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�Han le�do mi libro mis detractores?

Columnista huésped | 5 de Junio 2007

Por Juan Rafael Quesada C., historiador

En el art�culo “Walker, los buenos y los malos” (La Naci�n, 03/05/2007), Lowell Gudmundson hace varias afirmaciones que nos obligan a aclarar lo siguiente:

No es cierto que yo haya tenido “intercambios algo acalorados” con algunas personas a prop�sito del sesquicentenario de la Campa�a Nacional. Todo lo contrario, nuestra obra el Clar�n patri�tico: guerra contra los filibusteros y la nacionalidad costarricense ha sido objeto de tergiversaciones, actitud que, en este art�culo, asume tambi�n el colega estadounidense.

Se me atribuye el haber insinuado que Walker era “apoyado oficialmente por el gobierno de los Estados Unidos”. Rechazo categ�ricamente que en este libro se haya sugerido tal cosa. Lo que s� sostenemos y demostramos es que William Walker representaba las ideas pol�ticas predominantes en su pa�s hace ciento cincuenta a�os. Por eso, �l mismo, mucho antes de llegar a Centroam�rica, se auto percib�a como un agente del Destino Manifiesto. Cabe recordar que el t�rmino filibustero, que hab�a ca�do en desuso, se empez� a emplear de nuevo a mediados del siglo XIX para describir las empresas depredadoras (filibustering) de los anglo-americanos que intentaban apoderarse de territorios caribe�os, mexicanos o centroamericanos. As�, no es un simple dato el hecho de que despu�s de la experiencia fallida de Walker en la Baja California, �l fuera juzgado en San Francisco a instancias de M�xico, pero como en ese momento las ideas mesi�nicas y expansionistas del Destino Manifiesto gozaban de gran popularidad en Estados Unidos, el jurado lo absolvi� en pocos minutos.

En noviembre de 1857 Walker lleg� de nuevo a Nicaragua. Una vez m�s, Centroam�rica se moviliz� contra �l. El comodoro Hiram Paulding le envi� preso de vuelta a su patria, donde Walker debi� enfrentar un nuevo juicio, pero otra vez fue liberado ante la aclamaci�n popular, al tiempo que Paulding perdi� el mando. La raz�n era muy sencilla: �l hab�a capturado a un ciudadano estadounidense en un pa�s extranjero. Probablemente ese suceso se hubiera repetido en 1860, pero Walker cometi� el grave error de apropiarse del edificio de aduanas de Trujillo, el cual estaba hipotecado por el gobierno brit�nico. Capturado el c�lebre filibustero por el capit�n Novel Salom�n, comandante de la goleta Icarus, Walker fue entregado a las autoridades hondure�as, quienes lo fusilaron el 12 de setiembre de ese mismo a�o.

El relato anterior, aparentemente anecd�tico, m�s muchas pruebas m�s, demuestran que William Walker, aunque no representaba oficialmente al gobierno de Estados Unidos, gozaba de la actitud complaciente de los gobernantes estadounidenses. Lo fundamental es que �l encarnaba las ideas y pr�cticas expansionistas compartidas por gobernantes, hombres de prensa y literatos de ese pa�s. Por eso, aunque ahora algunos quieran “blanquear” a Walker y as� bajarle el perfil al Destino Manifiesto, y por ende, a la gesta de los costarricenses y centroamericanos, bas�ndose en el historiador estadounidense Robert May como fuente de autoridad, especie de Biblia o Cor�n. Sobrada raz�n ten�a el gran pensador chileno Francisco Bilbao, en 1856, al afirmar: “Walker es la invasi�n, Walker es la conquista, Walker son los Estados Unidos”.

