Por Francisco Escobar - [email protected]
Leo con asombro el elogio que dedica el conocido columnista de La Naci�n don Julio Rodr�guez al diputado Rafael Madrigal: “El jefe interino de fracci�n del Partido Acci�n Ciudadana (PAC), Rafael El�as Madrigal, le se�al� a su partido el martes pasado, con lucidez y objetividad, el camino pol�tico m�s expedito hacia la elecciones de 2010. Sin embargo, el viernes siguiente, Ott�n Sol�s anunci� otro rumbo que, de seguirse, lanzar�a al PAC por el atajo de una posible nueva derrota.
“�Qu� dijo Rafael El�as? Propone un acuerdo pol�tico entre fracciones y acepta la tramitaci�n de los proyectos en la Asamblea Legislativa hasta la votaci�n final, excluida, de tal suerte que, si triunfa el S� en el referendo, el PAC votar� las 13 leyes paralelas y el TLC, pues el pueblo –dice— es soberano. Por el contrario, si gana el NO, los 14 proyectos ‘se quedan detenidos’. Esto dijo el martes y, en los dos d�as siguientes, no lo desminti�”.
Ahora comprendo por qu� fui cesado intempestiva e injustificadamente como asesor de la Asamblea Legislativa… Ahora tenemos evidencia de cu�l es la “lucidez y objetividad” del pol�tico Rafael Madrigal.
Un “acuerdo pol�tico” l�cido y objetivo con el gobierno… Yo estorbaba. Por eso el diputado Madrigal dijo en la radio que yo estaba “de acuerdo” con que me dejara sin trabajo, que se me negaran por un mes las certificaciones para reingresar al sistema de pensiones, que se me humillara p�blicamente ces�ndome como si hubiera cometido una falta grave, en forma arbitraria, indigna, sin comunicarme el despido, del que me enter� por la compasi�n caritativa de un funcionario amigo. Que yo estaba feliz de que se me negara el pago de preaviso y prestaciones y se me dedujeran ocho d�as de salario. Para demostrarlo dijo que es tal mi satisfacci�n con el despido, que al toparme casualmente en un restaurante me hab�a echado en sus amistosos brazos. Claro, ahora comprendo que como aprendiz de pol�tico tiene que mentir y hacer componendas en secreto, que no las sepan sus asesores. Todo para merecer el aplauso de don Julio Rodr�guez y la felicitaci�n de don �scar Arias.
Ahora comprendo por qu� con dos patri�ticas y honros�simas excepciones, todos los diputados del PAC votaron a favor de la convocatoria del Ejecutivo al refer�ndum, precedida por una carta amorosa y admirativa de don Ott�n Sol�s a �scar Arias, felicit�ndolo por su esp�ritu democr�tico. Y por qu� don Alberto Salom fue relegado para nombrar subjefe de fracci�n a Rafael Madrigal, quien por la ausencia de la jefa, ser�a el nuevo jefe efectivo y podr�a gestionar el “acuerdo pol�tico” l�cido y objetivo.
Pero mi despido no pasar�a de ser una humillaci�n y un acto de persecuci�n, m�s por mis ideas, a las que ya estoy acostumbrado y he sobrevivido con dignidad, si no hubiera le�do un formulario que se est� pasando en todas las f�bricas, industrias y negocios, como parte de la campa�a de la Uccaep y el PLN por el s�, obligando a los trabajadores a llenar la hoja, violentando el derecho al voto secreto, intimid�ndolos con amenazas de despido y con represalias. Es una hoja que recoge el nombre de cada trabajador de la f�brica, su n�mero de c�dula y el centro de votaci�n donde le toca ejercer el voto. Yo soy posiblemente el primero de una ola de despidos en las instituciones del Estado y en las empresas privadas, fieles al llamado presidencial, para que sean los trabajadores los que le den el voto mayoritario al s�.
Don Rafael y sus compa�eros de acuerdo pol�tico saben que para los que vivimos de nuestro trabajo, el despido es el m�s cruel y efectivo de los castigos, es equivalente a la quema de los herejes que hac�a la Santa Inquisici�n. Callar y someter por hambre ha sido el m�todo tradicional de los esclavistas, filibusteros, oligarcas, tiranos y dictadores. Y ahora he vivido en carne propia lo que sentir�n miles de trabajadores que ser�n despedidos sin que nadie levante un dedo en su defensa. Abandonados a su incertidumbre, a su humillaci�n p�blica, a su escarnio y su crucifixi�n pol�tica y social.
Pero sigo en pie de lucha. Quiero suplicarles a todos los trabajadores costarricenses, del sector p�blico o del privado, individualmente o a trav�s de sus asociaciones y sindicatos, que sean acosados, amenazados, cuestionados, interrogados o investigados, obligados a trabajar contra su voluntad en la campa�a del s�, o a no participar en la campa�a del no, a comunic�rmelo por todos los medios, para denunciarlo. A todos los trabajadores que sean despedidos sin una causa legalmente establecida, los llamo a unirnos para defender nuestro derecho al trabajo y a la libertad pol�tica. Si no defendemos nuestro derecho al trabajo, nadie nos va a defender.
(La Prensa Libre)
Columnista huésped | 18 de Mayo 2007
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