Regreso de un breve viaje familiar por los Estados Unidos, enterado de la principal raz�n por la cual l�deres del Partido Dem�crata se oponen a los Tratados Comerciales que el gobierno republicano les ha, digamos, impuesto a ciertos pa�ses latinoamericanos.
Y es que las ventajas que por esos tratados obtienen ciertas manufacturas norteamericanas, las que llamamos maquilas y similares, o sea la disminuci�n de costos de producci�n mediante el empleo de trabajadores locales que ganan menos que los norteamericanos, y que crea desempleo entre �stos, se quedan en poder de las millonarias empresas, y no se traducen en una disminuci�n de precios para el consumidor norteamericano. Es decir, que ni siquiera el rebalse se aplica. Todo se queda entre los tagarotes.
Uno de los argumentos que se han esgrimido aqu� contra el bendito TLC, es similar: un n�mero de empresas (que mi amigo Oscar Barahona Streber estimaba no pasar�an de mil), se van a beneficiar brutalmente, pero ninguno de los pol�ticos y gobiernos que lo defienden a gritos explica c�mo se va a beneficiar la mayor�a de la poblaci�n… salvo que algunos, quiz� muchos, obtendr�n trabajo y cobrar�n un salario que probablemente no ser� mucho mayor que el m�nimo. La experiencia maquilar de Costa Rica lo indica as�. En realidad, quienes nos hemos opuesto a que en Costa Rica se implante el capitalismo salvaje, lo hacemos porque la experiencia mundial es que el capitalismo salvaje enriquece brutalmente a una minor�a y la mayor�a s�lo se beneficia cuando hay un estado fuerte, como los que presidieron en los Estados Unidos Franklin Roosevelt y en Costa Rica (sin capitalismo salvaje) Jos� Figueres, Francisco Orlich y Daniel Oduber, que legisle y act�e para que los beneficios de la producci�n no se queden en las alturas y lleguen a las mayor�as por otras v�as que la del rebalse.
Porque si no hay de eso, nos pasar� con los que vengan, lo que nos pas� con la United Fruit: que despu�s de noventa a�os, dej� en Costa Rica salarios y comisiones, unas l�neas de tren, y pare usted de contar.
Probablemente, si los dem�cratas llegan a la Casa Blanca en el 2009, buscar�n la manera de que las ventajas que los tratados otorgan a los Estados Unidos, desciendan a los sectores m�s pobres de la poblaci�n. Aqu� los defensores del TLC ni siquiera han so�ado con decir algo parecido.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 11 de Abril 2007
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