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Fin de 99 a�os de vida pr�diga de un gran amigo de Costa Rica

Columnista huésped | 27 de Marzo 2007

Por Rodolfo Silva Vargas

Se ha ido un gran amigo de Costa Rica, el esclarecido ciudadano mexicano don Antonio Ortiz Mena, quien fuera director de la Seguridad Social adem�s de secretario de Hacienda de su pa�s en diferentes administraciones. Recordamos su trayectoria y prestigio como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cargo que desempe�� con gran acierto durante 17 a�os, a partir de 1970, cuando sucedi� al chileno Felipe Herrera.

Con su recia personalidad y brillante intelecto, al que un�a grandes conocimientos de historia y una visi�n estrat�gica del desarrollo de Am�rica Latina y el Caribe, imprimi� un fuerte impulso al BID en la financiaci�n de proyectos de infraestructura y de desarrollo social, aument� su capital al ganarse la confianza de los pa�ses miembros, incluyendo los que aportan recursos, y garant�as que permitieron al Banco colocar t�tulos en los mercados. Fue don Antonio quien, en 1977, logr� la incorporaci�n al BID de 17 pa�ses “extrarregionales” –Europa occidental y Jap�n– que permiti� un mejor equilibrio con el socio mayor –Estados Unidos–, adem�s de fuentes adicionales de capital, cooperaci�n t�cnica y suministros. Con anterioridad, solo los pa�ses del Hemisferio pod�an proveer bienes y servicios en proyectos financiados por el Banco.

Varios costarricenses figuraron en importantes cargos durante los primeros 20 a�os del BID, entre ellos Jorge Hazera, Alfredo Hern�ndez, Rodrigo Facio, Rogelio y Rodrigo Sotela, �lvaro Chaves, Rufino Gil, Rafael Alberto Z��iga, Jorge Manuel Dengo y �lvaro Dobles, a quienes don Antonio tuvo siempre especial deferencia y aprecio.

Conoc� a don Antonio cuando asistimos a la reuni�n de ministros de Obras P�blicas celebrada en Yucat�n en 1972, donde estuvo para respaldar el desarrollo tur�stico de la pen�nsula y el proyecto Canc�n. Visit� Costa Rica en m�ltiples ocasiones y siempre mostr� una clara percepci�n y gran inter�s por nuestros problemas.

Por ejemplo, preguntaba si �bamos a permitir que nuestro Valle Central pudiera llegar a convertirse en una concentraci�n urbana similar al valle de M�xico, con la p�rdida de las mejores tierras agr�colas y los enormes problemas de congestionamiento y servicios.

Estaba convencido de que el impuesto al valor agregado era uno de los mas justos –sustituyendo al de ventas–, que permitir�a adem�s un mejor control de la evasi�n. Habiendo sido el jerarca de la seguridad social en M�xico, cre�a indispensable su descentralizaci�n para mejorar la eficiencia, la participaci�n comunitaria y reducir el gigantismo centralista.

Entre los principales proyectos del BID en Costa Rica est�n las plantas hidroel�ctricas de Arenal y Corobic�, cr�ditos para la agricultura y la industria, riego en Guanacaste, carreteras, caminos vecinales, telefon�a rural, ciencia y tecnolog�a, acueductos, salud, hospitales, la UCR, el Tecnol�gico.

En 1981, don Antonio debi� enfrentar el ascenso al poder de algunos ide�logos en Washington que pretend�an forzar cambios en el BID, o aun su desaparici�n, si no se aceptaba, entre otros, otorgar a Estados Unidos el derecho a vetar pr�stamos que no fueran de su agrado, y la eliminaci�n de la ventanilla de pr�stamos blandos.

Con el respaldo de los pa�ses de la regi�n, debi� librar una h�bil defensa del Banco y sus principios, en la que participamos los directores regionales y algunos de Europa. Lamentablemente, el asedio al Banco continu� en la d�cada de 1980, y cuando el Departamento del Tesoro trat� de obligar a que se nombrara como vicepresidente a un funcionario de reconocida actitud ideol�gica hacia el BID, don Antonio, con se�or�o, no acept� la imposici�n y present� su renuncia en diciembre de 1987. En una cena que ofrecimos en su honor los gerentes, exhort� a defender los principios fundamentales del Banco y, con su gran conocimiento de la historia, record� las �picas haza�as de Alexander Nevsky en el siglo XIII, en defensa heroica de Rusia contra las invasiones del poderoso ej�rcito sueco y de los caballeros teutones.

Despu�s de 99 a�os de una vida pr�diga, plena de aportes al desarrollo de nuestra regi�n, vamos a echar de menos a ese gran ciudadano de las Am�ricas que fue don Antonio Ortiz Mena.

