• El Per� fue el �nico pa�s suramericano que ayud� a Costa Rica en la Campa�a Nacional
Por Rosa Garibaldi de Mendoza, ministra en el Servicio Diplom�tico del Per�
El presidente peruano Ram�n Castilla (1797-1867) formul� un proyecto de estrategia hemisf�rica: la agresi�n contra una naci�n latinoamericana deb�a ser vista como un ataque a la Am�rica Latina entera. En 1856, un hecho reforz� su determinaci�n de establecer un pacto hemisf�rico: el reconocimiento estadounidense del gobierno que William Walker hab�a implantado en Nicaragua.
El auspicio del gobierno norteamericano qued� al descubierto el 14 de mayo de 1856, cuando el presidente Franklin Pierce recibi� a Agust�n Vigil, representante del gobierno de Rivas-Walker. El ministro (embajador) peruano en Washington, Juan Ignacio de Osma, se uni� a las en�rgicas protestas formuladas ante el gobierno estadounidense por los representantes de Centroam�rica. Frente a ello, Vigil debi� regresar a Nicaragua.
El apoyo estadounidense fue m�s notorio a partir de marzo de 1857, cuando ascendi� a la presidencia el dem�crata James Buchanan, l�der m�ximo de la corriente expansionista.
Cuando se preparaba la lucha contra los filibusteros, lleg� a Lima un enviado de Costa Rica: Gregorio Escalante, con las misiones de lograr un pr�stamo para la guerra y de trasmitir la invitaci�n de Costa Rica a los otros gobiernos hispanoamericanos para realizar un congreso hispanoamericano en San Jos� en mayo de 1857. Escalante y el enviado costarricense a Chile, Nazario Toledo, fueron acogidos en el Per� con gran entusiasmo.
Sacrificios
Castilla apoy� a Costa Rica con la creaci�n de una legaci�n en Centroam�rica y el nombramiento de Pedro G�lvez como ministro residente en Centroam�rica, Nueva Granada (Colombia) y Venezuela. Un decreto dispuso auxilios para la Am�rica Central y negociaciones para lograr adhesiones al defensivo Tratado Continental que, a instancias de Castilla, hab�an suscrito el Per�, el Ecuador y Chile.
Antes de que G�lvez llegase a Costa Rica, Castilla ya hab�a aprobado ayuda econ�mica a Costa Rica y hab�a decidido enviar una nave a puertos de la Am�rica Central para estimular el esp�ritu de resistencia contra los invasores.
En un relato que remiti� a la Canciller�a peruana el 21 de junio de 1862, titulado Cuenta que da el Ministro del Per� en Centro Am�rica, Nueva Granada y Venezuela de la misi�n que se le confi� en 1856, Pedro G�lvez relat� la ayuda que proporcion� a Costa Rica y las adhesiones que logr� de los gobiernos del istmo al Tratado Continental.
G�lvez lleg� a San Jos� el 22 de enero de 1857, en un momento cr�tico, cuando la victoria contra Walter era a�n incierta. A los diez d�as de arribar, G�lvez obtuvo la adhesi�n de Costa Rica al Tratado Continental.
A su vez, el bergant�n Once de Abril, confiado al marino peruano Antonio Valle Riestra, se incendi� en un combate contra la Granada, nave de guerra de Walker. Terriblemente quemado, Valle Riestra se salv� de morir, pero estuvo hospitalizado durante muchos meses. Dos marinos peruanos murieron entonces en defensa de Costa Rica: Adri�n Vargas y Javier Sald�var.
La solidaridad con Costa Rica lleg� a ser tan estrecha que el Per� se convirti� en su socio para la construcci�n de un canal interoce�nico. El 31 de enero de 1857, G�lvez firm�, con el gobierno de San Jos�, un tratado de amistad y comercio, cuyo art�culo 12 estipul� que, en caso de que ese gobierno llegase a construir una comunicaci�n interoce�nica, el gobierno del Per� compartir�a los gastos y beneficios de la empresa sin que ello afectase la soberan�a de Costa Rica sobre la parte de su territorio atravesado por el canal.
Pr�stamo generoso
El presidente Mora autoriz� a G�lvez, quien estaba a punto de partir hacia Guatemala, para que, en representaci�n de Costa Rica, coordinase y alentara all� la acci�n militar conjunta con las otras naciones centroamericanas. El canciller costarricense Lorenzo Mont�far fue enviado en id�ntica misi�n a El Salvador.
El presidente guatemalteco Rafael Carrera acord� las bases de uni�n con Costa Rica y El Salvador para que sus ej�rcitos se unieran al de Nicaragua. Entonces, las fuerzas centroamericanas derrotaron a Walker y a sus secuaces y los expulsaron de Nicaragua.
Restablecida la paz, G�lvez se concentr� en apoyar a Costa Rica en sus intentos de concertar de una alianza centroamericana que defendiese la independencia com�n. Aunque no se suscribi� un tratado, se iniciaron relaciones m�s francas y cordiales entre Guatemala, El Salvador y Costa Rica.
En su informe, G�lvez explic� tambi�n que, en julio de 1857, estando de nuevo en San Jos�, firm� el convenio que fij� las condiciones de un empr�stito de cien mil pesos con el que el gobierno peruano auxiliaba a Costa Rica, suma que se puso a disposici�n del c�nsul costarricense en Lima, Tom�s Conroy.