Aunque el articulista no recurre expl�citamente a la burda t�ctica del macartismo para descalificar mi obra, sostiene que yo hago una comparaci�n directa entre el TLC y el filibusterismo decimon�nico. Por este medio lo reto a �l a precisar en qu� p�gina o p�ginas hago tal extrapolaci�n. Me pregunto, �cu�les son las verdaderas intenciones de mis detractores? En el resto de su “argumentaci�n” Gudmundson no se refiere a lo que contiene o trata realmente mi libro -que evidentemente no ha le�do-, sino que lo caricaturiza, pues afirma que hago una “lectura morista y heroica de la Costa Rica de mediados del siglo XIX”. En realidad, en mi investigaci�n, que invito al lector a compartir, Juan Rafael Mora Porras aparece lo estrictamente necesario, citarlo menos, ser�a no s�lo arbitrario sino mezquino. De hecho, el protagonista principal de mi obra es el pueblo mismo: autoridades civiles y eclesi�sticas, ej�rcito (soldados profesionales, campesinos, artesanos, indios), mujeres, intelectuales, analfabetas, poetas, m�sicos e ilustres extranjeros, solidarios todos en la lucha centroamericana contra el expansionismo estadounidense.

En mi labor investigativa no existe contradicci�n entre la b�squeda de la verdad y la creaci�n de conocimiento nuevo, raz�n de ser del investigador, y el compromiso ciudadano. Esto significa hacer acciones para que la memoria sea un instrumento de liberaci�n y no de alienaci�n. Si ese proceder es etiquetado –sin pruebas– como “nacionalismo rom�ntico y a�ejo”, eso no me molesta. En cambio, de la l�gica de mi acerbo cr�tico destaco y valoro, que �l es, sobre todo, un buen ciudadano-patriota estadounidense.

Columnista huésped | 5 de Junio 2007

21 Comentarios

* #1967 el 6 de Junio 2007 a las 01:37 PM Jorge Quesada dijo:

Es un golpe bajo mezclar el an�lisis de libros sobre historia con temas que dividen a los costarricenses, como el TLC. Qu� gente m�s sucia, aunque sean acad�micos ticos o gringos. Hay que comenzar a llamar las cosas como son. Unos cuantos parecen defender al partido filibustero, contra la mayor�a costarricense. Y les dan mucha pelota con su argumentaci�n favorable a Walker.

* #1968 el 6 de Junio 2007 a las 01:44 PM Lorena Ugalde R. dijo:

Definitivamente, va creciendo eso que don Beto Ca�as califica como la “FAUNA de los que se empe�an en destruir la noble y aleccionadora historia patria disminuyendo a los pr�ceres, hurgando en sus vidas privadas, en sus conflictos personales o de negocios, en esas peque�as ambiciones que ellos compartieron con todos nosotros, con todos los seres humanos”.

* #1969 el 6 de Junio 2007 a las 05:37 PM David Fallas dijo:

Al igual que lo que sucede con el libro de don Juan Rafael Quesada, en el de don Armando Vargas tampoco se menciona el TLC, ni tampoco se ha negado el car�cter liberal del Presidente Mora en los negocios. Entonces, �a cuenta de qu� se han ligado sus obras con la oposici�n al TLC? �Ser� acaso porque sus obras tratan -entre otras cosas- de la valent�a que tuvo un Presidente para oponerse a una pol�tica que proven�a de los Estados Unidos (ya s�lo falta que digan que Walker no era usamericano y que no eran usamericanos quienes lo toleraron o lo defendieron)? �O ser� porque en sus obras se narra que este peque�o pa�s logr� derrotar una corriente que parec�a irresistible? Si estas fueran las razones para ligar estos libros con el movimiento anti TLC, ello me explicar�a por qu� pasaron las importantes fechas de 2006 y 2007 sin que se conmemorara adecuadamente la gesta de hace ciento cincuenta a�os. Tambi�n me explicar�a por qu� se redujo lo que deb�a ser una gigantesca fiesta nacional a un desfilito en Alajuela, que se llev� a cabo ante algunas autoridades rodeadas de polic�as. Qu� l�stima que con tal de quedar bien con los Estados Unidos haya quienes quieran olvidar la historia y censurar a quienes nos recuerdan los logros de este pueblo. �Maldito sea el TLC, que en su nombre hasta se menosprecia la que fue nuestra guerra de independencia!

