Por Rolando Araya Monge, ingeniero
A pesar de que el t�tulo anunciaba un ataque, confieso que me agrad� ver aparecer un comentario sobre el libro El camino del socialismo cu�ntico. Aun cuando la cr�tica no se base en una apreciaci�n correcta, haga un an�lisis equivocado, o bien, se adobe con prejuicios pol�ticos, de todos modos ayuda a la divulgaci�n de las ideas planteadas en la obra. En este sentido, agradezco al se�or Fernando Araya el haber sacado el rato para leer el libro y haber escrito el art�culo.
Sin embargo, aunque he perdido la pasi�n por la pol�mica y el impulso beligerante a tener siempre la raz�n, creo conveniente hacer algunas observaciones en torno a las cr�ticas formuladas, pues no parecen buscar la verdad como declara, sino lanzar un ataque desde una colina, aparentemente filos�fica, no obstante cargada de ideolog�a y de intenci�n pol�tica.
Como objetivo principal, El camino del socialismo cu�ntico pretende dar a conocer las implicaciones en la filosof�a, la pol�tica, la econom�a, la educaci�n y el quehacer humano del nuevo paradigma surgido a partir de la f�sica cu�ntica, las teor�as de la relatividad, el pensamiento sist�mico, las teor�as de la complejidad y otros avances como las estructuras disipativas y los campos morfogen�ticos. La construcci�n hacia la idea socialista no sale, por supuesto, como una consecuencia lineal de los fen�menos descubiertos. De ellos brota una nueva epistemolog�a, una nueva percepci�n de la realidad, salen nuevos principios cient�ficos, con los cuales, al igual que se hizo con la f�sica newtoniana, se construye una propuesta. Locke traslad� la cosmovisi�n newtoniana al campo social, Smith a la econom�a, Darwin a la biolog�a, Marx a la historia y Freud a la psicolog�a. �Qu� tiene de extra�o que ahora, basados en descubrimientos cient�ficos que liquidaron aquella cosmovisi�n, se intente buscar una nueva verdad social? Y aunque no puedo presumir de la calidad de mis galletas, s� estoy seguro de que tengo las manos en el horno correcto, y si yo no lo lograra con esta obra, vendr�n otros que lo har�n mejor.
Lo central no son las tesis que entresaca Fernando Araya, sino el comprobar la unidad de todo lo existente como resulta de los descubrimientos cu�nticos y, con ello, la preeminencia de la concepci�n hol�stica, por encima del reduccionismo, salido de la visi�n fragmentaria. Desglosar la obra como se hace, desde esa estrecha perspectiva, es como pretender ver las estrellas con el telescopio invertido. O quiz�s, creer que el r�bano son sus hojas. Por ello, descubro conceptos inauditos en buena parte de la cr�tica.
El gran cient�fico David Bohm, a partir de desarrollos cient�ficos probados, dijo que: “La humanidad no se da cuenta de que toda ella es una unidad. Y que, al hacerse consciente de esa realidad, no solo es posible esperar un reencuentro con ella, sino tambi�n, generar un salto cu�ntico hist�rico y avanzar hacia la armon�a, la paz, la igualdad y la libertad”. Puede verse con claridad que no he mirado este panorama solo. Mis propuestas se nutren de estas mismas concepciones, basadas en las implicaciones filos�ficas de los nuevos hallazgos cient�ficos. No salen de una asociaci�n simplista con las ecuaciones cu�nticas, como se esfuerza en extraer la cr�tica.
El propio Dee Hock, fundador de Visa International, lejos de ser socialista, sostiene en su obra El nacimiento de la Era Ca�rdica, lo siguiente: “Una era de 400 a�os tiembla en su lecho y otra lucha por nacer. Un cambio de cultura, de ciencia, de sociedad y de instituciones mucho m�s importante y r�pido que jam�s haya vivido la humanidad…”. Lo cu�ntico es tambi�n hol�stico, ecol�gico o ca�rdico (caos y orden simult�neamente).
Muchos y grandes pensadores advierten ya los cambios que est�n por brotar. No proponen revoluciones, como tampoco hago yo, pues tambi�n comprenden con claridad que un orden social superior no puede ser decretado, solo puede ser conquistado, y que el camino del socialismo cu�ntico m�s que una ideolog�a es la b�squeda de un nivel superior de conciencia. “Ser�n socialistas los pa�ses habitados por pueblos solidarios, no los que tengan leyes socialistas”. Ese es el cambio de conciencia a que me refiero y esta es la diferencia con la ruta materialista hacia el socialismo, y tambi�n con la pl�yade de experimentos con que las dos extremas ideol�gicas han hecho sufrir a la humanidad.
Una afirmaci�n que s� es b�sica en el libro es que entendemos el socialismo como la m�xima distribuci�n de poder posible, la llamada democracia radical. Por ello, resulta escandaloso el cargo de tentaci�n desp�tica de estas ideas. Eso solo se puede entender como un atavismo mental, un prejuicio ideol�gico o un temor cerval a la palabra socialismo, o quiz�s como producto de una lectura superficial o de la mala fe. Nuestro concepto se refiere a la instauraci�n de un orden social superior de libertad, solidaridad e igualdad, construido por sociedades que hayan sido capaces de trascender el confinamiento materialista de la �poca actual, por medio de valores como una democracia m�s profunda y el amor. No propone la misma idea convencional que atormenta la cabeza del censor de mis propuestas.
S� que el tema es muy complejo, y ojal� se pueda tener una discusi�n constructiva que parta por reconocer los alcances de la ciencia cu�ntica, pues como dec�a Bohr: “Quien no sea capaz de sentirse absolutamente asombrado por la f�sica cu�ntica es porque no la ha entendido”. Y cuando le� la cr�tica, al principio cre� que se trataba de un an�lisis filos�fico, especialmente cuando se refiere a una obra suya llamada La magia del conocimiento. Sin embargo, despu�s me enter� de que se trataba del mismo Fernando Araya que dirigi� un centro de capacitaci�n del Partido Unidad Social Cristiana. Y el mismo que hab�a escrito la obra Rafael �ngel Calder�n Fournier: constructor de realidades, publicada en el 2000 por la Universidad Interamericana, prologada por Miguel �ngel Rodr�guez, y donde el autor sostiene que se trata de un esfuerzo de hondura anal�tica, en el cual se propone hacer un denso estudio ideol�gico sobre el pensamiento pol�tico del expresidente. Por lo visto, una daga politiquera, movida por rivalidades insepultas, se ha escondido en la toga del fil�sofo. Sobran las palabras.
(La Naci�n)
Columnista huésped | 5 de Mayo 2007
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