Por Rodolfo Silva Vargas
Se ha ido un gran amigo de Costa Rica, el esclarecido ciudadano mexicano don Antonio Ortiz Mena, quien fuera director de la Seguridad Social adem�s de secretario de Hacienda de su pa�s en diferentes administraciones. Recordamos su trayectoria y prestigio como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cargo que desempe�� con gran acierto durante 17 a�os, a partir de 1970, cuando sucedi� al chileno Felipe Herrera.
Con su recia personalidad y brillante intelecto, al que un�a grandes conocimientos de historia y una visi�n estrat�gica del desarrollo de Am�rica Latina y el Caribe, imprimi� un fuerte impulso al BID en la financiaci�n de proyectos de infraestructura y de desarrollo social, aument� su capital al ganarse la confianza de los pa�ses miembros, incluyendo los que aportan recursos, y garant�as que permitieron al Banco colocar t�tulos en los mercados. Fue don Antonio quien, en 1977, logr� la incorporaci�n al BID de 17 pa�ses “extrarregionales” –Europa occidental y Jap�n– que permiti� un mejor equilibrio con el socio mayor –Estados Unidos–, adem�s de fuentes adicionales de capital, cooperaci�n t�cnica y suministros. Con anterioridad, solo los pa�ses del Hemisferio pod�an proveer bienes y servicios en proyectos financiados por el Banco.
Varios costarricenses figuraron en importantes cargos durante los primeros 20 a�os del BID, entre ellos Jorge Hazera, Alfredo Hern�ndez, Rodrigo Facio, Rogelio y Rodrigo Sotela, �lvaro Chaves, Rufino Gil, Rafael Alberto Z��iga, Jorge Manuel Dengo y �lvaro Dobles, a quienes don Antonio tuvo siempre especial deferencia y aprecio.
Conoc� a don Antonio cuando asistimos a la reuni�n de ministros de Obras P�blicas celebrada en Yucat�n en 1972, donde estuvo para respaldar el desarrollo tur�stico de la pen�nsula y el proyecto Canc�n. Visit� Costa Rica en m�ltiples ocasiones y siempre mostr� una clara percepci�n y gran inter�s por nuestros problemas.
Por ejemplo, preguntaba si �bamos a permitir que nuestro Valle Central pudiera llegar a convertirse en una concentraci�n urbana similar al valle de M�xico, con la p�rdida de las mejores tierras agr�colas y los enormes problemas de congestionamiento y servicios.
Estaba convencido de que el impuesto al valor agregado era uno de los mas justos –sustituyendo al de ventas–, que permitir�a adem�s un mejor control de la evasi�n. Habiendo sido el jerarca de la seguridad social en M�xico, cre�a indispensable su descentralizaci�n para mejorar la eficiencia, la participaci�n comunitaria y reducir el gigantismo centralista.
Entre los principales proyectos del BID en Costa Rica est�n las plantas hidroel�ctricas de Arenal y Corobic�, cr�ditos para la agricultura y la industria, riego en Guanacaste, carreteras, caminos vecinales, telefon�a rural, ciencia y tecnolog�a, acueductos, salud, hospitales, la UCR, el Tecnol�gico.
En 1981, don Antonio debi� enfrentar el ascenso al poder de algunos ide�logos en Washington que pretend�an forzar cambios en el BID, o aun su desaparici�n, si no se aceptaba, entre otros, otorgar a Estados Unidos el derecho a vetar pr�stamos que no fueran de su agrado, y la eliminaci�n de la ventanilla de pr�stamos blandos.
Con el respaldo de los pa�ses de la regi�n, debi� librar una h�bil defensa del Banco y sus principios, en la que participamos los directores regionales y algunos de Europa. Lamentablemente, el asedio al Banco continu� en la d�cada de 1980, y cuando el Departamento del Tesoro trat� de obligar a que se nombrara como vicepresidente a un funcionario de reconocida actitud ideol�gica hacia el BID, don Antonio, con se�or�o, no acept� la imposici�n y present� su renuncia en diciembre de 1987. En una cena que ofrecimos en su honor los gerentes, exhort� a defender los principios fundamentales del Banco y, con su gran conocimiento de la historia, record� las �picas haza�as de Alexander Nevsky en el siglo XIII, en defensa heroica de Rusia contra las invasiones del poderoso ej�rcito sueco y de los caballeros teutones.
Despu�s de 99 a�os de una vida pr�diga, plena de aportes al desarrollo de nuestra regi�n, vamos a echar de menos a ese gran ciudadano de las Am�ricas que fue don Antonio Ortiz Mena.
