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El TLC de Jennifer L�pez

Columnista huésped | 26 de Julio 2007

Por Francisco Escobar

Cuando me sent� a ver la pel�cula “La Ciudad del Silencio” me dispuse a disfrutar de la exquisita y bell�sima presencia de la actriz, y aburrirme con un cuento “chicano” que sirviera de excusa para mostrar el hermoso cuerpo de Jennifer. Qued� deslumbrado ante la profundidad del planteamiento que despliega la obra. El protagonismo no era para una periodista ambiciosa que busca una cr�nica que le traiga �xito y un ascenso en el peri�dico de Chicago, sino el de las mujeres asesinadas en toda la tierra y a lo largo de toda la historia de esta inhumana humanidad. Ju�rez, en la frontera entre M�xico y Estados Unidos, es un cementerio silencioso que clama a gritos por justicia social para las mujeres obreras de las maquilas de la globalizaci�n, el clamor desesperado de las v�ctimas indefensas de la ambici�n del “libre comercio”. Eva, una muchacha ind�gena de 16 a�os, inmigrante a Ju�rez desde el estado de Oaxaca y sobreviviente de su brutal violaci�n, es solo un s�mbolo de la mano de obra esclava de las maquileras transnacionales, constituidas para dar empleo al pueblo mexicano.

En la zona septentrional del territorio mexicano hay una prosperidad impulsada por las inversiones estadounidenses, acompa�ada de contrastes sociales terribles, evidenciados por la situaci�n de zozobra e inseguridad en que viven las trabajadoras de las maquilas en Ciudad Ju�rez, as� como las terribles condiciones de explotaci�n que padecen los jornaleros agr�colas en el Valle de San Quint�n, en Baja California. La regi�n fronteriza es la tercera econom�a del mundo y una de las regiones menos equitativas del planeta. En Nuevo Le�n, con menor �ndice de “pobreza alimentaria”, un 3,6%, m�s de un cuarto de su poblaci�n (27,5%) padece “pobreza patrimonial”. La pobreza estadounidense es una importante porci�n de la mexicana. Son millones de mexicanos que trabajan o buscan trabajo en aquel territorio y padecen condiciones de vida indignas, que no aparecen en la estad�stica nacional.

La riqueza generada por el Tratado de Libre Comercio de Am�rica del Norte (TLCAN) no se ha repartido de manera equitativa entre la poblaci�n ni en el territorio. M�xico del norte est� contagiado de abundancia por el pa�s vecino, y M�xico del sur sumido en la miseria y en la marginaci�n, ya que los municipios con mayor �ndice de pobreza est�n ubicados al sur, en los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, el estado del que migra Eva, buscando empleo en las maquileras. Como se nos dice a nosotros ahora en Costa Rica, la poblaci�n mexicana lleva m�s de dos d�cadas escuchando que “para repartir la riqueza, primero hay que generarla”.

La persistencia de la desigualdad ya no encubre la concentraci�n extrema de riqueza. La abundancia se ha generado —y en cantidades suficientes— como para solventar rescates bancarios, costear campa�as electorales escandalosamente caras y pagar salarios exorbitantes a los altos funcionarios corruptos.

Estados Unidos seguir� recibiendo mano de obra barata, b�sica para su econom�a y, por otra parte, la crisis econ�mica fuente de los flujos migratorios abre las puertas a las transnacionales para apropiarse de los sectores productivos e implantar salarios de hambre, perpetuando la miseria. El alza de los precios de los productos de primera necesidad, la disminuci�n de los precios de los productos agr�colas, lo que reciben los campesinos y la falta de subsidios para su producci�n, as� como la falta de mercados y de apoyo tecnol�gico, se retroalimentan con la invasi�n de productos de importaci�n en M�xico y Centroam�rica. La falta de empleo, el despido masivo de trabajadores y trabajadoras de las maquilas, la carest�a de la vida y la alta marginaci�n conducen, en definitiva, al mayor �xodo de la historia hacia el norte del continente.

All� el Norte est� esperando a las migrantes como Eva, una maquilera que la obliga a turnos nocturnos, a vivir en barriadas miserables y lejanas, a tener que irse sola en un autob�s que la vende en la oscuridad de la noche, ya ni siquiera como prostituta, sino como v�ctima de la violaci�n y el crimen en masa, m�rtires de la violencia generada por la explotaci�n y la injusticia del Tratado de Libre Comercio. Esta conexi�n causal entre el Tratado de Libre Comercio y las matanzas macabras de mujeres en Ciudad Ju�rez, esta vez no la denuncio yo, sino que la grita con toda la fuerza de su belleza y de su pasi�n de actriz latina, la hermosa Jennifer L�pez.

(La Prensa Libre)

Columnista huésped | 26 de Julio 2007

1 Comentarios

* #2260 el 6 de Agosto 2007 a las 09:07 AM Alvaro Chaverri dijo:

Luego que vi la pel�cula mi vida ha cambiado. Costa Rica est� a punto de aprobar un TLC con EEUU y esta pel�cula no se ver� en cine. Creo que todos los costarricenses deben verla. La debemos promocionar porque estas cosas pueden pasar tambi�n aqu�.

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