Por Juan Rafael Quesada C., historiador
El 15 de junio de 1857, el Eco Hispanoamericano de Francia, en el art�culo “Los facinerosos aventureros, expulsados del territorio centroamericano”, afirmaba que, “si las huestes de William Walker osaran atacar de nuevo Centro Am�rica, en cualquier punto habitado por gente de nuestra raza, hermanos de sangre y civilizaci�n, de religi�n y de idioma”, ese peri�dico les recomendar�a “el digno ejemplo de bravura que acaban de daros los ciudadanos de Centro Am�rica. (…) Oponed a la barbarie vuestro denuedo, vuestro hero�smo, y no dud�is un instante del triunfo de vuestra causa: que las causas santas triunfan siempre, tarde o temprano”.
Esa citaci�n, como tantas otras de la �poca, demuestran que la lucha contra los filibusteros o Campa�a Nacional, no s�lo ha sido la experiencia hist�rica m�s crucial en la forja de la nacionalidad costarricense, sino que repercuti� en todo el continente y en el viejo mundo.
�Qu� represent� William Walker? No fue un simple aventurero o un escalador pol�tico y social, como nos lo cuentan las viejas y nuevas “cartillas” escolares. �l era un filibustero, y, como el filibusterismo era una “instituci�n nacional” a mediados del siglo XIX, de los filibusteros “se esperaba el �xito �nicamente. (…) Si triunfaba, se convert�a en h�roe y patriota; si no, pasaba a ser un malvado”.
La iniciativa privada maniobraba con �xito donde el presidente de los Estados Unidos no pod�a actuar libremente debido a las leyes de neutralidad, pero sobre todo a causa del contrapeso representado por su rival, Inglaterra.
En realidad, el filibusterismo fue el corolario de un grupo de ideas mesi�nicas y hegem�nicas construidas desde el siglo XVII para justificar el “hambre de tierras” mostrada por los peregrinos llegados de Europa. Las racionalizaciones del expansionismo estadounidense culminaron a mediados del siglo XIX en la teor�a del “destino manifiesto”. Esto es, un lema y una doctrina popularizada por el publicista John O’Sullivan entre 1845 y 1855, y que �l precisaba as�: “El destino de Am�rica es como el b�culo de Aar�n, que se transform� en serpiente para tragarse a todos los dem�s b�culos. De igual manera, este pa�s conquistar� o se anexar� todas las tierras. Es su destino manifiesto. Dadle tiempo para realizarlo. Tragarse cada tantos a�os una regi�n tan grande como la mayor�a de los reinos de Europa es su presente orden de marcha. Un d�a puede comprarse un bocado suculento; otro, hacerse de una provincia en las tierras del interior con solo el incremento natural de su poblaci�n, y otro d�a puede anexarse tierras y tambi�n conquistarlas”.
El “destino manifiesto”, se llev� a la pr�ctica desde mucho antes de 1845. No obstante, ese a�o es crucial pues James Polk lleg� a la presidencia de Estados Unidos. �l cre�a que el “destino manifiesto” hab�a sido trazado por el mismo dedo de Dios, y que �l, Polk, ten�a la gran misi�n de hacerlo realidad.
A ese gobernante se le atribuye la adici�n, a la “doctrina Monroe”, del c�lebre “corolario Polk”; esto es, complementaba aquella doctrina en el sentido de que deber�a entenderse como “Am�rica para los norteamericanos”, o para los “americanos de Estados Unidos”.
No debe sorprender que Tejas fuese anexada en 1845, que Oreg�n fuera adquirida en 1846, que se propusiera a Espa�a la adquisici�n de Cuba, y que, frustrado el intento de comprar California, se hiciese la guerra a M�xico, que, seg�n Polk, hab�a invadido a los EE. UU.