Pedro G�lvez explic� al gobierno de Costa Rica que el gobierno peruano hubiese deseado que el pr�stamo fuese mayor, pero que los fuertes gastos extraordinarios ocurridos �ltimamente lo hab�an impedido. Agreg� que el �nimo del Per� hubiera sido no cobrar inter�s alguno. Cobraba 4,5 % porque el Per� pagaba ese inter�s por los cien mil pesos que su consignatario del guano (fertilizante) en Gran Breta�a le hab�a cobrado por adelantarle el dinero destinado a Costa Rica.
Se fijaron diez a�os de plazo para reembolsar el capital principal y los intereses. En Lima, mediante comunicaci�n a su Departamento de Estado, el ministro estadounidense John Randolph Clay critic� que el gobierno peruano hiciera un pr�stamo tan elevado cuando sus finanzas no se lo permit�an.
Mutua gratitud
La obligaci�n de Costa Rica venci� en 1868, pero solo en 1879 (a los 21 a�os de contra�da la deuda), lleg� a Costa Rica el embajador Tom�s Lama y solicit� el pago del pr�stamo, que Costa Rica cancel�.
El historiador costarricense Cleto Gonz�lez V�quez se�ala que el pr�stamo no fue propiamente un negocio, sino un acto de amistad y una demostraci�n de simpat�a a Costa Rica por su defensa contra el filibusterismo. A su vez, el historiador costarricense Rafael Obreg�n afirma que es bueno destacar esta actitud del Per� porque fue el �nico pa�s de Suram�rica que ayud� de manera efectiva a la causa centroamericana.
En 1879 comenz� una guerra del Per� y Bolivia contra Chile; entonces, Costa Rica quiso expresar al gobierno peruano su gratitud por el apoyo recibido durante la guerra contra Walker.
Para no comprometer a su pa�s y crear un problema con Chile, el gobierno de San Jos� acudi� a una soluci�n indirecta: vender armas al general Domingo V�squez, exministro de Honduras en Lima, quien las revendi� en Panam� al ministro peruano Tom�s Lama para su traslado al Per�.
Esa actitud ocasion� problemas al gobierno costarricense. En una comunicaci�n de 28 de agosto de 1879, el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Miguel Amun�tegui, pidi� explicaciones al gobierno de Costa Rica. El ej�rcito chileno que invadi� al Per� hab�a encontrado, en los archivos de la Canciller�a peruana, pruebas de esa entrega de armas. Por ello fue a San Jos� una misi�n, bajo el mando del encargado de negocios chileno Adolfo Carrasco Albano, para entablar un reclamo.
Hace unos a�os, la Municipalidad de San Jos� dedic� al presidente Ram�n Castilla un monumento cuya placa resume su solidaridad con Centroam�rica: “El Per� siente como propio cualquier agravio inferido a uno de sus hermanos de Am�rica”.
(Revista �ncora, La Naci�n)
Columnista huésped | 30 de Julio 2007
3 Comentarios
Este art�culo es muy importante porque responde a dudas que han planteado algunos en Costa Rica.
La Dra. Garibaldi dice que lo de los filibusteros fue “una agresi�n” contra Latinoam�rica y que fue nada menos que el reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos al r�gimen de Walker lo que precipit� la reacci�n del Per�.
Aqu�, algunos dicen que lo de Walker fue una empresa colonizadora, que fue llamado y contratado por los nicarag�enses, que no se trat� de una agresi�n y que no contaba con el apoyo del gobierno de Washington.
Con todas las palabras, habla el art�culo sobre “el auspicio del gobierno norteamericano” al r�gimen filibustero. Dice que “el apoyo estadounidense fue m�s notorio a partir de marzo de 1857, cuando ascendi� a la presidencia el dem�crata James Buchanan, l�der m�ximo de la corriente expansionista”.
�Y no es que lo del “expansionismo” era un telele de comunistas e izquierdas?
Bueno, bueno, bueno: les est� saliendo careta la venada a los que todav�a pretenden tapar la realidad de los hechos del 56 y el 57.
As� es, don Jorge, hoy d�a toda cr�tica al expansionismo o al imperialismo motiva reacciones furibundas de los detentadores del poder y de sus ac�litos (que lo digan quienes vieron el espect�culo tras la ya famosa poes�a recitada el 25 de julio reci�n pasado en Liberia). Y como dice usted, lo primero que hacen es darle al telele de que esa es una cantaleta de los comunistas. Se olvidan de que los pr�ceres de la Independencia de toda Am�rica Latina, as� como los grandes liberales (en el sentido pol�tico, por aquello de las dudas) del siglo XIX, fueron todos declarados antiimperialistas. Pero no se preocupe, porque va a ver que ahoritica van a querer resucitar los guardianes de la pureza metodol�gica en historia y van a intentar a toda costa corregir la apreciaci�n de la ministra Garibaldi en cuanto a la participaci�n de los Estados Unidos en la campa�a de Walker y sus secuaces. Y no se extra�e si lo primero que hacen es cuestionar si la ministra es historiadora.
Defendiendo a Costa Rica, un marino peruano de nombre Adri�n Vargas muere quemado.
150 a�os despu�s un magistrado costarricense con el mismo nombre, quema su prestigio al dar luz verde al expansionismo de un TLC en el que no encuentra una sola inconstitucionalidad… la historia reconoce a los grandes y no perdona a los malvados.