prevalecer un profundo e inconfundible esp�ritu patri�tico que nos hace ver con toda claridad que COSTA RICA VALE MAS QUE EL TLC.
No importa en que forma nos quieran convencer los del S� o los del NO con sus teor�as improbables. De todas formas, ni sus promesas ni sus temores pueden ser tomados en serio ya que es totalmente imposible y, por ende, poco responsable predecir lo que suceder� despu�s de la aceptaci�n o del rechazo del TLC. Lo que s� se puede adelantar con certeza es que una de las dos partes perder� y muchas de las promesas y advertencias hechas quedaran a la espera de alg�n milagro, y ser�a totalmente injusto a que el pueblo –aunque haya sido por su decisi�n– vaya a quedar desprotegido y expuesto a sufrir –una vez m�s– las consecuencias negativas de lo que hab�a sido una mera obsesi�n pol�tica.
Seg�n titulares que aparecen diariamente en la prensa nacional, el pa�s esta atravesando una situaci�n boyante (y eso sin haber suscrito el TLC), que ojal� pueda ser mantenida o hasta mejorada por el ganador del referendo. Sin embargo, ser�a muy recomendable y de un alto esp�ritu conciudadano, que las dos partes promovieran en conjunto y desde ya una ley de prevenci�n que asegure al empleado y al empresario una estabilidad econ�mica pos-referendo, permiti�ndole hacerse acreedor de un desembolso m�nimo mensual (una especie de seguro o fideicomiso) como indemnizaci�n laboral en caso de que (sin importar cual de las dos partes haya ganado el referendo) la situaci�n socio/econ�mica del pa�s se torne m�s dif�cil, llegue a provocar un mayor desempleo, obligue a algunas empresas a cerrar sus actividades o incremente el porcentaje de la extrema pobreza.
Columnista huésped | 20 de Julio 2007
0 Comentarios