Disminuir tamaño de letraAumentar tamaño de letraImprimir paginaEnviar esta pagina por e-mailAmpliar el ancho de la paginafluid-width

El TLC es anticristiano

Columnista huésped | 25 de Mayo 2007

Por Sergio A. Howell Castro, abogado

All� en el siglo 19 el naturalista ingl�s Charles Darwin escribi� su teor�a sobre la Selecci�n Natural y el Origen de las Especies. La conclusi�n es que el mundo de los seres vivos se rige por la evoluci�n de las especies y por la selecci�n natural. Esto significa que cada ser vivo es el resultado de un cambio gradual que lo ha llevado a ser lo que es como consecuencia de mutaciones en los individuos de su especie. Asimismo, que ese estado actual de cada especie es la resultante de las din�micas mismas de las relaciones con las dem�s especies y su entorno geogr�fico y clim�tico.

Estas afirmaciones te�ricas de Darwin no se quedaron solo en la biolog�a y en el naturalismo, sino que trascendieron a aspectos sociales como la pol�tica, la econom�a y las mismas relaciones sociales, sin que se agote el espectro.

Ahora bien, aunque es innegable que los seres evolucionamos, pues la mera evidencia de que hace unos cuarenta y tantos a�os era yo un simple gameto y ahora peino algunas canas, me muestra que ha existido un cambio en m� y que esa mutaci�n se da en todos los seres vivos. Incluso la misma Iglesia, en tiempos del querido Juan Pablo II, reconoci� la pertinencia de esta teor�a. Las preguntas acerca de qu� es lo que evoluciona no caben aqu�. En cambio s� es de inter�s alertar acerca de las consecuencias de dicha teor�a en el �mbito de la vida en sociedad.

Lo primero que se observa es que cada individuo en su af�n evolutivo debe luchar por su propia preservaci�n. Eso le dio al se�or Darwin la idea de que en la lucha por la supervivencia la misma naturaleza va seleccionando las especies que son m�s aptas para permanecer. Lo segundo es que los individuos est�n en permanente competencia. Esto, sacado de las selvas y llevado a la vida en sociedad, es conocido como liberalismo. El liberalismo sostiene que cada individuo debe buscar su propio bienestar y que para ello debe competir con sus antag�nicos, a fin de sobrevivir. Es la b�squeda de la propia satisfacci�n y la supervivencia.

Por contraste, las ideas que el Divino Jes�s aport� a la humanidad ense�an una “teor�a” muy distinta. Frente a la selecci�n natural existe un Dios Creador. No son las meras consecuencias de las luchas entre los individuos y entre estos y su entorno lo que determina la permanencia de unos, es el Padre quien decide, sin cuya voluntad no se mueve ni una sola hoja. El Darwinismo y el liberalismo son la negaci�n de Dios, aunque proclamen In God we trust. En uno de los mensajes m�s profundos y severos y, por ello menos llevado a la pr�ctica, el Hombre-Dios dej� el mandamiento de “Amaos los unos a los otros”. Este enfoque de cu�l debe ser la premisa en las relaciones entre los hombres rechaza totalmente el combate, la lucha y la competencia entre ellos. Amar no simpatiza bajo ning�n concepto con la premisa liberal de la libre competencia. El Evangelio de Cristo no habla de competencia sino de cooperaci�n, ayuda y colaboraci�n; en una frase: de servicio al pr�jimo.

El estado actual del mundo, de decadencia y perversi�n, tiene su ra�z en un err�neo concepto de la naturaleza del hombre; y ese desv�o de miras se debe en parte a la aplicaci�n de teor�as, como la de Darwin, que ciertamente son en grados superlativos beneficiosas para unos y en igual magnitud da�inas para otros. Nunca podr� hablarse de libre competencia cuando los sujetos son distintos, aparte de que el hombre hace rato que se cay� del �rbol y por eso mismo, por su estadio actual de evoluci�n, est� llamado a abandonar la lucha con los dem�s y m�s bien cooperar con el pr�jimo.

Si lo traducimos a las pol�ticas econ�micas que el Gobierno de la Rep�blica quiere imponer a este bendito pueblo, el principal ejemplo del darwinismo-liberal lo constituye el TLC. Competencia salvaje de unos poderosos (ellos) contra otros d�biles (nosotros) = selecci�n natural = no hay Dios Creador. Poco tiene de cristiano el TLC. Ojal� prevalezca la sensatez y el pueblo diga No a este ate�smo solapado.

Columnista huésped | 25 de Mayo 2007

1 Comentarios

* #1838 el 25 de Mayo 2007 a las 10:20 AM Luis Paulino Vargas Sol�s dijo:

Es incorrecto atribuir a Darwin la idea de que la evoluci�n es tan solo resultado de la competencia. Este es un factor presente en la naturaleza, pero igualmente �sta incluye much�simos casos y formas de cooperaci�n. Eso est� a la vista de quien quiera verlo y no fue desconocido para el genio de Darwin.

Decir que el neoliberalismo es una forma de darwinismo social comporta, por lo dem�s, una visi�n vulgarizada y simplista de la teor�a de la evoluci�n. Creo que Darwin se merece un poquito m�s de respeto, mientras que, en cambio, los neoliberales no se merecen que se les realce con tan desmedida comparaci�n.

Otra cosa. Lo espec�fico de lo humano es aquello no natural. Somos seres que trabajamos, pensamos, definimos fines, elaboramos herramientas y trasformamos la naturaleza y, en estadios m�s avanzadas de nuestra evoluci�n como seres sociales (no simplemente naturales) somos capaces de alumbrar construcciones tan sofisticadas y complejas como el arte, la ciencia, la pol�tica…o la religi�n.

El TLC -y el neoliberalismo- son efectivamente anticristianos en cuanto cristianismo se entienda como una �tica de la vida concreta, de seres humanos concretos. No es anti-cristiano en abstracto, porque en su evoluci�n hist�rica no siempre el autodenominado cristianismo ha sustentado tal �tica de vida. Y ello es, centralmente, lo que define el neoliberalismo: su desprecio por la vida concreta, sustituida por el fetiche (o becerro de oro) de lo econ�mico.

Y esto, por cierto, nada tiene que ver con Darwin.

Publique su Comentario




Recordar mis datos?


Reglas para publicar comentarios: Antes de publicarse, cada comentario ser� revisado por el moderador. Su direcci�n de e-mail no aparecer�.