Por Fernando Dur�n Ayanegui
El viaje nupcial, novela de Isma�l Kadar�, es un alegato literario a favor del derecho que tiene cada pueblo a apropiarse de cuantos mitos y leyendas necesite para fortalecer su identidad y su autoestima. En una comarca de Albania existe, desde los tiempos de la hegemon�a bizantina, una leyenda seg�n la cual, al sentir que iba a morir, una anciana pidi� la presencia, junto a su lecho, de la hija que, casada con un caballero de Bohemia, habitaba en aquel lejano pa�s. Ante el leg�timo clamor de la enferma, el m�s joven de sus hijos, muertos todos en diversas guerras, sali� de su tumba y cabalg� d�a y noche hasta llegar a Bohemia. Desde all�, y con la venia de su cu�ado checo, el muerto escolt� a la hermana a la puerta del castillo donde agonizaba la madre.
En la novela de Kadar�, cuando la reci�n llegada, que ignoraba las muertes de sus hermanos, revela el nombre de su escolta, nadie le cree y se produce un esc�ndalo a consecuencia del cual podr�a ser objeto de un severo castigo, pues habr�a abandonado en compa��a de un desconocido la casa de su leg�timo esposo. Tras laboriosas indagaciones, el funcionario encargado por las autoridades de investigar el caso, declara ante la Iglesia y el Estado que, en efecto, el muerto se levant� de la tumba e hizo el viaje que su hermana le atribuye. Al concluir la lectura de su fallo, que tiene lugar al aire libre y en medio de una asamblea a la que asisten representantes de todos los poderes, el oficial se despoja de sus insignias y se aleja del lugar para no ser visto nunca m�s. As�, el funcionario reafirma el derecho del pueblo alban�s a adoptar las leyendas y los mitos que necesite para no ser devorado por la historia.
Hoy, nadie desconoce la existencia varias veces milenaria de Albania, la antigua Iliria, la naci�n amenazada en la antig�edad por griegos y macedonios, ocupada en �pocas recientes por Turqu�a y por Italia y siempre circundada por numerosos enemigos �En qu� medida esa capacidad de supervivencia se la debe el pueblo alban�s a sus mitos y a sus leyendas? Esto da para reflexionar en torno a las razones de ciertos historiadores que en estos momentos se empe�an en presentarnos a Juan Rafael Mora, y a veces a Juan Santamar�a, desde una �ptica en esencia denigrativa. No debe pasar inadvertida la tenacidad de un proyecto revisionista de la epopeya nacional, al parecer dirigido a justificar una aventura anexionista que tal vez no muri� con Walker: mil palabras podr�an bastar para desarticular hasta el m�s caro mito de cualquier naci�n.
(La Naci�n)
Columnista huésped | 19 de Mayo 2007
1 Comentarios
Don Fernando Dur�n ha publicado recientemente dos art�culos en que se refiere a la Campa�a Nacional y a los historiadores.
En La Naci�n del 13 de mayo, don Fernando mencion� que un historiador habr�a afirmado que los combatientes costarricenses que obligaron a William Walker a rendirse, hace ciento cincuenta a�os y doce d�as, no pelearon por patriotismo, sino que lo hicieron por la paga.
Esto me ha parecido muy interesante y, aunque don Fernando no da el nombre de la persona que habr�a expresado algo as�, ser�a bueno conocer la opini�n al respecto del Dr. Jos� Antonio Fern�ndez, el �nico investigador que conozco que en fechas recientes se ha dedicado a estudiar diversos aspectos econ�micos de la Campa�a Nacional, entre ellos la paga de los combatientes.
Y en La Naci�n del 20 de mayo, don Fernando se ha referido a ciertos historiadores que en estos momentos se empe�an en presentarnos a Juan Rafael Mora, y a veces a Juan Santamar�a, desde una �ptica en esencia denigrativa.
Tal afirmaci�n ha llamado mi atenci�n porque no tengo idea de qui�nes podr�n estar ocupados en una campa�a as�. S� me parece oportuno indicar que el cuestionamiento de las figuras de Santamar�a y Mora no es algo reciente.
De Santamar�a se ha cuestionado, desde finales del siglo XIX, no s�lo su existencia, sino su acto heroico; sin embargo, tales cuestionamientos pueden ser hoy apropiadamente contestados con la evidencia que aporta el libro de Rafael M�ndez, Im�genes de poder, recientemente publicado por la EUNED.
A Mora, connotados historiadores (entre ellos, Ricardo Fern�ndez Guardia, Carlos Monge y Carlos Mel�ndez), le han atribuido irregularidades y arbitrariedades. Una generaci�n m�s reciente de investigadores (Carmen Fallas, Silvia Castro, Hugo Vargas, entre otros) ha profundizado en el estudio de estos temas. Los resultados de sus investigaciones, aunque todav�a iniciales, tienden a confirmar lo encontrado por sus predecesores.
Finalmente, a partir de los trabajos del historiador canadiense Steven Palmer, publicados a inicios de la d�cada de 1990, se ha desarrollado una l�nea de investigaci�n que procura analizar c�mo se han elaborado, hist�ricamente, los discursos sobre Juan Santamar�a. Hasta donde conozco, acerca de Mora no existe una l�nea similar de investigaci�n. A ninguno de los historiadores ocupados en las investigaciones indicadas se le podr�a atribuir un af�n denigrativo de Santamar�a o de Mora.