* #1972 el 7 de Junio 2007 a las 11:15 AM Iv�n Molina dijo:

Juan Rafael Quesada es un historiador profesional, raz�n por la cual, tanto los lectores, como sus colegas, estamos en el derecho de exigirle mucho m�s a sus investigaciones que lo que se le podr�a exigir a un aficionado al estudio del pasado.

Lo primero que se debe se�alar es que el libro de Quesada falla en proporcionar un estado del conocimiento sobre el tema de la nacionalidad costarricense. Adem�s, no s�lo pasa por alto los trabajos de Steven Palmer (contra los cuales desarrolla la tercera parte de su libro), sino que tambi�n ignora los aportes de Ileana Mu�oz y de V�ctor Hugo Acu�a, acerca de la preocupaci�n de las elites costarricenses del per�odo anterior a 1850 por diferenciar a Costa Rica del resto de Centroam�rica. �Qu� razones puede darnos don Juan Rafael para justificar tales omisiones?

Igualmente inaceptable es que Quesada haya retornado a una versi�n muy cercana a la de la “democracia rural” para caracterizar el legado colonial de Costa Rica (p. 64), versi�n que descarta no s�lo los procesos de diferenciaci�n social, sino los mecanismos mediante los cuales las elites explotaban a campesinos y artesanos. En tales circunstancias, sugerir que el estudio de Jos� Luis Vega Carballo, Orden y progreso (1981), constituye una de las bases del conocimiento actual sobre el legado colonial costarricense, revela de nuevo el desinter�s de don Juan Rafael por ofrecer un libro que incorpore debidamente los resultados alcanzados por la investigaci�n hist�rica en el �ltimo cuarto de siglo.

Tampoco se interes� Quesada, al considerar el per�odo entre 1821 y la guerra de 1856-1857, por analizar la transici�n hacia el capitalismo agrario, con todos los procesos de diferenciaci�n y conflicto social asociados con esa profunda transformaci�n. De hecho, aunque brevemente menciona la crisis econ�mica de la segunda mitad de la d�cada de 1850 (p. 133), don Juan Rafael no estudia cu�l fue el impacto de esa crisis en los procesos de concentraci�n y centralizaci�n de capital.

La precaria erudici�n de Quesada es m�s que evidente al plantear que el concepto de protonacionalismo, utilizado por Jos� Gil en un art�culo publicado en 1985, fue tomado de un libro que Eric J. Hosbawn public� en 1990 (pp. 195-196).

En vista de lo anterior, no sorprende que el libro de Robert E. May ni siquiera figure en la bibliograf�a citada por Quesada, quien se limit� a consultar la conferencia de May publicada por el Museo Hist�rico Cultural Juan Santamar�a (p. 215). S� es sorprendente, sin embargo, que un acad�mico como Quesada haya lanzado dudas sobre los planteamientos de May por el simple hecho de su nacionalidad estadounidense (Semanario Universidad, 7-9-2006), una estrategia “de potenciales implicaciones xenof�bicas” inaceptable en un historiador profesional. M�s inaceptable a�n es la equiparaci�n que ahora establece Quesada entre el libro de May y la Biblia o el Cor�n, ya que de lo que se trata no es de que los resultados de la investigaci�n de May sean de car�cter sagrado, sino del hecho de que don Juan Rafael no los tom� en cuenta.

Ciertamente, el libro de don Juan Rafael no est� elaborado en funci�n de la figura de Juan Rafael Mora; sin embargo, las referencias a Mora carecen de un indispensable sentido cr�tico, como se aprecia en la siguiente cita:

��era diferente el caso de los enemigos de Mora Porras, quienes lo criticaban por conducir al pa�s a la guerra defensiva o preventiva, por la �gozosa manera de manejar los dineros de la naci�n� [181] o por asuntos personales que llevaron a algunos a conspirar, abiertamente contra �l, incluso en medio del conflicto b�lico, lo que en nuestro criterio representa, en cualquier circunstancia o lugar, un ejemplo indiscutible de traici�n a la patria [cursivas del original]� (p. 129).

