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Los imitadores tard�os

Columnista huésped | 21 de Julio 2007

Por Bernal Arias Ram�rez, profesor de Ciencias Pol�ticas, UCR

Leyendo a Vicen� Navarro, ex profesor de The Johns Hopkins University y profesor de la Universidad Pompeu Fabra, me han quedado algunas lecciones adaptadas a nuestro medio. Mientras en los pa�ses de la OCDE (m�s desarrollados del mundo) pas� la “calentura” de las pol�ticas liberales, que fueron puestas en pr�ctica en los a�os ochenta y principio de los noventa, ahora nuestros gobernantes y los consejeros dom�sticos, creen que eso conviene para un pa�s de escala como el nuestro (que pasa de monopolios al costo a oligopolios naturales del lucro). Efectivamente, el mundo se vio deslumbrado por la aplicaci�n de pol�ticas de flexibilidad laboral, reducci�n de beneficios del seguro de desempleo, reducci�n del tiempo de contrataci�n –contratos temporales–, bajas en la densidad sindical, facilitaci�n del despido y l�mites a la negociaci�n colectiva. Por supuesto, lejos de aumentar el empleo disminuy�, �ste se hizo m�s precario, menos cualificado, aumentando la pobreza y la desigualdad en los pa�ses m�s ricos del mundo. En t�rminos de productividad, esas pol�ticas condujeron a un rotundo fracaso.

Las medidas en el mediano y largo plazo tuvieron efectos negativos de los esperados, por ejemplo, a diferencia de lo implementado, est� comprobado que un empresario que invierta en el trabajador, que le mejore su cualificaci�n y estimule su dedicaci�n al trabajo, indudablemente dar� mayor rendimiento que otro que contrata cada tres o seis meses. Asimismo, aplicar a mansalva las pol�ticas liberales de empleo genera polarizaci�n social y desigualdad, por el desfase que ocurre entre las rentas superiores y las inferiores, como ya lo muestran los resultados de los censos de INEC. Si bien el pa�s anda en n�meros oficiales en un 6.6% de desempleo aproximadamente, hay un gran porcentaje de empleo que es informal o formal precario, este �ltimo devenga rentas por debajo del nivel de vida o nivel de suficiencia (la inflaci�n se come los salarios m�nimos). Para las mayor�as de la sociedad esto no es lo esperado, pero si es de gran �xito acumulativo para las minor�as pudientes.

Costa Rica est� pasando el mismo s�ntoma de pa�ses que han alcanzado niveles de desarrollo aceptables, donde la sociedad se desentiende de una cuarta parte de su poblaci�n, cuesti�n interna que todos conocemos, dicho d�cadas atr�s, por el estadounidense Galbraith y por el alem�n Glotz. Unas capas que se benefician del crecimiento y otras que se ven afectadas negativamente, y que sirven de reproductores, como fuerza laboral de reserva o reemplazo, esto bajo la premisa de que “la desigualdad es necesaria para sostener y facilitar una econom�a eficiente”.

Ser�a interesante ver a don Francisco Morales o a nuestro nuevo colega Guillermo Matamoros, analizando y estratificando los puestos de trabajo, de mayor a menor calidad (contemplando sueldos y protecci�n social), para tener claro cu�l es la estructura actual y cual ser� dentro de tres a�os. Estamos hablando del nivel de salario real por hora en una textilera, un supermercado, un taller mec�nico, un trabajador de plantaci�n de pi�a, un gu�a tur�stico, un cajero de banco, un salonero, etc., y compararlo con las utilidades que reportan las empresas que los contratan a la Hacienda P�blica. Pero resulta, me imagino, no para quienes encabezan el Ministerio de Trabajo, pero si, posiblemente, para algunos economistas criollos, que el crecimiento del desempleo modera las tasas del crecimiento de los salarios, espiral perversa que deja en el camino mucha pobreza a lo ancho y largo del pa�s.