(La Naci�n)
Columnista huésped | 27 de Marzo 2007
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ANTONIO ORTIZ MENA, ESTADISTA
Por Manuel Camacho Sol�s
He revisado las gr�ficas del crecimiento econ�mico de M�xico comparado con el de China, la India, Corea del Sur y Singapur (1961-2006). En 1961 la econom�a mexicana era m�s grande que la de China y la India, y el PIB per c�pita mayor que el de Corea y Singapur. Ahora, la econom�a China es mucho mayor que la nuestra, la India ya nos gan�, y Corea y Singapur tienen niveles de vida m�s altos y con menores desigualdades sociales. La brecha a favor de M�xico fue clar�sima en los a�os 60 y dur� hasta finales de los 70, pero a partir de los a�os 80 se perdi� por completo. No la hemos vuelto a recuperar. Una parte de ese �xito econ�mico se debe a don Antonio Ortiz Mena.
Durante su gesti�n como secretario de Hacienda, M�xico pudo crecer 6% con estabilidad, salarios al alza, autosuficiencia alimenticia, sistema financiero que jalaba al desarrollo, educaci�n p�blica en expansi�n y clases medias con poder creciente de compra. M�xico era, en ese entonces, el modelo del �xito; digamos lo que es ahora Chile, y ten�a un mejor desempe�o que China o la India. Nuestro pa�s ten�a muchos problemas, como la falta de democracia y la miseria en el campo, pero la econom�a crec�a y se reduc�a la pobreza.
El �xito econ�mico de M�xico deb�a atribuirse, tambi�n, a otros factores. La uni�n de prop�sitos y el alineamiento de todos los instrumentos en favor del crecimiento: la reforma agraria, la expropiaci�n del petr�leo, la mejor�a en la educaci�n p�blica, la salud y la seguridad social, las obras de infraestructura, el impulso a la industrializaci�n, la capacidad reguladora del Estado para evitar desmanes en los bancos y canalizar el cr�dito hacia las prioridades. Era una historia que ven�a de atr�s y en la que muchos pusieron su parte.
La pol�tica econ�mica no respond�a a una f�rmula dogm�tica. En todo caso, respond�a a una l�gica pol�tica. Como se lo escuch� decir a don Antonio: “El presidente L�pez Mateos estaba preocupado por la insurgencia obrera; el d�a que me invit� a su gabinete, yo le ofrec� que, si �l me apoyaba en evitar el descontrol del gasto, yo le dar�a el control sobre la inflaci�n que estaba afectando a los obreros y al crecimiento (para satisfacer a los empresarios y a la clase media); que recuperar�a el sector el�ctrico sin necesidad de seguir el dictado del Banco Mundial de aumentar desproporcionadamente las tarifas; y que habr�a incluso remanentes para llevar a cabo algunos de sus sue�os, como la construcci�n del Museo de Antropolog�a que, adem�s, ten�a toda la l�gica econ�mica, ya que permitir�a generar m�s divisas, pues el turismo extranjero se quedar�a un d�a adicional en el DF”.
Ortiz Mena cumpli� lo que ofreci�. Doce a�os despu�s, en 1970, pudo pronunciar un memorable discurso en el que racionaliz� la obra realizada. Entonces en la Escuela de Econom�a se le juzgaba con desprecio. En un ambiente donde se cre�a que s�lo el socialismo, mediante la planificaci�n centralizada, permitir�a crecer y reducir las desigualdades, era un conservador. Era el defensor del statu quo.
Con la perspectiva de los a�os, se puede afirmar que Ortiz Mena fue un funcionario ejemplar. Un servidor p�blico nacionalista y con sensibilidad social. Un abogado con visi�n amplia y capacidad de realizaci�n. Su pragmatismo responsable lo habr�a llevado a hacer las correcciones que se necesitaban para que M�xico siguiera creciendo sin sobresaltos. De haberlo logrado, hoy tendr�amos un nivel de vida como el de Corea, y una econom�a mayor que la India y cercana a China.
Se perdi� esa oportunidad hist�rica y estamos lejos siquiera de tomar las decisiones para recuperar parte de lo perdido por la desproporci�n presidencialista, la corrupci�n del antiguo r�gimen y el dogmatismo de la derecha tecnocr�tica. A un grado tal que, en fecha reciente, en su casa de Cuernavaca, don Antonio me recibi� con los brazos abiertos y una pregunta sincera: �qui�n va a defender lo que queda de pa�s? Contest�: quienes no nos demos por vencidos. Hasta el final conserv� su lucidez y responsabilidad p�blica.
(El Universal, M�xico)