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Referendo y libertad de expresi�n

Columnista huésped | 11 de Julio 2007

Por Luis Diego Lobo Protti, polit�logo

Costa Rica est� en una de las coyunturas de mayor trascendencia en su historia: no solo se est� dando la oportunidad –por primera vez– de utilizar el referendo como una de las herramientas m�s importantes de la democracia directa, sino que el ciudadano est� en un debate de ideas como pocas veces se hab�a visto. Las exposiciones en las diferentes comunidades, sumadas a la participaci�n de figuras pol�ticas y otros actores importantes que expresan sus ideas y pensamientos, han provocado que el TLC se discuta a diario. Esta din�mica nos convierte en una democracia m�s fuerte y estable; consolida nuestras instituciones y provee de legitimidad al proceso en s�.

Pero este escenario ha comenzado a desnudar heridas que estaban cerradas hace mucho tiempo. Con la ca�da del r�gimen comunista sovi�tico y, con ello, el final de la bipolaridad Este-Oeste, parec�a que los temores hacia los que pensaban diferente se acababan. Comienza una etapa de mayor libertad de expresi�n y debate cr�tico de ideas, disminuyendo as� el miedo hacia la “otredad”.

Pero en Costa Rica, ante el TLC, el lenguaje que comienza a utilizarse nos lleva a un escenario similar al de la Guerra Fr�a, con preocupantes tendencias macartistas, donde se descalifica una opini�n solo por estar en un lugar diferente del prisma ideol�gico, acerc�ndonos de nuevo a una simplista clasificaci�n izquierda o derecha. La irracionalidad de volver a este lenguaje dicot�mico, de blanco y negro, solo trae de nuevo los problemas que se formaron en d�cadas pasadas, que llevaron a la humanidad a una de sus �pocas m�s opresivas contra la libertad de expresi�n y el debate de argumentos.

No importa el pensamiento que tengamos sobre este tratado, tenemos que ser respetuosos con las personas que piensen diferente. Las dudas y miedos que se forman de los individuos que luchan o defienden este acuerdo solo alejan a la opini�n p�blica de la discusi�n de las verdaderas repercusiones del tratado, sean positivas o negativas. Los estereotipos y miedos infundados nos privan de las oportunidades de formarnos opini�n fundamentada, si queremos que este instrumento nos lleve a ser una poblaci�n m�s consciente y a disminuir la polarizaci�n que se presenta en el pa�s; no podemos eliminar un punto de vista simplemente por tener una tendencia de pensamiento que no es la nuestra.

Si comenzamos con la cacer�a de brujas y a inculparnos por los libros de nuestra biblioteca ideol�gica, estar�amos perdiendo una de las mejores oportunidades que hemos tenido para una discusi�n real en el pa�s, y volver�amos a cometer errores que como comunidad ya hab�amos superado.

(La Naci�n)

Columnista huésped | 11 de Julio 2007

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