�Qu� se le debe exigir a un historiador profesional? Primero, precisi�n al plantear el problema de investigaci�n, ya que no todos los opositores de Mora Porras eran necesariamente sus enemigos, y no todos sus enemigos u opositores estaban en contra de ir a la guerra. Y segundo, un an�lisis de esos grupos y de las razones que los motivaban. Pero, en vez de eso, lo que hay es una simple condena. Tal conclusi�n es, adem�s, contradictoria con lo que el mismo Quesada plantea en la nota 181 (p. 208), en la que se hace eco de las irregularidades y arbitrariedades atribuidas al gobierno de Mora Porras. As�, en el texto principal del libro se indica que una parte de los opositores/enemigos de Mora eran simplemente traidores a la patria, y en otra parte del libro se sugiere que esos traidores pod�an tener razones para estar opuestos a Mora.

Tal tipo de contradicciones son tambi�n evidentes en la forma en que Quesada plantea, te�ricamente, el problema de la nacionalidad. Por un lado afirma: �basados en los planteamientos de Miroslav Hroch rechazamos de manera rotunda la idea de que una �lite o el Estado pueden inventar una naci�n� (p. 103); pero por otro lado, con base en un texto de Josefina Cuesta, afirma: �los gobiernos y los poderes p�blicos pueden ser imponentes m�quinas de memoria o de olvido institucionalizado, decretando el recuerdo, el olvido, la amnist�a, la amnesia, la condena o el perd�n� (p. 174). �Por qu� gobiernos y Estados no pueden hacer lo primero, pero s� lo segundo?

Indudablemente, el libro de Quesada proporciona informaci�n novedosa sobre la respuesta de algunas comunidades al esfuerzo b�lico (pp. 29-30 y 129-133), y acerca de la dimensi�n internacional de la guerra de 1856-1857 (pp. 140-168). Con respecto a lo primero, sin embargo, no hay un an�lisis sistem�tico y a profundidad de tales datos, ni un intento de considerar la cuesti�n de por qu� el gobierno tambi�n se vio obligado a decretar pr�stamos forzosos y a recurrir, en algunos casos, a la confiscaci�n de bienes para apoyar el esfuerzo b�lico. En relaci�n con lo segundo, don Juan Rafael presenta m�s bien ejemplos aislados. No hay en su libro un an�lisis sistem�tico de la pol�tica exterior costarricense durante los a�os 1856-1857, como el que s� ofrece Jorge Francisco S�enz Carbonell en su Historia diplom�tica (otra fuente no consultada por Quesada), ni un an�lisis de los discursos elaborados en el exterior sobre la guerra contra Walker que muestre c�mo esos discursos cambiaron a lo largo del tiempo.

Rechaza Quesada categ�ricamente que en su libro se haya insinuado que el gobierno de Estados Unidos apoyara a Walker; sin embargo, don Juan Rafael cita un texto de Luis Molina (p. 149) en el que se afirma que las fuerzas filibusteras estaban apoyadas por el gobierno de Washington, afirmaci�n que no es desmentida o cuestionada, en ning�n momento, por Quesada. M�s adelante (p. 157), don Juan Rafael reproduce otra cita, en la que se sugiere la complicidad del gobierno estadounidense con Walker, complicidad que tampoco es desmentida o cuestionada.

Por �ltimo, para que la memoria sea un instrumento de liberaci�n y no de alienaci�n, es preciso que esa memoria tenga por base un conocimiento hist�rico actualizado y cr�ticamente considerado. Esto �ltimo est� ausente en el libro de don Juan Rafael, cuyo estudio de la nacionalidad costarricense adolece de las graves omisiones y contradicciones indicadas en este comentario.

* #1973 el 7 de Junio 2007 a las 11:22 AM David D�az Arias dijo:

Me parece justo y fundamental lo que se apunta: no se debe involucrar el tema del TLC en esta discusi�n en tanto los libros que se discuten no tienen nada que ver con eso. Lo contrario me parece tambi�n justo: es decir, no se deber�an descartar las cr�ticas y preguntas que se le han hecho a estos textos solamente argumentando que quienes las hacen tienen alg�n inter�s econ�mico-pol�tico-personal al hacerlas, son conspiradores que atentan contra la identidad nacional o el recuerdo de la Campa�a Nacional, o bien son acad�micos que hablan verborrea con fines antipatri�ticos y no cient�ficos.

