Ahora resulta que la idea de tomar 90 millones del Tesoro P�blico y regal�rselos a una fundaci�n familiar e inexistente de un diputado, fue nada menos que del Ministro de Hacienda.
Aqu� podr�a uno refocilarse comentando la manera en que el Ministro de Hacienda est� cuidando los fondos del Estado, pero no se trata de eso sino de pensar con qu� prop�sitos o finalidades hizo lo que hizo.
Y caer en la cuenta de que el se�or Guy�n es uno de los diputados diz que independientes, que han prometido votar favorablemente el Tratado de Libre Comercio que les cont�.
Ignoro si quienes se han colocado en id�ntica posici�n habr�n recibido id�ntico tratamiento, por qu� sumas, y si habr�n sido tan guyones como el del cuento.
Dec�a Oscar Wilde que lo m�s conmovedor que tienen los j�venes es lo convencidos que est�n de que nadie los ve.
Hace un buen n�mero de a�os mencion� esto, agregando que los pol�ticos costarricenses est�n tan convencidos como los j�venes de Wilde, de lo mismo.
Pero suele ocurrir que los vemos, y loado sea el Creador de todas las cosas que vela por nosotros.
Se dice que la plata que le iban a girar al diputado Guy�n, la extra�an de lo que el Estado costarricense destina a la Iglesia cat�lica, seg�n la discutible pero vigente disposici�n constitucional que habla de ella.
En fin, fueron dos: el ministro y el diputado.
Qu� van a hacer ahora que las enaguas les fueron levantadas, se ignora; pero es evidente que hay alguna expectaci�n entre la gente de bien, sobre la manera y finalidades con que se manejan los fondos p�blicos en la globalizada Costa Rica que estamos padeciendo.
Claro, que esta no es la primera vez que ocurre algo as�, mi poco conocida novelilla La Soda y el F.C. (Biograf�a de una Partida Espec�fica), cuenta con pelos y se�ales —aunque sin dar nombres— una sinverg�enzada (o dos refundidas en una sola) de la d�cada del 50).
Basta por hoy, se�or columnista. Y basta por ahora, se�ores Ministro y Diputado.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 14 de Julio 2007
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