M�s preocupada como est� la c�pula pol�tico-empresarial costarricense por anular sus efectos que por conmemorar el sesquicentenario de la Campa�a Nacional, y de la derrota de William Walker, otros sectores del pa�s, notablemente el acad�mico y el docente, s� est�n en ese empe�o.
El otro d�a me refer� al estupendo libro de Juan Rafael Quesada Clar�n Patri�tico, que analiza la reacci�n del pueblo costarricense ante la guerra, y demuestra que ella tuvo un caudaloso apoyo popular, contrariamente a lo que los c�rculos enemigos de Juan Rafael Mora han venido propalando, de que la guerra fue una “aventura internacional” de �ste, sin respaldo popular.
El pacto de co-edici�n entre el Museo Juan Santamar�a de Alajuela y la Editorial de la UNED comienza a dar frutos, y hoy quiero dar noticia (sin pretender haberlos le�do todav�a), de los dos primeros libros que ese pacto ha producido.
En Juan Santamar�a y el Ascenso de la Naci�n en Costa Rica (1860-1915), el joven historiador Rafael �ngel M�ndez emprende la tarea de dilucidar c�mo fue que se lleg� a concretar en la figura del tamborcillo alajuelense, todo el contenido heroico y pol�tico del pueblo. No el porqu�, sino el c�mo, puesto que una cosa as� no se produce espont�neamente. De lo que se trata es de saber c�mo la atenci�n nacional se concentr� sobre ese soldado humilde (sobre ese “chavalillo tuanis” como me atrev� a llamarlo cuando el centenario), y lo fij� para siempre como el gran s�mbolo popular nacional.
El otro libro, Los Soldados de la Campa�a Nacional, de Ra�l Francisco Arias S�nchez, se ocupa del ej�rcito mismo, de qui�nes lo compusieron y de d�nde ven�an. Nuevamente, hay una afirmaci�n popular en todo esto. El autor ha logrado identificar, si no a todos, a una alt�sima cantidad de los soldados, y su proveniencia geogr�fica. Y concluye su libro, con un padr�n, clasificado por lugar de origen, de ellos, indicando los muertos y los que sobrevivieron. En la ceremonia de presentaci�n del libro en la UNED (durante el hist�rico apag�n del jueves), Arias dijo que est� empe�ado en que cada localidad del pa�s localice a sus h�roes, de manera que haya calles o plazas que lleven el nombre de esos que dejar�an por fin de ser an�nimos.
Cuando celebramos, a todo trapo, el centenario de la guerra, se public� por la comisi�n organizadora una colecci�n de peque�os folletos sobre temas concretos de ella, que son un tesoro. Cuando Hern�n Gonz�lez fue Ministro de Cultura, el ministerio los reedit�. He hurgado, y parece que muy pocas, poqu�simas bibliotecas escolares los poseen. Por este medio les sugiero a los Ministros de Cultura (una querida pariente m�a) y de Educaci�n (un admirado amigo m�o) que procedan a una reedici�n masiva de esas util�simas obras.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 21 de Abril 2007
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