Tampoco deber�a utilizarse el recurso de descalificar la cr�tica de alguien simplemente diciendo que es extranjero (una estrategia por cierto muy corriente en la academia costarricense), dejando de lado toda una vida de estudio, contribuciones y debate sobre la historia de Costa Rica.

Finalmente, un mensaje para el Dr. Juan Rafael Quesada si pasa por este foro. En su libro, nota 220, p�ginas 211-212, usted cita un trabajo m�o que analiza la construcci�n de la fiesta de la independencia en Costa Rica entre 1821 y 1874 y asegura que al calificar como “fanfarrona” el baile que el presidente Mora Porras organiz� en honor de F�lix Belly en 1858 yo estoy haciendo una “�cida e injusta cr�tica” que “s�lo se explica por el desconocimiento de las razones que motivaron la realizaci�n de ese baile”. En realidad, la afirmaci�n y la suposici�n del Dr. Quesada son erradas. Por mucho que repaso mi texto no veo de d�nde �l saca que la palabra que uso sea con el inter�s de hacer una “cr�tica �cida”, ya que mi trabajo en esa parte est� tratando de construir un argumento sobre algo que no viene al caso se�alar y la cita del baile en honor de Belly es s�lo un ejemplo peque�o. Adem�s, por supuesto que conoc�a los motivos de esa fiesta cuando escrib� ese trabajo (aunque no recibo ni siquiera el beneficio de la duda) pero esos motivos no eran importantes ni ten�an ninguna funci�n en el argumento central que estaba desarrollando.

* #1976 el 7 de Junio 2007 a las 03:36 PM Hern�n Hern�ndez Z. dijo:

Por lo visto los historiadores de la “Academia” costarricense, son una nueva especie de investigadores que protegidos en su torre de cristal, ven con precisi�n y sin falla, sin contaminaci�n ideol�gica, cada tramo de nuestra historia, me llenan de asombro y me pregunto si ser�n humanos, y deben serlo, gracias a su influencia en la sociedad tica (principalmente y durante los �ltimos gobiernos,de los cuales ya nadie quisiera acordarse), han logrado “grandes” conquistas, como la casi desaparici�n de las celebraciones de las fechas patrias, que gran logro, me supongo, si yo fuera extranjero o un adora gringos, esto no deber�a indignarme y hasta deber�a serme intranscendente, �qu� importa que este pueblo no celebre sus principales acontecimientos, sus principales gestas, que no recordemos los h�roes que en cualquier lugar del planeta simbolizan los actos her�icos de otros muchos, a veces de millones de seres humanos?, no, porque seg�n los preclaros e infalibles historiadores de la “Academia” tica, parece que la �nica historia v�lida, es la de aquel que detalle con cada pelo y se�al, el estado del tiempo en cada uno de los d�as de las gestas y hasta el color del calzoncillo, el tipo de tela y si era tipo boxer, o tipo tanga; si ten�a broncas con alg�n vecino; por favor, que se�or@s tan carga, me supongo que sus ilustres investigaciones deber�an concursar para los premios Pulitzer porque aqu� no hay premio que los honre lo suficiente.

Yo aqu�, como simple habitante de la ignorante plebe me limitar� a dejarlos libres y tonantes en su Olimpo mientras sigo celebrando a los h�roes y personajes que han marcado nuestra identidad nacional, que nos han permitido ser diferentes en el concierto de las naciones, y que me hacen sentir que a�n hay esperanza y que recordando, la gesta de los 300 h�roes de las Term�pilas (algunos han puesto en duda esta cifra, �pero que importa?), o como el peque�o David que vencio al m�s grande y potente Goliat, podremos, nosotros tambi�n, vencer al enemigo m�s poderoso que nos acecha.