Entre Polk y otros gobernantes que lo siguieron existi� gran continuidad. Franklin Pierce (1853-1857) hab�a sido general de brigada de voluntarios en la guerra contra M�xico, era esclavista y cre�a firmemente en el “destino manifiesto”. En el libro El lado oculto del Presidente Mora, Armando Vargas Araya afirma que la pol�tica exterior de Pierce tuvo dos instrumentos: el filibusterismo y la diplomacia. Desde la campa�a electoral, �l dice que el voto es “s� o no al filibusterismo”. Ya electo, integra su gabinete con veteranos de la guerra contra M�xico. Por ejemplo, James Buchanan, quien hab�a sido canciller de Polk y era conocido como el “diplom�tico filibustero”, fue nombrado embajador en Londres.
Luego, Buchanan (1857-1861), en un manifiesto electoral de 1856, afirmar� que “el d�a llegar� cuando la lengua inglesa –expresi�n de libertad cristiana y civil– sea el idioma de la mayor parte del mundo habitado”. Como gobernante, sus metas en Centroam�rica fueron muy transparentes: barrer la influencia europea y establecer el control de los Estados Unidos “por compra, anexi�n o intervenci�n”.
Si esas eran las ideas pol�ticas dominantes en Estados Unidos hace 150 a�os, no debe sorprender que, desde antes, pero sobre todo despu�s del “descalabro” sufrido por los filibusteros en Santa Rosa, desde todos los puntos de Estados Unidos salieran armas y reclutas hacia Nicaragua, a vista y paciencia de las autoridades de Washington.
Buscando reelegirse, Pierce reconoci� al gobierno de Nicaragua en mayo de 1856, y, en junio, todos los precandidatos presidenciales del Partido Dem�crata apoyaron p�blicamente a Walker. Adem�s, la Convenci�n Nacional Dem�crata en Cincinati adopt� como suyo a Walker el 5 de junio, al aprobar una resoluci�n de apoyo a su causa.
Existen otras pruebas que demuestran que Walker era un instrumento del “destino manifiesto”. Varios a�os antes de encabezar la empresa filibustera, en el New Orleans Crescent hab�a afirmado ser “un agente especial para trabajar en la ejecuci�n de un destino que le hab�a sido revelado”.
Luego, una vez derrotado en Nicaragua, pero ensalzado en su patria, expresaba en Nueva Orle�ns que “Centroam�rica existe en una condici�n peor que la que tuvo siempre bajo las reglas de Espa�a. El gobierno va caminando a la ruina”. Se preguntaba entonces: �en qui�n est� el derecho de regenerar las amalgamadas razas? �l mismo respond�a: “En ning�n otro que en el pueblo de los Estados Unidos, y especialmente en los estados del Sur. Est� reservado a nosotros el americanizar a Centroam�rica”.
�Americanizaci�n de Centroam�rica! �Americanizaci�n de Am�rica Latina! He ah� el significado del “destino manifiesto”.
Porque las mentes m�s preclaras de Am�rica Latina ten�an una idea cabal de lo que era el filibusterismo, se esforzaron por dar un nuevo aliento a la “Federaci�n americana”, por hacer realidad el sue�o de Miranda y de Bol�var.
Por eso, en 1856, se llev� a cabo la cuarta fase de ese anhelo de uni�n del “alma americana”. Esta fue “hija del miedo a William Walker” a decir del historiador chileno Benjam�n Vicu�a Mackenna. Si no se concret� plenamente ese sue�o, se debi� en gran parte al boicot y hasta a amenazas de Estados Unidos, pero la utop�a no ha muerto.
El 1� de mayo, hace 150 a�os, se produjo la rendici�n de Walker. Esa es una fecha de gloria para Costa Rica y para toda la Am�rica Latina. Tratemos de que en la conciencia de cada uno de nosotros se grabe, en roca o en piedra, la frase expresada a finales del siglo XIX por el destacado ge�grafo franc�s Eliseo Reclus: “�Por qu� el nombre de Rivas no toma sitio en la historia de los hombres junto al de Marat�n?”
(Revista �ncora – La Naci�n)
Columnista huésped | 5 de Mayo 2007
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