(La Naci�n)

Columnista huésped | 27 de Marzo 2007

1 Comentarios

* #1581 el 27 de Marzo 2007 a las 07:28 AM Los editores dijo:

ANTONIO ORTIZ MENA, ESTADISTA

Por Manuel Camacho Sol�s

He revisado las gr�ficas del crecimiento econ�mico de M�xico comparado con el de China, la India, Corea del Sur y Singapur (1961-2006). En 1961 la econom�a mexicana era m�s grande que la de China y la India, y el PIB per c�pita mayor que el de Corea y Singapur. Ahora, la econom�a China es mucho mayor que la nuestra, la India ya nos gan�, y Corea y Singapur tienen niveles de vida m�s altos y con menores desigualdades sociales. La brecha a favor de M�xico fue clar�sima en los a�os 60 y dur� hasta finales de los 70, pero a partir de los a�os 80 se perdi� por completo. No la hemos vuelto a recuperar. Una parte de ese �xito econ�mico se debe a don Antonio Ortiz Mena.

Durante su gesti�n como secretario de Hacienda, M�xico pudo crecer 6% con estabilidad, salarios al alza, autosuficiencia alimenticia, sistema financiero que jalaba al desarrollo, educaci�n p�blica en expansi�n y clases medias con poder creciente de compra. M�xico era, en ese entonces, el modelo del �xito; digamos lo que es ahora Chile, y ten�a un mejor desempe�o que China o la India. Nuestro pa�s ten�a muchos problemas, como la falta de democracia y la miseria en el campo, pero la econom�a crec�a y se reduc�a la pobreza.

El �xito econ�mico de M�xico deb�a atribuirse, tambi�n, a otros factores. La uni�n de prop�sitos y el alineamiento de todos los instrumentos en favor del crecimiento: la reforma agraria, la expropiaci�n del petr�leo, la mejor�a en la educaci�n p�blica, la salud y la seguridad social, las obras de infraestructura, el impulso a la industrializaci�n, la capacidad reguladora del Estado para evitar desmanes en los bancos y canalizar el cr�dito hacia las prioridades. Era una historia que ven�a de atr�s y en la que muchos pusieron su parte.

La pol�tica econ�mica no respond�a a una f�rmula dogm�tica. En todo caso, respond�a a una l�gica pol�tica. Como se lo escuch� decir a don Antonio: “El presidente L�pez Mateos estaba preocupado por la insurgencia obrera; el d�a que me invit� a su gabinete, yo le ofrec� que, si �l me apoyaba en evitar el descontrol del gasto, yo le dar�a el control sobre la inflaci�n que estaba afectando a los obreros y al crecimiento (para satisfacer a los empresarios y a la clase media); que recuperar�a el sector el�ctrico sin necesidad de seguir el dictado del Banco Mundial de aumentar desproporcionadamente las tarifas; y que habr�a incluso remanentes para llevar a cabo algunos de sus sue�os, como la construcci�n del Museo de Antropolog�a que, adem�s, ten�a toda la l�gica econ�mica, ya que permitir�a generar m�s divisas, pues el turismo extranjero se quedar�a un d�a adicional en el DF”.

Ortiz Mena cumpli� lo que ofreci�. Doce a�os despu�s, en 1970, pudo pronunciar un memorable discurso en el que racionaliz� la obra realizada. Entonces en la Escuela de Econom�a se le juzgaba con desprecio. En un ambiente donde se cre�a que s�lo el socialismo, mediante la planificaci�n centralizada, permitir�a crecer y reducir las desigualdades, era un conservador. Era el defensor del statu quo.

Con la perspectiva de los a�os, se puede afirmar que Ortiz Mena fue un funcionario ejemplar. Un servidor p�blico nacionalista y con sensibilidad social. Un abogado con visi�n amplia y capacidad de realizaci�n. Su pragmatismo responsable lo habr�a llevado a hacer las correcciones que se necesitaban para que M�xico siguiera creciendo sin sobresaltos. De haberlo logrado, hoy tendr�amos un nivel de vida como el de Corea, y una econom�a mayor que la India y cercana a China.

Se perdi� esa oportunidad hist�rica y estamos lejos siquiera de tomar las decisiones para recuperar parte de lo perdido por la desproporci�n presidencialista, la corrupci�n del antiguo r�gimen y el dogmatismo de la derecha tecnocr�tica. A un grado tal que, en fecha reciente, en su casa de Cuernavaca, don Antonio me recibi� con los brazos abiertos y una pregunta sincera: �qui�n va a defender lo que queda de pa�s? Contest�: quienes no nos demos por vencidos. Hasta el final conserv� su lucidez y responsabilidad p�blica.

(El Universal, M�xico)

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