* #1978 el 7 de Junio 2007 a las 07:27 PM Iv�n Molina dijo:

Don Hern�n, �qu� es lo que su comentario aporta a la discusi�n en curso?

* #1980 el 8 de Junio 2007 a las 09:33 AM mario carazo dijo:

En defensa del lector: No he le�do todavia el libro de Juan Rafael Quesada, pero me propongo hacerlo apenas concluya la lectura de otros que han sido publicados en estos d�as sobre los hechos y las circunstancias que rodearon los acontecimientos de la Guerra del 56.

Los lectores tenemos el derecho de hacerlo sin vernos forzados a enterarnos de previo de las insidias y maledicencias que noto perviven dentro de un “selecto” grupo de historiadores de nuestra academia, que se empe�an en descalificar el trabajo de otros que, por lo que veo, no est�n incluidos en su grupo. Que eso quede para disquisiciones y circunloquios que siempre se dan dentro de la academia, y que poco interesan al com�n de los mortales.

Que seamos los lectores los jueces de esos trabajos es algo elemental. As� es como creo que se hace la historia.

* #1983 el 8 de Junio 2007 a las 05:55 PM Katherine Valerio dijo:

Don Mario tiene raz�n. F�jese que fui a la Librer�a Internacional de Zapote y cuando ped� el libro de don Juanito Mora y los filibusteros, me dijeron que se va “como pancito caliente”. Me contaron en la caja que con el m�o, ya eran ocho los vendidos hoy. Yo creo que los que lo compramos es porque alguien nos los recomend�. A mi me entr� la curiosidad porque don Manuel Barahona dijo en Democracia Digital que este libro es el best-seller tico. Da la impresi�n de que hay mucha envidia y celos profesionales, pero esos sentimientos negativos no deben influir en quienes disfrutamos de la buena lectura.

* #1985 el 8 de Junio 2007 a las 09:29 PM Iv�n Molina dijo:

La cr�tica de los resultados de la investigaci�n hist�rica es fundamental para el avance del conocimiento sobre el pasado. La cr�tica, por tanto, no es un asunto de maledicencias, celos, descalificaci�n o sentimientos negativos, sino un componente fundamental del quehacer cient�fico.

Leer las cr�ticas formuladas a un libro antes de leer el libro mismo es una decisi�n personal de cada lector o lectora. Nadie es forzado a hacerlo, y el hacerlo no impide, en manera alguna, que lectores o lectoras se formen su propia opini�n.

Finalmente, la cr�tica, como parte de un proceso de creaci�n de conocimiento, deber�a verse m�s bien como un componente que puede enriquecer a lectores y lectoras, al dirigir su atenci�n hacia otros temas y planteamientos no contemplados en un libro dado.

* #1997 el 10 de Junio 2007 a las 11:16 AM David Fallas dijo:

Molina:

El problema con su cr�tica (tanto la que ha hecho a don Juan Rafael Quesada como a don Armando Vargas Araya), es que deja la impresi�n de que para usted nadie aporta nada valioso. Su cr�tica deja la idea de que para usted s�lo su trabajo (as� como el de Palmer y el de May) es met�dicamente correcto y, por ende, merecedor de valor. Lo que hacen los dem�s usted lo critica sobre la base de m�todos que no explica muy bien que digamos y que por lo poco que otros los han explicado, podr�an redundar en calificaciones muy severas para todos los historiadores. Con su cr�tica, adem�s, usted ha ca�do en posiciones a mi parecer insostenibles: �C�mo es eso de que en las materias que interesan, los historiadores costarricenses, si quieren publicar algo serio, tengan que referirse a Palmer? �Cu�l libro de Palmer? �D�nde se consigue? �Est� en ingl�s o en castellano? �Y por qu� Palmer? �Acaso es una biblia y los historiadores te�logos o sacerdotes? Lo mismo cabe para May. Entienda esto: esa l�nea suya para criticar a los de aqu� se aplica tambi�n a los de all�, pero no le he le�do nada a usted siendo tan riguroso con ellos como lo es con los de estos lados. Eso nos deja a los lectores con muchas inquietudes, pero lastimosamente usted, lejos de descender hacia nosotros, se ha quedado en el plano de la academia. El problema no es que usted critique, sino que en esa cr�tica usted no ha dejado espacio para que quepan otras posiciones m�s que la suya, o la de May o la de Palmer. Adem�s, con su cr�tica uno siente que usted casi que nos ha querido decir a los lectores c�mo leer las obras de don Juan Rafael y don Armando, aparte de que deja la sensaci�n de que nos quiere decir qu� creer y qu� no. En ese sentido, coincido con don Mario Carazo: d�jenos formarnos nuestro criterio. No soy historiador, ni pretendo serlo, por lo que no me interesa en lo m�s m�nimo caer en una discusi�n acad�mica con usted, en esencia porque implicar�a una p�rdida de tiempo, ya que su posici�n es clar�sima y es evidente que tambi�n es inamovible, por lo que discutir con usted carece de todo sentido. Pero s� le digo que luego de leer los dos libros en cuesti�n y todo lo que se ha escrito, ya me form� mi opini�n: siguiendo el esquema de calificaci�n de Amazon.com, le doy cinco estrellas a los libros de don Armando y don Juan Rafael y una solita para su cr�tica, que estimo no ha desmotrado que las obras de ellos impliquen un retroceso de cien a�os en investigaci�n hist�rica. Que tenga paz.

* #2004 el 11 de Junio 2007 a las 11:49 AM Iv�n Molina dijo:

Don David, si usted considera que debatir conmigo carece de sentido, �por qu� lo hace?

* #2009 el 11 de Junio 2007 a las 05:17 PM David Fallas dijo:

Molina: �por qu� usted no responde mis preguntas? Vea su “respuesta” y ver� que no contest� nada de lo que le pregunt�, ni de lo que le cuestion�. Eso es irrespetuoso de su parte y me da la raz�n: no vale pena gastar mi tiempo con usted y correspondiendo su actitud, lo dejo de ahora en adelante hablando solo. Yo por mi parte seguir� leyendo lo que me interese y no lo que a usted le guste. Que tenga paz.

* #2011 el 11 de Junio 2007 a las 08:18 PM Augusto C�sar dijo:

Y dale otra vez. El empecinamiento de los detractores de los recientes libros sobre la Guerra Patria es inexplicable.Yo no he le�do todos los art�culos de Tribuna Democr�tica (gran espacio para el di�logo), pero nunca he presenciado m�s comentarios que a ra�z de este tema. Ante la exagerada energ�a dedicada a criticar los libros, surgen las dudas. �Qu� es lo que quiere don Iv�n?

�l insiste en que la cr�tica es importante para la construcci�n de conocimiento, y estoy de acuerdo; el problema es que su cr�tica (y la de otros ungidos historiadores de la academia) no pareciera tener esa intenci�n, o al menos, varios de los lectores de este espacio lo percibimos as�.

S� don Iv�n, s�, Juan Mora Porras fue humano y cometi� errores, al igual que los autores de los libros en cuesti�n pueden haberlos cometido. Pero a�n as�, su aporte ha sido mucho mayor. Y por eso, cada d�a que usted dedica a degradar a este h�roe nacional y a estos dos autores, decenas de costarricenses salen a la calle, compran los libros, los aprecian y le dan a Don Juanito el Grande su lugar en la historia. La historia nuestra, la de todos los costarricenses; no la suya.

* #2012 el 11 de Junio 2007 a las 09:46 PM Magadalena dijo:

Don Iv�n:

�Por qu� no se considera usted digno de contestar los comentarios escritos por los dem�s? Tal vez no sean grandes “historiadores” de su talla pero somos las pocas personas que compramos sus libros para tratar de comprender un poco mejor nuestro pa�s (pasado, presente y futuro). �O es que usted sus libros s�lo los escribe para sus colegas, �nicos capaces de intentar seguir su rigurosa metodolog�a? Aqu� todos estamos aportando al “proceso de creaci�n de conocimiento” y no �nicamente usted con sus cr�ticas �cidas y mordaces. Con ignorar a los dem�s �nicamente pierde prestigio (que me imagino mucho le importa y le preocupa). Entonces Don Iv�n, �qu� es lo que hace de usted un ser superior que no puede responder los sencillos comentarios que se le hacen? �O ser� que se mantendr� por siempre ocupado en sistem�ticamente desprestigiar a cada historiador costarricense?