Ahora, si queremos una econom�a que dependa de las importaciones (los TLC asim�tricos son maravillosos para generar esto) las consecuencias pueden ser refractarias, pues resulta que una parte de los habitantes, los de la capa superior consumir�an m�s dichos bienes, que los de las capas inferiores, porque estos dependen de productos que, por lo general, se producen o adquieren en el mercado productivo interno (canasta b�sica). Si consumimos cantidades importantes de productos importados, es decir, bienes importados de consumo final (no bienes de capital ni intermedios) estar�amos estimulando el empleo y la riqueza de los pa�ses a los que compramos, por dos v�as, una, porque estimula el empleo y los salarios en esos pa�ses, y dos, porque el exportador se deja su margen de utilidad. Pero, por otro lado, si las clases medias y populares consumen productos del mercado interno y estos son desplazados por las importaciones, se desestimula la producci�n y el empleo local, adem�s de verse afectada, la empresa nacional, la balanza comercial, y luego la balanza de pagos, como lo expres� Villasuso en uno de sus art�culos “Los n�meros hablan”, cuando comparaba el efecto que hab�a tenido el CAFTA (siglas en ingl�s) en los pa�ses centroamericanos, cuyas cifras negativas ya se van perfilando claramente.

Tambi�n resulta que la desigualdad social no es un buen s�ntoma para los que creemos en el sistema capitalista “no salvaje”, antes lo contrario, ya Rodrich hab�a demostrado que aquellos pa�ses que ten�an menos desigualdad (Suecia, B�lgica, Holanda, etc.) eran los que mostraban mayor crecimiento econ�mico. La excelente correlaci�n entre ingresos de todos y todas y el crecimiento del PIB por persona (que es el que anda muy disparejo en nuestro pa�s), implica, no solo, mayor estabilidad econ�mica y pol�tica, sino mejores niveles de capacidad adquisitiva que dinamiza los mercados; en consecuencia, la equidad y el crecimiento econ�mico sostenible van de la mano, es lo que muchos deseamos, sea nuestro proyecto pol�tico de vida.

En otras palabras, pol�ticas redistributivas con pol�ticas inteligentes de negociaci�n y apertura de mercados, con fortalecimiento de la empresa local nacional y la proliferaci�n de peque�as y medianas empresas dedicadas al mercado local y exportador, nos har�an crecer econ�mica y socialmente. Sin embargo, nos hemos visto gobernados, unas veces por vivarachos, otras por ignorantes y otras por poderhabientes de grupo, utilizando terminolog�a rancia, olig�rquicos, insensibles al estimulo de las demandas y de las pol�ticas redistributivas, al�rgicos a los impuestos progresivos, esperando, o, m�s bien, allanando el camino para que en cualquier momento aparezca el zarpazo del populista antiestablishment, por el cause legal o no. Esto �ltimo se expresa con un tono entre serio y en broma, porque la mayor�a de los costarricenses creemos en las instituciones democr�ticas y en la representaci�n digna del pueblo, no en la representaci�n de intereses creados, que es lo que deslegitima en ocasiones el sistema.

Entonces, s� al mercado regulado, s� al crecimiento y la competitividad a condici�n de equidad y redistribuci�n de la riqueza, lo que necesariamente significa, m�s y mejores empleos, adem�s de bien remunerados, m�s educaci�n nivelada, m�s justicia tributaria, buenos servicios p�blicos, y mejores instrumentos de inversi�n social.

Columnista huésped | 21 de Julio 2007

1 Comentarios

* #2200 el 22 de Julio 2007 a las 01:22 PM Habib Succar dijo:

Parece incre�ble la ceguera de la burgues�a criolla que no entiende que, a mediano y largo plazo, estar�a cavando su propia tumba con el TLC propuesto para Costa Rica, con el lastre de todos los males que aqu� se enuncian y denuncian y que no quieren ver. O en vez de ceguera es simplemente ambici�n sin medida, avaricia, ego�smo de la peor cala�a, miop�a pol�tica… �o todo eso “les vale madre”?…

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