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La sociedad de la informaci�n

Columnista huésped | 21 de Junio 2007

Por Gerardo Fumero Paniagua

La humanidad ha venido experimentando profundas transformaciones y con una aceleraci�n cada vez mayor, principalmente durante el �ltimo siglo. Sin pretender precisi�n hist�rica al hacer la siguiente caracterizaci�n –para simplificar la hip�tesis– podr�amos aceptar que el principal elemento generador de riqueza ha venido evolucionando de la siguiente forma: “la tierra”, hasta principios del siglo XIX, “la industrializaci�n” durante el resto de ese siglo, “la tecnolog�a” en el siglo XX y “la informaci�n y el conocimiento”, en el siglo XXI.

Esta transformaci�n, de elementos m�s “duros” a m�s “suaves”, de una naturaleza f�sica a una intangible, m�s susceptibles de ser acaparados por menos personas, han venido acrecentando las desigualdades y asimetr�as, en un mundo que reduce las oportunidades para las grandes mayor�as y las aumenta para quienes controlan tales elementos.

Por otra parte, el desarrollo de legislaci�n que debe seguir a todo proceso de evoluci�n de la humanidad, para normar la conducta de las sociedades en funci�n de los nuevos condicionamientos y relaciones, es lento y nunca simult�neo en todas las naciones. Lo m�s grave es que ese mismo poder –concentrado– que entre otras cosas controla los medios de difusi�n, prensa y entretenimiento, influencia, y en muchos casos impone leyes, para defender sus propios intereses, cerr�ndose un c�rculo vicioso. La legislaci�n de comercio internacional es quiz� el m�s fiel reflejo de tales mecanismos, con sus principios de trato nacional –que no permiten ninguna consideraci�n a favor de las naciones m�s d�biles–, arbitrajes internacionales –que violan la soberan�a de los Estados–, propiedad intelectual –que monopolizan el conocimiento–, tratados de libre comercio (al estilo del Nafta o Cafta) –que someten a las naciones menos desarrolladas–, etc.

Paralelamente a los desarrollos tecnol�gicos del siglo XX, surgen una serie de iniciativas por parte del poder econ�mico mundial, no solo aquellas que claramente se plantean como meta dominar el comercio internacional -el Consenso de Washington, por ejemplo- sino otras, como la Organizaci�n Mundial del Comercio, (OMC, organismo de las Naciones Unidas), pero igualmente influenciadas, cuando no dominadas, por el mismo poder econ�mico, que tambi�n ha tomado los gobiernos de las naciones, que defienden –no de gratis– dentro y fuera de sus territorios, a las corporaciones y transnacionales, antes que a sus propios ciudadanos.

El reto para nuestra sociedad actual –caracterizada por la informaci�n y el conocimiento– es por tanto �c�mo democratizar esos elementos generadores de bienestar y de poder? �C�mo hacer que la reforma agraria de anta�o, para una mejor distribuci�n de la riqueza, se garantice en este nuevo contexto?

En este sentido, considero que deben rescatarse las Tecnolog�as de la Informaci�n y el Conocimiento (TIC), para servicio de la poblaci�n, lo cual solo ser� posible cuando el Estado ejerza efectivamente su soberan�a sobre el espectro radioel�ctrico, recurso natural del que dependen las TIC. En nuestros pa�ses latinoamericanos principalmente, por descuido, por complacencia o por temor a los intereses del gran capital, ha estado el espectro al servicio de las corporaciones nacionales o extranjeras, que lo han aprovechado para amasar fortunas, en muchos casos sin pagar siquiera por su uso.

El caso de RCTV en Venezuela, que para algunos apareja un exceso de poder, debe ser sin embargo, el catalizador que despierte las consciencias de nuestras naciones, pues se trata de un recurso inalienable, que exige una adecuada administraci�n. Es necesario hacer valer el mandato de nuestras constituciones pol�ticas –de que no salga indefinidamente del poder del Estado– pero que en algunos casos, como en el de Costa Rica, a falta de leyes u obsolescencia en ellas, no se cumple.

Nuestros gobernantes han sido permisivos y hasta negligentes, al mantener indefinidamente concesiones, cuando 15 a�os, con una renovaci�n por otro periodo igual, es la norma m�s com�nmente aceptada.

Los intereses superiores de los ciudadanos exigen poner a su servicio, las potencialidades del espectro. Los pa�ses, sobretodo latinoamericanos, tienen la responsabilidad de –respetando los derechos adquiridos de buena fe– evitar los abusos y actualizar la legislaci�n, para que como en sociedades m�s avanzadas –la escandinava, por ejemplo– el espectro sea mejor aprovechado, garantizando una m�s universal y mejor educaci�n a la poblaci�n, entretenimiento sano y de calidad, informaci�n m�s veraz y oportuna, derecho efectivo a la libre expresi�n de los ciudadanos y una mayor pluralidad y comunicaci�n, todo lo cual promover� sociedades m�s instruidas, libres, democr�ticas, participativas, equitativas, solidarias y transparentes.

Columnista huésped | 21 de Junio 2007

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