* #2013 el 11 de Junio 2007 a las 10:20 PM Alvaro Aguilar R. dijo:

Como eco de Molina, oigo Burundanga.

Ya es suficiente… �no?

Se le pas�… la sac� del estadio…

“Paz para mi gente, paz con Oscar Arias” …y paz para Molina.

Requiescat in pacem.

* #2014 el 11 de Junio 2007 a las 11:09 PM Walter Castro R. dijo:

Don David:

Hay 192 Estados en las Naciones Unidas. �En cu�ntos de esos pa�ses se persignan con Palmer? �En Europa, en Asia, en Ocean�a, en �frica, en los Estados Unidos, en M�xico, o en Brasil o en Argentina? �Ser� que solo en Costa Rica se ha descubierto la luz? Porque ni en Canad�, de donde procede el �nclito propagandizado aqu� por el per�nclito…

�Ser� que Palmer es dios y Molina su profeta?

Seriedad, se�ores, seriedad, por favor.

* #2015 el 12 de Junio 2007 a las 10:08 AM Iv�n Molina dijo:

Muy poco serio es don David Fallas, ya que despu�s de haber afirmado que carece de sentido debatir conmigo, me reclama porque no lo hago y, pese a esa afirmaci�n suya, �sigue debatiendo conmigo!

En cuanto a lo expresado por don Augusto C�sar, do�a Magdalena, don �lvaro Aguilar y don Walter Castro, mi respuesta es, de nuevo, �qu� es lo que aportan sus comentarios al debate en curso?

Al plantear esta pregunta, lo que hago notar es que para intervenir constructivamente en el debate en torno al libro de don Juan Rafael Quesada, es necesario hacerlo a partir de conocimiento hist�rico o de los fundamentos te�ricos o metodol�gicos de ese conocimiento. De lo contrario, el espacio ofrecido por Tribuna Democr�tica �para mejorar la calidad de la convivencia republicana� resultar� cada vez m�s desvirtuado con la publicaci�n de ofensas y ataques personales.

* #2020 el 13 de Junio 2007 a las 08:01 AM Walter Castro R. dijo:

Cu�l debate? La criticadera de Molina contra todo y contra todos, excepto sus ac�litos?

No contento con pontificar sobre historia, tambi�n quiere dictarnos a los lectores de Tribuna Dem�cratica lo que conviene o no conviene. Solo eso nos faltaba… un COMISARIO CULTURAL.

Seg�n Molina �l es �nico serio. Ahora s� se qued� haciendo serio, en serio.

Que tenga paz.

* #2021 el 13 de Junio 2007 a las 08:57 AM Iv�n Molina dijo:

Don Walter, �por qu� no le explica al p�blico lector de Tribuna Democr�tica qu� es lo que su �ltimo comentario aporta al debate en torno al libro de don Juan Rafael Quesada?

* #2026 el 13 de Junio 2007 a las 05:36 PM Augusto C�sar dijo:

La actitud de don Iv�n en esta tribuna ha confirmado mi observaci�n inicial. Es como ver a un chiquillo hacer un berrinche. Cada vez que alguien le dice algo responde entre trompas: “y eso que aporta a la discusi�n”, o “ese comentario es prescindible”.

Esta reacci�n reiterada significa una de dos cosas: o todos los que no compartimos la posici�n de don Iv�n somos unos enajenados y por eso �l no entiende lo que le estamos diciendo; o es �l quien vive en un mundo ajeno. Un mundo de metodolog�as absolutas, en el que no existen los h�roes y solo habitan �l, May y Palmer.

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